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Observo la ciudad a través de la ventana de mi habitación, mientras me cepillo el pelo repetidas veces. El cielo está nublado, pero no parece que vaya a llover. De todas formas, he decidido ponerme mi chubasquero verde ceniza, ya que no termino de fiarme de la estabilidad del tiempo. 

Suelto un suspiro. Dejo el cepillo sobre el tocador y salgo del cuarto. Encuentro a mi padre en el salón, sentado en la mesa. Da un sorbo a su café mientras ojea el periódico, pero nada más que me oye llegar, alza la mirada y me regala una cálida sonrisa.

—Buenos días, Ally —me saluda—. Vaya, ¿ya te has vestido?

—Hoy quiero llegar pronto al instituto —explico, mientras reviso mi mochila para asegurarme de que llevo todo lo necesario.

—Ah —asiente él—. Te prepararé el desayuno, entonces.

Sacudo la cabeza.

—No tengo hambre.

—Pero...

—Puedes llevar a Tyler al instituto, ¿verdad? —le interrumpo, colgándome la mochila a la espalda. Él asiente, confuso, y yo frunzo los labios en una sonrisa—. Bien. Nos vemos al mediodía.

Cuando llego al instituto son apenas las siete y media, así que está casi vacío, exceptuando algunos alumnos que suelen llegar temprano para estudiar en la biblioteca antes de algún examen. Siento una extraña sensación de deshabituación mientras recorro el pasillo, carente del habitual ruido ensordecedor de las voces y gritos de los estudiantes. Incluso puedo escuchar el retumbar de mis pasos cada vez que mis suelas de goma golpean el suelo.

Tengo que encender las luces y levantar las persianas cuando entro en la clase. Me siento en mi sitio y apoyo ambos codos en la mesa, pasándome una mano por el pelo. No sé para qué he venido tan temprano realmente. Quería hablar con Paige y solucionar las cosas antes de que sonara el timbre, pero ahora que lo pienso, no es buena idea. Tenía razón en una cosa, y es que soy demasiado insistente. Pero, ¿qué se supone que debo hacer entonces? ¿Cruzarme de brazos mientras veo cómo mi mejor amiga está hundida por algo que aún no he logrado averiguar?

Sacudo la cabeza como respuesta. Iré a hablar de nuevo con ella, pero si sigue enfadada o tampoco tiene ganas de contarme qué sucede, esta vez no insistiré.

Poco a poco, sin darme cuenta siquiera, la gente comienza a llegar y enseguida me veo privada de la tranquilidad y la calma que me proporcionaba mi soledad. Me incorporo y salgo de la clase. Recorro el pasillo hasta llegar al aula de Paige y echo un vistazo a través de la ventana, pero no la veo por ningún sitio. Suspiro y me apoyo de espaldas contra la pared, a la espera de mi amiga.

Sin embargo, pasan los minutos y Paige no da señales de vida. La gente ha entrado ya en sus respectivas clases y los pasillos se han quedado casi vacíos, así que decido volver, desalentada. Atravieso el umbral de la puerta a la vez que el timbre emite su característico sonido anunciando el inicio de las clases, y me dirijo a mi sitio. Descubro a Harry en el asiento de atrás, charlando con Douglas sobre algo que parece divertirles, dado a la sonrisa que ambos tienen dibujadas en el rostro.

—Hola —le saludo, sentándome en mi silla. Harry me lanza una mirada por el rabillo del ojo y la vuelve a clavar rápidamente en su amigo, ignorándome por completo. Levanto una ceja, sorprendida, y sacudo la cabeza, volviéndome hacia la pizarra.

Las tres primeras horas de clase pasan rápidamente, así que enseguida me veo de nuevo en el pasillo, rodeada de gente que se dirige a la cafetería. Cuando llego a ésta, descubro que la mesa en la que Paige y yo nos solemos sentar está vacía, así que termino dándome por vencida. Me dejo caer en una de las sillas mientras muerdo una manzana.

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