𝗗𝗼𝘀

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A los primeros indicios del sol, me desperté.

Tenía el sudor recorriendo me la frente entre mi cabello despeinado y la almohada. Nunca había estado tanto tiempo en lugar como este. La mayor parte de mi vida había estado yendo de allá para acá, con mi madre. Había vivido en muchas ciudades, algunas más grandes que otras, pero, nunca en un lugar con playa.

Mi madre y yo siempre habíamos tenido la capacidad de adaptarnos fácilmente, aunque no tuviéramos otra opción, lo hacíamos con facilidad. Incluso yo, entrando en escuelas diferentes, a mitad del ciclo, tratando de aprender rápidamente y ponerme al corriente.

No estaba seguro si me iba a acostumbrar al clima húmedo y caluroso, lo que daba como resultado un vapor extraño recorriendo mi piel.

Deslice la delgada sabana de mis piernas para levantarme de la cama. Un par de golpecitos llamaron a la puerta, espere un momento y volvieron a llamar.

― Adelante ―dije sin mucha esperanza.

El cerrojo se abrió y luego visualice a Albish, echó un vistazo observándome sentado en la orilla del colchón.

Empujó la puerta y entró.

Su cabello alborotado de la daba un aire más infantil. Su piel lucia más blanca. Tenía los ojos muy abiertos, curvos. Analizaban mi expresión, buscaba una respuesta automática luego de nuestra discusión de ayer.

Los botones de su camisa de manga corta, estaban sueltos. Dejaban ver la fina capa de bello en su pecho. Era de un color guinda con pequeños dibujos de flores. Un pantalón flojo y su calzado.
Su expresión era tranquila.

― ¿Cómo amaneciste?―habló bajo. Con el tono sereno, pero el cosquilleo me avanzo por la nuca.

―Bien ―Mordí mi labio inferior sin dejar de mirarlo.

Asintió. Seguía cerca de la puerta, la cerró despacio y se encaminó hasta el ropero al frente de la habitación, al frente de donde yo me encontraba.
La luz entraba por la ventana de las cortinas abiertas, podía ver el cielo azul, y el sol. Le pegaba directo, sobre el cabello rubio.

―Jonathan. No puedo detenerte, no puedo decirte lo que debes hacer. Sé lo que significa para ti, y lo que sientes por él ―su voz se fue apagando hasta llegar a "él".

―¿Brayden? ―pregunte.

―Si. Brayden, tu madre me contó lo piensas sobre él. Y sé que te hicimos elegir de una manera... No fue justo ―Bajo la mirada al suelo y luego se acercó despacio hasta el colchón. Al final.

―¿Qué es lo que te preocupa? ―pregunte. Si sabía la respuesta, pero, quería entender lo que él estaba pensando.

―Nada, es decir, han pasado un montón de cosas desde que estas aquí, he intentado ser el mejor novio que puedo, te llevé a la casa del lago por qué sentí que te he dejado de lado con todo el asunto, con Emerick ―Alzó la mirada. Volvió a inspeccionar la mía, pero yo solo escuchaba lo que él me decía.

―Nunca lo había sentido así ―le dije.

―No. No estoy seguro de lo que realmente sientes por mi ―Deslizó sus manos por el colchón―. Yo entendería perfectamente, si, vez a Brayden hoy y decides ir con él, marcharte ―su voz estaba apagada. Con un hilo de voz sin sentido.

―¿Me dejarías ir así nada más? ―Fruncí el ceño.

―Una vez te dije que no te haría elegir, no eres prisionero de mí. No me debes nada, y me dolería más que estuvieras aquí conmigo sin sentir nada de verdad, no te sientas comprometido ―Se puso de pie. Se dio la vuelta, listo para alejarse.

En mi, no en ti #3 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora