Dejé a la pequeña con Mary y seguí afuera a Leonardo. El coche estaba en la piscina. Varios hombres intentaban sacarlas pero ella había puesto los cerrojos y solo quedaba reventar los cristales de estas.
Leonardo dio a orden de llamar a la policía, ante todo era mejor que ellos mismos lo vieran y no esconder los cuerpos y luego ser buscado o incriminado por la policía. Diez minutos después, cuando la policía llegaba junto a la ambulancia, era demasiado tarde. Tanto Agatha como la niña habían muerto.
Eran las doce de la noche cuando por fin me metí en la ducha y me relajé. Desde ese momento los guardias no habían dejado de hacer preguntas. Menos mal que Leonardo tenía cámaras puestas en todos los lados y ellos vieron los videos de como todo sucedió.
-Por fin, todo ha terminado – se apoyó en la puerta del baño mientras yo me secaba el pelo todavía envuelta en la toalla.
-Me ha dejado alucinada, como ha podido hacerle eso a su propia hija?
-Nunca la quiso. La niña a ella le daba igual. Tenía hombres vigilándola y siempre me informaban de como de mal trataba a aquella niña.
-Qué pena, esa pequeña no pidió nacer.
-Sabes, una de las cosas que más me llamó la atención cuando te conocí fue el brillo en tus ojos cuando dijiste que tenías una niña. Desde ese momento supe que eras una buena madre – me abrazó
-Leonardo, no es el momento – le dije mientras el desabrochaba mi bata.
-Lo siento cariño pero te necesito.
Me desperté a las 7 de la mañana, el horario lo tenía hecho a mi niña.
-Shhh, sigue durmiendo.
-La niña estará despierta ya.
-No, ya le he dado el biberón y se ha dormido igual que un bebé otra vez – me abrazó – asi que sigue durmiendo un par de horas más.
Le hice caso y me desperté a las once cuando ya los gritos de Vick se escuchaban por toda la casa. Me coloqué una bata y decidí ir abajo a ver que le sucedía. Al entrar en la cocina, Lucia le estaba haciendo cosquillas.
-Buenos días – saludé y después de besar a la pequeña me senté con una taza de café en la mano, permitiéndoles seguir jugando.
Entró otro hombre con Leonardo detrás y los dos se me quedaron mirando.
-Todos fuera. Fuera he dicho – Leonardo estaba enojado – llévate a la niña Lucia.
-Qué sucede? – estaba intrigada.
-Victoria – se acercó a mi igual que un león enjaulado pero yo me puse de pie y me acerqué al fregador donde dejé mi taza de café. El me siguió y se puso delante de mí. Cogió un pezón entre sus dedos y comenzó a acariciarlo – mi hombre acaba de ver a mi mujer en pijama – yo me retorcí del gusto que me daba y de lo que me hacía en ese momento, despertaba en mi.
-Llevo la bata – dije echando la cabeza hacia atrás gimiendo.
-Llevas la bata sin atar y mi hombre acaba de verle a mi mujer las tetas – comenzó a besarme el cuello y me levantó colocándome encima de la encimera, quedándose entre mis piernas y entrar en mi.
-Joder, prometo llevarla así todos los días si este es tu castigo.
Cada vez empujaba más fuerte. Me tapó la boca para que mis gritos no se fueran a escuchar en toda la casa y asustar con ello a los demás.
-Victoria, sube a cambiarte ahora y no quiero que nadie más te vea así, solo yo. – asentí y después de darle un beso corto en los labios le hice caso.
Pasó un año desde aquel momento.
Me encontraba en el salón sentada con un libro delante, aunque tenía la vista perdida.
FLASHBACK
-Venga hija, Leonardo está preguntando por ti.
Me miré por una última vez en el espejo, viendo aquel vestido blanco roto de corte princesa. Mirando si llevaba todo en orden, algo nuevo, la pulsera que mi padre me dio. Algo viejo, los zapatos rojos que mi madre llevó en su día y que guardó como su bien mas preciado. Algo regalado, los pendientes que ella misma me regalo cuando cumplí los 18 años y algo azul, mi anillo con una piedra azul.
-Ya estoy lista papá.
Le cogí del brazo y bajé las escaleras para subirnos al coche que nos estaba esperando. Nos llevaron a la Iglesia donde todos estaban ya dentro, menos mi hermano con mi hija.
-Siento que África no haya podido venir – me besó la frente – espero que seas muy feliz.
-No te preocupes, lo más importante es que ella se recupere.
Juan le dio a mi hija una canasta con pétalos de rosas blancas y rojas y comenzó a caminar delante de mí.
FIN DEL FLASHBACK
-Victoria – Leonardo estaba delante de mi, llevábamos casados cuatro meses exactamente – te estoy hablando.
-Lo siento, que decías?
-Que si te has hecho ya el test de embarazo.
-No Leonardo, no hace falta. Me ha bajado la regla.
Asintió sin más y se fue otra vez a su despacho.
Estos meses entre nosotros fueron maravillosos. Los dos juntos, preparamos la boda eligiendo los colores blancos y negros tanto en decoración como en los obsequios para los invitados. La pena es que no tuvimos luna de miel, varios problemas surgieron en la empresa y él tuvo que atenderlos.
Desde hace dos meses Leonardo me persigue realmente durante mis días fértiles. Quiere tener un bebé por encima de todo, pasando incluso por encima de mí que no estoy de acuerdo. Mi hija es muy pequeña y todavía necesita de mis cuidados. No me veo capaz de cuidar a dos bebés a la vez y me encantaría esperar mínimo dos años más, pero eso no entra en las posibilidades de Leonardo.
Viendo como sus ilusiones se frustraban cada vez más, nuestra relación se ha resentido bastante, hasta tal punto que solo se acerca a mi cuando calcula que son mis días fértiles, por lo menos así fue este mes.
Seguí detrás de él y pasé al despacho. Estaba hablando por teléfono así que espere que su llamada fuera a terminar.
-Por que tanta prisa en tener un bebé? Sabes lo que pienso al respecto.
-Porque yo también quiero ser padre.
-Sé que Victoria no es tu hija pero la has tratado como si lo fuera.
-Victoria es mi hija también, pero yo no viví el embarazo, no sentí la emoción de sujetarla en brazos por primera vez.
-Llevas razón, pero me parece que nuestra relación ahora solo se basa en tener un bebé.
-Que quieres Victoria? Habla claro que no tengo tiempo – estaba de mal humor.
-Que quiero volver a tener a mi marido conmigo todos los días, no solo cuando soy fértil.
-Estoy muy ocupado y cuando llego a casa solo me apetece dormir. A eso cariño, súmale que Victoria solo quiere dormir con nosotros.
-Bueno, déjalo. Iré a la guardería a por la pequeña.
-Ahh, por cierto. Estás despedida – me tendió un sobre en el cual estaba mi finiquito.
-Que? No puedes hacer esto, es mi trabajo.
-Es mi empresa y tú eres mi mujer. Te quedarás en casa a partir de ahora.
-No puedes consultarlo conmigo al menos?
-Venga, que vas a llegar tarde.
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Hija abandonada por la mafia.
RomanceVictoria, la niña que Ada y Massimo adoptaron. Victoria, la mujer que hoy recordaba su infancia con una sonrisa en la cara. Victoria, la mujer que comete un error. Un error que se llevará a su madre a tres metros bajo tierra. Un error que la aparta...