Albish desapareció de la habitación.
Había dejado un par de hamburguesas y refrescos sobre el buro de una de las camas. Me senté fuera de la habitación, en el balcón, cuando me vestí. Había muchas cosas dando vueltas por mi cabeza. La reacción de Albish y lo que último que me dijo. Honestamente no había pensado en cuando paso, cuando Brayden y yo tuvimos sexo. Había sido muy diferente a las veces que lo había hecho con Albish. Quizá en el contexto en que ocurrieron las cosas. No lo se. Cada una había sido tan perfecta como la otra.
El problema venía cuando pensaba en Albish teniendo sexo con alguien más, lo que significaba. Es decir, no era un problema, pero podía pensar en sí esa persona le gustaba más que yo, la manera en que lo hacía sentir. Era una forma de Albish de decirme que estaba herido. Mierda.
Necesitaba con urgencia salir de aquí, saber lo que había ocurrido con Adam. Se lo habían llevado en la furgoneta para un interrogatorio intensivo con el padre de Brayden, pero yo lo necesitaba para un intercambio por su hijo. Era ahora o nunca.
Aún quedaban dos hora para que el partido diera inicio. Me acerque al cajón del buro cerca de la cama, saque la pistola qué había guardado y salí de la habitación. Baje unos pisos a la planta baja donde encontré a Albish en una de las mesas de la cafetería. Me miró un momento. Desvíe la mirada hacia la puerta principal, donde la furgoneta se estacionaba. Salí hacia ella a toda prisa para ver al padre de Brayden bajar del copiloto.
―¿Dónde está Adam? ―le pregunto.
―¿Qué es lo que quieres? Necesitamos al hombre para poder charlar con tu jefe ―respondió.
―Ya tengo un trato con él. Es mi boleto de salida, me darán a Brayden si se los entrego.
Albish cruzo la entrada, se detuvo a mi lado derecha con los brazos cruzados.
―¡Esto no es un juego! No puedes hacer esa clase de tratos. ¿Crees que va a dejarte salir ileso? Tú como mi hijo corren peligro, al igual que Adam y lo que él les puede dar. Necesitamos capturar a todo el círculo…
―Tengo dos horas para llevarlo al estadio, si no aparezco ahí con Adam, va a matar a Brayden…
―Es un buen plan. Podemos seguir el juego. Rodeamos el estadio con más unidades para que no puedan escapar. Rescatamos a Brayden y capturamos al círculo, al menos a quien podamos, seguramente nos llevarán con ellos tarde o temprano ―dice Albish con mucha calma.
El padre de Brayden se queda en silencio un rato. Luego agita la cabeza.
―Tenemos que avisar a la ciudad y mover a los refuerzos ―Lo piensa con cautela―. Debemos llevar la furgoneta hacia el estadio, quizá hacer el cambio en el estacionamiento. Necesito hacer un plan.
Albish me sujeta del hombro para regresarme al interior del hotel. Me deja en uno de los sofás de la entrada.
―Debiste decirme que ya habías hecho un plan para salvar a Brayden. No te muevas de aquí, por favor. Iré con él para ver lo que podemos hacer. Se dio la vuelta, metió su mano en el bolsillo de su pantalón para sacar un teléfono. Salió de regreso a la calle y solo vi su reflejo en los cristales de la puerta de entrada. Tenía un escalofrío que me recorría la piel, no sabía si todo iba a resultar bien o sería un desastre. Cualquier cosa extraña, como la policía rodeando el estadio debería ser una alarma para Stanley. El que yo no apareciera a tiempo o que me vieran con alguien más, todo podía acabar con la muerte de Brayden y todo sería mi culpa por haberme sentido tan valiente, con el poder suficiente para enfrentarme a ellos, aunque ahora mi poder estuviera en esa furgoneta. Muerte.
Parecía que se había ralentizado el tiempo. El sol comenzaba a pintar las nubes con el crepúsculo. Muchas personas entraban al hotel conforme pasaba la hora, estaba inquieto, jugando con mis dedos sudorosos y con las posibilidades, quería correr, quería robar la furgoneta, quería vomitar y tenía la boca seca. Una necesidad tras otra.
Albish, cruzo la entrada. Ladeo la cabeza hacia mi y se acercó. No podía descifrar su expresión, pero podía ver la tristeza en sus ojos, una que conocía a la perfección. Se sentó en el sofá de mi lado derecho.
―Te llevare en el auto hacia el estadio para decirte lo que tienes que hacer.
Asentí que entendía.
Subí al auto con un temblor. Los nervios me recorrían el cuerpo como calambre, dejé la cabeza contra el asiento y mis manos sobre las piernas, estaban demasiado sudorosa. Me limpie las palmas un par de veces contra el pantalón oscuro. El reloj del tablero marcaba las 19:14. El partido iniciaba a las ocho, por lo que quizá, ya comenzaba a llegar la gente a ese sitio.
Podrían pasar muchas cosas. Pensar en Brayden, en si estaba igual de nervioso que yo. Si lo habían golpeado por creer que conocía mis planes, el fue quien me metió en esa misión y dijo que respondía por mi en caso de las cosas no salieran bien. ¿Si ya lo había matado? ¿Si era una trampa?
―Jonathan. Perdón por como reaccione hace un rato, en la bañera ―su voz me trajo de regreso.
―Esta bien, se porque lo hiciste ―me volví a él.
―Jamás había sentido celos, no en esta magnitud. No había imaginado o previsto tu encuentro con él, hablo de lo sexual. Verlo en mi cabeza resultó extraño, el hecho de que deslice sus manos sobre ti, su boca encima de la tuya…
―No puedes lastimarme más de lo que yo lo he hecho ―repuse.
―Estamos a mano. Los dos nos hemos hecho tanto daño el uno al otro. Pensaste en ti, no en mi ―continuo, otra vez dirigiéndose a algo peligroso.
―Yo jamás lo hice con esa intención, a diferencia de ti, que decías que era para protegerme, creo que era de ti mismo y de tu mundo. Yo solo estaba ahí, asustadizo por lo que me hacías sentir. Descubriendo partes de mi que no conocía, mientras tu jugabas conmigo, un día me querías y al otro me alejabas, no merecía nada de eso y aún así me quedé. Te salve la vida, asesine por ti y no fue suficiente, jamás ibas a estar para mi. Esperaba que por una vez, pensaras en mi, no en ti. Amo a Brayden de la misma manera en que te amo a ti, es algo que no puedo entender. Quisiera que no fuera de esa manera porque solo me ha condenado a un puto infierno. Espere demasiado para entregarme a él si es lo que te preocupa. No me metí con él en cuanto escapamos, ocurrió apenas un par de días atrás, y solo fue una vez…
―No iremos al estadio, Jonathan. No voy a perderte otra vez. Ellos van a encargarse de hacer otro trato con Stanley, un mejor plan. Así que necesito que me des el teléfono que te dieron.
―¿A dónde me estas llevando? ―pregunte.
―Vamos al aeropuerto, te sacaré de aquí lo antes posible. Antes de que te encuentren.
―Escúchame, si no llego a ese estadio con Adam, él va a matar a Brayden. No es una opción, te estoy diciendo que necesito hacerlo. Ahora detén el maldito auto ―le hable con furia.
―No tengo intención de detenerme. No ahora que te tengo conmigo.
El impulso brotó desde el interior de mi alma. Metí mi mano a mi pantalón, saque la pistola y le apunte a la cabeza, me tembló la mano, me dolió el pecho y todo se detuvo. Piso el freno del auto y se detuvo en seco.
―No estoy jugando, Albish. Si no vas a llevarme al Estadio, necesito que salgas del auto y te apartes.
―No vas a dispararme, no lo harías ―soltó un suspiro.
Pegue la punta de la pistola a su cabeza, encima de la oreja. Empuje su cabeza con fuerza.
―Me entrenaron para apagar mis sentimientos. No quiero hacer esto, así que solo baja del auto, Albish. Tienes que hacerlo ―mi voz fue calmada, robótica quizás.
―Elegiste a Brayden, ¿cierto?
―No tengo que decidir, escúchame. Te amo, eres el primero, mi familia. No es que pueda darme la vuelta y olvidarte, hacer como que nada de esto ocurrió e inventarme una nueva vida. No quiero que todo se vaya a la mierda, una vez te salve a ti. Ahora necesito salvarlo a él. ¿Es muy difícil de entender?
―Tú dímelo, tienes una pistola apuntando a mi cabeza. Tú , mi Jonathan ―me volvió a temblar la mano.
―Por favor, Alby.
―Si te dejo ir ahora, estarás esperándome después. No se como continuar viviendo si no te tengo, Jonathan. No quiero vivir si no es contigo ―Albish comenzó a llorar. Tenía las manos alzadas sobre el volante, estaba temblando al igual que yo.
―Sabes que siempre voy a ser tuyo. No importa lo que pase.
Albish abrió la puerta, bajo despacio un pie tras otro hasta salir del auto. Baje la pistola, y cerró la puerta. Se inclino hacia mi para besarme, sujeto mi cabeza con ambas manos. Deslizó su suaves piel sobre mis labios, me sumergí en el sabor de su boca, con el hambre que tenía de mí, su movimiento fue fuerte. Cuando se alejo. Comencé a conducir hacia un rumbo fijo.
Había perdido la cuenta de las veces que había llorado en el día. Las lagrimas caían por mi cara, una tras otra, a pesar de que no tenía llanto. Pedí información por las calles para llegar al estadio. La pesadilla apenas empezaba y yo le había puesto una pistola a una de las personas que más amaba en el mundo.
Quedaban veinte minutos para llegar, o para que el partido diera inicio. Las calles alrededor era un hervidero. Así que decidí salir del auto, echarme a correr por la calle hacia la plaza chocando contra multitudes de personas. Saltando entre semáforos y esquinas, esquivando peatones solitarios. Al llegar al estacionamiento del estadio, me retuerzo al recordar que me falta la parte más importante, no tengo a Adam conmigo. Mi boleto de salida, la persona que necesito para hacer mi maldito trato la he dejado atrás. Si me ven llegar sin él, seguramente lo mataran.
Sacó el teléfono del bolsillo de mi pantalón, busco el número con el que llame la última vez a Brayden. Esperó un momento y me acerco hacia el estadio. Las taquillas están por todo el frente lleno de una gran multitud. Observo el infinito estacionamiento lleno de autos de todos los tamaños. Me acerco a la siguiente calle, donde parece haber un pequeño carril que entra a un costado del estadio. El angosto carril baja hacia un estacionamiento subterráneo, en el interior veo unos cuantos vehículos, camiones y una furgoneta.
Regreso hacia el estadio. Observo las escaleras eléctricas que llevan a la plaza del costado, en el lugar, observo una hilera de locales y pequeñas casetas al centro del pasillo. El balcón está rodeado por cristales qué permiten ver al interior del estadio. Muchas personas están de pie observando el partido desde ahí.
Podía recordar con mucha claridad la primera vez que vi a Brayden, el sentimiento que me provocó, la rabia que me recorrió al ver como jalaba a su hermanita por estar fuera de la casa jugando conmigo en el jardín haciendo coronas de flores. Desde ese momento ese sentimiento se quedó conmigo, todo lo que Brayden significaba era que no quería estar cerca de él. Luego, fue enviado a la misma escuela que yo.
Cuando pienso en todo lo que sucedió desde se momento, es como si un remolino de pensamientos y recuerdos rodeara todo mi cuerpo, cada cosa, cada palabra, cada sensación, todos los sentimientos, las miradas y las voces, podía sentirlas por mi piel como escalofríos, cosquilleos infinitos qué solo hacían que mi cuerpo se retorciera
La multitud esta en todas partes, sobre las entradas del estadio, en el estacionamiento, por las calles de los alrededores y aquí en la plaza. El viento frío de la noche comienza a acariciarme el rostro, siento el corazón como se contrae en mi pecho, me cuesta respirar. Aún así, me pego al filo el cristal. Marcó al número de teléfono, dan dos timbres y Stanley responde.
―Estas retrasado, quieres que asesine a tu novio? ―pregunta con brusquedad.
―¿Dónde esta él? No puedo entregarte a Adam si no veo a Brayden, sano y salvo.
―Necesito a mi hombre sano y salvo, así que por que no vienes aquí. Estoy de pie en la estatua del olímpico y me entregas a mi hombre ―responde.
Miro hacia esa dirección. La estatua esta al centro de la zona de las taquillas, observo a través de la multitud que se mueve de un lugar a otro como una enorme nube de cabezas. Distingo la figura de Stanley de pie junto a Brayden.
Siento un vuelco en el pecho, otro temblor me recorre desde las entrañas
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En mi, no en ti #3 ✅
RomanceJonathan piensa que esta vez las cosas irán bien, pero mientras no deje de pensar en Brayden y que ha tomando una decisión equivocada, nada de eso sucedera. Cuándo descubre que Brayden se encuentra en peligro por sus actos del pasado, una vez más, h...
