𝗡𝘂𝗲𝘃𝗲

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Camine en dirección a la cabina telefónica sin estar seguro de lo que iba a hacer. Busque el pequeño trozos de papel con el número telefónico. Marque el número y espere a que sonará, en el tercer timbre, Brandon respondió.

―¿Diga? ―escuche la voz.

Trague saliva y respire profundo.

―Pa-p… ―me tembló la voz―. ¿Brandon?

―¡Jonathan! ¿Dónde estás? Escuché los disparos y tuve que regresar pero ya no estabas ahí. ¿Estás bien?

―No, no lo estoy. Venían por nosotros, logré escapar y necesito de tu ayuda… Estoy en el Centro Médico de Pittsburgh ―le dije. Había un malestar en mi pecho y no sabía cómo identificarlo.

―Necesito que te muevas al este, toma el autobús hacia Brighton Heights. Encontrarás un parque de edificios de departamentos. Edificio tres, departamento 5. La llave está debajo de una de las macetas de la entrada.

―No quiero que le digas nada a Albish, ni tampoco a mi madre, no por ahora.

―No se a que estas jugando, pero espero que sepas lo que haces ―me dijo.

El Centro Médico está obligado a reportar todas las heridas de bala a la policía. Nos hicieron un interrogatorio a ambos sobre lo que había ocurrido. El primero en pasar con el oficial de policía fue Brayden. Espere a que saliera de la habitación esperando que no fuera a decir algo que nos pusiera en aprietos.

Al salir, se acercó con pasos pequeños hasta mi. Se inclinó un poco.

―Fue una bala perdida, estábamos en la estación de autobuses de la autopista, nos dirigíamos a Mar y vinimos al hospital más cercano ―me susurro al oído.

Asentí que entendía y me encamine a la habitación para mi interrogatorio.

Al final nos dejaron marchar al ver que nuestras historias coincidían y por qué en sí, no había pasado nada malo en los alrededores que pudiera incriminarnos. Aún.

El camino fue una vez más en silencio. No pregunté nada sobre cómo se encontraba su herida. Tenía la mente hecha un lío y Brayden era un idiota.  No tenía la más mínima idea de cómo nos saque de ahí, había tomado un auto de alguien y conduje enloquecido por la autopista esquivando autos cuando solo había conducido un par de veces. Le tenía miedo a esa parte de mi, había vivido con ella toda la vida y la primera vez que salió de mi, asesine a dos chicos todo para salvar a mis amigos.

No quería decirle a Albish ni a mi madre, no porque fuera un capricho, era solo por precaución. Ellos ya habían estado aquí conmigo en el infierno y no iba a permitir que volvieran a estarlo. Venían por Brayden y yo no lo iba a permitir, así que él era mi preocupación solo por ahora. Quizás hasta que él me lo permitiera.

Una parte de mi, también, una muy oscura y pequeña, pensaba en sí realmente valía la pena, es decir, a él no parecía importarle demasiado nada. No se preocupaba ni por sus padres, su madre y la pequeña Molly. Mucho menos le importa alguien como yo que le había roto el corazón. Estaba a punto de ir a entregarse como si nada… Diciendo que estábamos a mano.

Mis traumas del pasado se asomaban, y podía ver las cicatrices que me habían dejado. Y también, que después de haber sido valiente, de sacar fuerzas de no se donde, estaba apunto de derrumbarme aunque trataba de ser lo más fuerte. Mis heridas arden.

Se había hecho de noche por completo cuando bajamos del autobús. Entré a un pequeño supermercado en la esquina de la Avenida. Compre agua embotellada y sopa instantánea, al menos por ahora. Brayden me espero afuera sin abrir la bocota que tenía, otra vez, de pronto, no tenía absolutamente nada que decir.

En mi, no en ti #3 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora