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-Llevas razón – le abracé – echaba de menos estas conversaciones contigo.

-Nunca las tuvimos – su risa llenó el salón – siempre era tu madre la que te aconsejaba.

-Es verdad – me reí también – mamá era la que daba consejos y tú el que dabas órdenes.

-Sí, y no sabes lo que me arrepiento de haberte obligado a casarte con ese gilipollas.

-Bueno, no te culpes – lo volví a abrazar – así descubrí lo que no quiero de un hombre.

-No te entiendo – esta vez era mi padre el que no entendía lo que le decía.

-Pues que quiero un hombre que me admire, que me considere una mujer fuerte y decidida, que es lo que soy. No quiero un muerto que parece que le tiene que pedir permiso a un huevo y luego al otro para acostarse con su mujer.

-Joder – se fue del salón gritando y riendo – sigo siendo tu padre Victoria, no hace falta que me cuentes esas cosas.

-Pero papá – le seguí – es justo querer un amor como el que tú tuviste, o es que piensas que no veía como te comías a mamá con la mirada o no se os escuchaba hacer vuestras cosillas – lloré de la risa al ver su cara sentado ahora en el sillón del despacho - si papá – seguí – se os escuchaba.

-Cierto – mi hermano estaba detrás de mí y cuando le miré, en su mirada vi el amor que antes me tenía, ya no me culpaba tampoco – el joder Ada, vas a acabar conmigo – imitó la voz de mi padre – nos provocó pesadillas durante años.

-No está bien que os riais de vuestro padre niños – utilizó un tono enfadado pero sabíamos que no lo estaba ya que su cara indicaba todo lo contrario

-Massimo, ahora no que los niños nos pueden escuchar – mi hermano lo volvió a repetir – lo recuerdas Victoria?

-No me odias? – yo estaba sorprendida y necesitaba saberlo.

-No – abrió los brazos y yo me tiré a ellos – no odio a mi hermanita mayor, de hecho te pido disculpas.

-No hace falta – ahora me encontraba llorando.

-Si Vick, me equivoqué y dejé que el dolor me cegue. Lo siento mucho y pienso recuperar todos este tiempo.

-Por fin – suspiró mi padre – solo faltaría África en esta reunión familiar.

-Ha vuelto a recaer, así que papá lo siento pero la he ingresado en otro centro, esta vez parece una cárcel ya que no los dejan salir fuera y visitas solo le son permitidas una vez que están recuperados del todo.

-Lo sé hijo, has hecho lo mejor.

Decidimos irnos a la cocina, seguíamos con la costumbre de mi madre, al no ser que hubiera invitados la familia desayunaba, comía y cenaba en la cocina. Ahora Clara, después de volver de pasear a mi princesa, nos preparó unas tostadas con salmón y una sopa de pollo para comer. Mi hermano, mi padre, ella y yo estábamos sentados alrededor de esa mesa. Antes de hablar mi hermano, yo estaba observando a mi padre como de vez en cuando miraba hacia la silla vacía, aquella silla que solo mi madre ocupó y que desde que ella no estaba, nadie había vuelto a sentarse en ese lado.

-Vick, recuerdas cuando los tres nos escondimos en los armarios de la cocina y mamá nos buscó durante horas?

-Si – asentí riéndome – y también las collejas que nos dio, o cuando nos metimos debajo de su cama en medio de la noche para enganchar a papá de la pierna.

-Si, esa noche por poco y acabamos muertos – todos nos reímos – papá, sacaste el arma y apuntaste al frente donde estaba África con su muñeco de peluche.

Hija abandonada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora