𝗦𝗶𝗲𝘁𝗲

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Mi madre se recostó en una de las camas de la playa, llevaba puesto un vestido claro y flojo que se agitaba con la brisa fresca de la tarde, su cabello borgoña lo enredó en una trenza larga colgada de su hombro y sus lentes de sol oscuros.

Albish estaba sentado en la banca fuera de la casa, me observaba desde la lejanía, me sonreía cuando nuestros ojos se topaban.

Kyle y Sam se lanzaban el balón de un lado a otro a través de la playa, el balón iba de un lado a otro hasta que salía volando al océano.

Me encontraba sentado en la arena caliente a un costado de mi madre.
Se me agitaba el cabello y la piel me sudaba por el sol, a pesar de que ya me había acostumbrado a estar aquí, seguía sintiendo la necesidad de recordar mis antiguos hogares.

Casi siempre estuvimos cambiado de residencia y de escuela. Habíamos seguido esa misma línea desde que terminé la Secundaria, y la Preparatoria se volvió un sin fin de nuevas experiencias hasta el día de hoy, es decir, hace dos años nunca hubiera imaginado que terminaría aquí.

―¿Dónde está Brayden? ―Mi madre me preguntó.

― Supongo que dentro de la casa, o quizá sigue en su habitación.

― Hablaste con él, ¿cierto? ―A pesar de que no miraba sus ojos directamente, sabía que intentaba ver más allá de mi expresión.

― Sí, pasé la noche en su habitación... No le he dicho nada, más que lo que he pensado desde que descubrí la locura que ocurre a mi alrededor y que no soy parte...

― Deberías empezar a entender a Albish, y sus motivos. Estoy segura de que si fuera al contrario, tú harías lo que él está haciendo ―Levantó sus gafas para verme.

Asentí resignado de que ella tenía razón, seguro que haría lo mismo que Albish sí el caso fuera al contrario.

― Seguramente lo haría.

― Se que todo está sucediendo de una manera que ninguno puede, podemos, manejar. Pero, van a salir lastimados de alguna manera sí no... ―Busco las palabras. Mire en su ojos lo que trataba de decirme, no quería que lo dijera, pero, no había otra manera para que yo entrara en razón―. Brayden va a vivir aquí, y Albish también. No puedes plantarte en la habitación de uno de ellos sin que los demás piensen lo que, yo sé, que no está sucediendo.

― Lo entiendo. Hablé con Albish esta mañana.

― No quiero presionarte, cariño, pero, tu serás quien viva en esta vida. Tus decisiones son las que te van a llevar hacia donde tu elijas, nadie puede elegir por ti, pero comienza a hacerse tarde.

Recorrí mi mirada por la arena hacia el filo, donde las olas absorbian la tierra haciéndola suya un pequeño instante y regresando hacia atrás otra vez.

Mi madre siempre había tenido la capacidad para decirme las cosas de una manera que se quedarán en mi cabeza por mucho tiempo, o para hacerme sentir mal o para hacerme sentir mal por mi estupidez.

―Hable con Brandon... ―musito. Esperando por mi.

― ¿Qué? ¿Sobre qué? ―sorprendido respondí.

Brandon, aquel hombre que era mi padre. Y por mucho tiempo pensamos que era el villano en nuestra historia, eso fue lo que nos hicieron creer, que había sido el asesino de la familia de Albish y que vendría por él para asesinarlo en cualquier momento.

Al final, descubrimos que él no había tenido nada que ver directamente con eso, que alguien más se había hecho pasar por el.

―Él quería saber si tú... Quiere conocerte.

En mi, no en ti #3 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora