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Leo cogió a mi pequeña en brazos antes de subir por aquellas escaleras y ver que arriba solo había habitaciones. Cuatro puertas, cada una con su baño. La primera que abrió fue la nuestra. Era de color blanco. Lo que más me llamó la atención fue que las paredes, menos las del cabecero de la cama, eran de cristal, todas daban a la parte de delante de la casa. Tenía también una tele en la habitación y un sillón en la esquina de esta.

Al vestidor se accedía desde la parte derecha de la cama, un hueco en la pared y dentro del vestidor había dos puertas, una que daba al baño y otra que no abrió.

La siguiente habitación era la de mi hija, ella solo tenía una pared de cristales y era de color rosa. También tenía un vestidor con un montón de ropas y un baño.

-Gracias – le dije y me acerqué a él

-Vamos, son las 11 de la noche y la pequeña – la vi bostezar – tiene sueño.

-Estará bien? – pregunté mientras en el cambiador le ponía su pijama de princesas

-Si, la casa está vigilada 24 horas al día, de hecho si alguna vez sales y encuentras a algún hombre armado no te asustes.

-Soy De Luca – este sonrió – sé lo que es vivir con un mafioso.

-Si, lo único es que has cambiado de mafioso. – yo asentí y me reí.

Cuando mi hija estaba durmiendo me fui a la habitación y me quedé mirándole, quería pedirle permiso.

-Estás en tu casa – me pasó el mechón del pelo detrás de la oreja – haz lo que quieras.

Tal y como dijo pasé al vestidor donde pude encontrar ropa de mi talla sin habérmela comprado y accedí al baño, era enorme de color negro todo con las paredes blancas. Me metí en la ducha y encontré productos que yo en mi casa utilizaba. Cuando salí decidí mirar en los cajones del lavabo y también, lo mismo. Con la toalla en la cabeza y un albornoz puesto caminé hacia Leo que estaba viendo la tele.

-Que es todo esto?

-Sorpresa – contestó ilusionado – no te gusta?

-Pero...

-Quería pedírtelo tarde o temprano y hoy después de ver el mal rato que pasaste decidí hacerlo. Todo esto fue comprado a última hora, cuando dijiste que sí, todo lo de aquí y lo de la habitación de Vick.

-No hacía falta – sonreí, nadie nunca tuvo un detalle igual conmigo.

-Solo lo he hecho con la intención de que te sientas como en tu casa.

-Te lo agradezco – volví al baño a secarme el pelo y después de peinarme, me coloqué un pijama de pantalón corto negro y me tumbé a su lado en la cama.

Esa noche en esa casa lo único que se escuchó fue el sonido de los pasos de los guardias. Leonardo se había quedado durmiendo antes de salir yo del baño.

Por la mañana , los brazos de Leonardo me rodeaban la cintura.Miré mi móvil y eran las 8 de la mañana. Mi niña , pensé, ya llevaba cerca de una hora despierta. Ahora sí, dormía del tirón por las noches pero a las 7 o antes estaba despierta. Era Domingo.

-Leonardo, suelta – quité su mano y él se quejó en sueños - la pequeña estará despierta.

Me coloqué una bata negra y fui a la cocina donde la pequeña estaba caminando por ahí, dándole guerra a Mary y a Lucia.

-Victoria, ven – ella salió corriendo de la cocina.

-Señora, ya ha desayunado y la hemos cambiado.

-Gracias Mary. Victoria – aquella casa se llenó de las risas de la pequeña mientras yo la perseguía – ven, deja de correr.

-Mamá – volvió a gritar intentando subir por las escaleras y yo la pillé .

-No pequeña, las escaleras no.

Con ella en brazos me fui a la cocina donde pedí un café. Lucia me miraba de reojo, era una morena preciosa, la verdad es que tenía bastante parecido a Mary.

-Es mi hija – sonrió Mary al verme mirarlas mucho.

-Te lo iba a preguntar, os parecéis mucho. – sonreí y ahora miré a Victoria que estaba intentando alcanzar el bote con azúcar de la mesa – Vale ya hija.

-Buenos días – saludó Leonardo al entrar a la cocina y mirarme de arriba abajo sin poner buena cara.

-Señor quiere desayunar?

-No, Victoria ven un segundo.

Terminando mi café fui detrás de él al salón y en la alfombra dejé a la pequeña mientras yo me acercaba donde Leonardo estaba, mirando por las ventanas.

-Vick, espero que no te siente mal lo que te voy a decir pero – trago saliva – me gustaría que no fueras caminando por la casa así.

-Llevo una bata – le dije defendiéndome.

-Da igual, por el día suele haber más gente dentro de la casa que fuera y no me gustaría que mis hombres vieran a mi mujer sin sujetador o con este minúsculo pijama.

-Vale, lo entiendo – era cierto, lo entendía pero me había sentado un poco mal.

El me besó la frente y se sentó en la alfombra a jugar con la pequeña mientras yo iba arriba a ponerme un vestido de cuello alto verde y unas cuñas. Cuando volví a bajar Leonardo estaba encerrado en su despacho y Victoria seguía dándoles guerra a las cocineras. Miré el reloj que llevaba en mi muñeca izquierda y eran las 9 de la mañana. Volví arriba y mientras la pequeña rodeada de almohadas y cojines estaba viendo los dibujos en la tele, yo colocaba mi habitación. Una hora después, mientras me sentaba en la cama, llamé a mi padre para contarle que ahora era vecina suya y él me felicitó.

Me quedé toda la mañana encerrada en la habitación, cuidando, bueno más bien viendo como mi pequeña dormía y asumiendo que esta tarde estaría dando guerra.

Era la 1 cuando Leonardo entró en la habitación y al ver a Victoria durmiendo, habló flojito.

-Mary tiene la comida preparada.

-Vale – desperté a la peque y con ella en brazos, llorando por interrumpir su sueño, bajé a la cocina donde Leonardo estaba ya sentado en la mesa con un plato de lasaña.

Me senté en la mesa y comencé a darle a mi princesa su puré mientras yo aprovechaba cada vez que ella tragaba y comía un cachito de mi lasaña.

-Mary, mañana Victoria y yo nos iremos a trabajar.

-Si señor – asintió ella – me encargaré de la pequeña, no se preocupe.

-Gracias – dije yo y ella sonrió para volver a sus quehaceres.

-Esta noche tengo una cena. Podrías acompañarme?

-Que cena?

-No es de las que piensas. Mi cuñada va a presentarme a su novio.

-Como? – si, como se masticaba eso.

-Tuve un hermano que falleció hace cinco años, yo era el pequeño. Mi cuñada, con la que seguimos teniendo relación, aparte de que es muy buena persona, por mi sobrino, quiere presentarme a su novio, tienen pensado casarse.

-Vale, nos podemos llevar a Vick?

-Si, claro.

A las cinco de la tarde, cuando Victoria estaba otra vez durmiendo y Leonardo encerrado en su despacho con su hombre de confianza, yo comencé a ducharme y a arreglarme. Una hora después Leonardo entraba en la habitación.

-Lo siento – se disculpó acercándose a mi, que me encontraba en ropa interior frente al espejo del vestidor – hoy tenía pensado otra cosa pero han surgido unos imprevistos.

-Todo bien – apoyé mi espalda en su torso mientras el me abrazaba.

-Si, todo se ha arreglado – comenzó a besarme el cuello.

Hija abandonada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora