—Más a la izquierda. Mierda, no tanto. A la derecha. Ahí, bien. ¡Espera! Joder, Allison, está doblada. ¿Tan difícil es poner una maldita estrella en un árbol?
Desde la escalera de metal donde me encuentro, le lanzo una mirada fulminante a mi hermano, que me observa desde abajo con los brazos cruzados alrededor del pecho.
—Como sigas hablándome así, no me haré responsable de que el pico de la estrella acabe incrustado en tu ojo.
Tyler pone los ojos en blanco y se dirige al sofá.
—¿Y qué quieres? Estoy seguro de que somos la única familia del mundo que ponemos el árbol de Navidad el mismo día de Nochebuena —dice, dejándose caer sobre la mullida superficie—. Sois un desastre.
—¿Somos? —Suelto una exclamación de incredulidad, mientras bajo de la escalera—. Quizás si no te pasases el día jugando a videojuegos e hicieses algo productivo con tu vida, esta consanguinidad funcionaría mejor.
—Chicos —interrumpe mi madre, entrando en el salón cargada con una caja de adornos—, ¿podéis dejar las discusiones para cuando no haya nada que hacer?
—No estamos discutiendo —decimos a la vez. Ella nos laza una mirada escéptica.
—Entonces genial. Tú, Tyler, termina de decorar el salón. Y Allison, ayúdame en la cocina.
Mi hermano murmura algo con tono malhumorado, mientras que yo paso de largo sin mirar a mi madre y me dirijo a la cocina.
Desde hace bastantes años, la Navidad nunca ha sido bien recibida en nuestra casa. Y es que cuando dejas al lado la niñez y la ilusión y te adentras en una vida en la que tus padres están divorciados y únicamente reinan las discusiones, todo pierde su encanto.
Sé que mi madre hace lo posible porque lo pasemos bien, pero es difícil fingir que formas parte de una familia como la de los demás. Sobre todo, cuando mi madre se pasa con el vino y comienza a despotricar sobre mi padre, o cuando mi hermano acaba por dejar la mesa y se encierra en su habitación. No lo culpo, porque si mi madre no se quedase sola, yo también lo haría.
Aun así, este año mi madre ha decidido invitar a mi padre pasar la Nochebuena con nosotros. Tyler estuvo insistiéndole para que lo hiciera, e imagino que logró convencerla. Sinceramente, no sé qué esperar de esta extraña reunión familiar, dado la relación entre mis padres y el enfado eterno que mi madre parece tener conmigo. Supongo que lo único que puedo hacer es cruzar los dedos y rezar para que nada acabe en desastre.
—¿Cómo va el pastel de calabaza? —me pregunta mi madre, sobresaltándome. Me giro para mirarla, sin molestarme en bajarme de la encimera sobre la que estoy sentada. Después, me vuelvo hacia el horno que tengo enfrente, donde el pastel está terminando de hornearse.
—Le quedan cinco minutos —le digo.
—¿Por qué no os vais preparando tu hermano y tú? Yo me encargo de esto.
Asiento y me bajo de la encimera, dirigiéndome hacia la puerta. No obstante, antes de cruzar el umbral, mi madre me detiene.
—¿Allison?
Me vuelvo para mirarla de nuevo, expectante. Su rostro está serio, aunque sus ojos denotan cierta tristeza.
—Sabes que solo quiero lo mejor para ti, ¿verdad? —me dice. Bajo la mirada, clavándola en las baldosas que forman el suelo de la cocina.
—Sí, mamá —respondo—. Lo sé.
Durante la hora siguiente, me dedico a darme una buena ducha con agua caliente y a desorganizar mi armario en busca de algo decente que ponerme. Sin embargo, nada de lo que tengo me convence. ¿Para qué negarlo? La mayoría de las Navidades las he pasado en pijama, sin preocuparme demasiado por el hecho de que, para el resto del mundo, era una de las noches más especiales del año.

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Inside
FanfictionAllison y Harry, cuya amistad fue destruida años atrás, volverán a unirse para intentar resolver un misterioso asesinato que sacudirá sus vidas. No hay pruebas, y el pasado ha dejado una huella tan profunda en el presente que hará que todo resulte...