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Hoy llegó a casa temprano, había recogido a las niñas del cole y la guardería y yo estaba ayudando en la cocina a Mary, quería hacerles un pastel de frutas a mis pequeñas.

-La policía viene aquí.

-Qué has hecho?

-Yo nada, vienen a preguntarme sobre mi padre, lo han arrestado.

-Qué ha pasado?

-No debes saber nada más, solo que me cobré los meses que estuviste encerrada y el amenazar a Victoria. Debes entrar en la habitación y no salir hasta que yo te llame, les diré que estás recuperándote del parto.

Sin reproches le hice caso y subí arriba con Leo y las niñas que le estaban mirando mientras él dormía en la cama rodeado de almohadas.

-Qué hacéis? – le pregunté a Victoria

-Mami, bebé –le señaló

-Sí, es un bebé. Tu hermanito – le acaricié la cabeza y ella comenzó a negar.

-No, helmanito no.

-Si – me reí – es tu hermanito. Ahora vamos a bañarnos las tres y luego cenaremos.

-No, mamá. Quielo la muñeca.

-Deja la muñeca ahí Victoria, vamos a bañarnos.

Como últimamente pasaba, la castigábamos día tras día porque nos hacía unos berrinches y nos montaba unos espectáculos que daban miedo. La pediatra nos comentó que era normal, que ella ahora sentía envidia de Leo Junior por que ha descubierto que la compañía de Cassandra es buena, cuando le interesa.

-Ya puedes bajar – Leonardo entró en el baño y las tres estábamos en la bañera salpicándonos agua – vaya, vaya, que tenemos aquí?

-Silenas papi, somos silenas – sí, el cuento de la sirenita le encantaba.

-Ahh si, pues vamos a ver como se rie esta sirena – comenzó a hacerle cosquillas primero a Victoria y luego a Cassandra.

Ayudó a sacarlas de la bañera y secarlas y mientras una iba corriendo y a la otra la tenía en brazos, yo decidí aclararme y secarme también.

-Mami no quiere cosquillas?

-Estoy con la cuarentena – le besé los labios debido al acercamiento.

-Pero papá si quiere cosquillas – sonrió.

-Pues papá se jode igual que yo.

-Pues menos mal que esta niña no sabe todavía hablar, sino se había quedado con todas las palabrotas que dices.

No le hice caso y pasé al vestidor donde me coloqué el pijama.

-Dales tú de cenar, yo estoy agotada – el asintió y yo me tumbé en la cama al lado del pequeño.

Un mes después nosotros hicimos las paces.Mi padre me hizo entender que meter a otra mujer en casa, aunque solo sea para ir a cenar con él y los mafiosos, sería un grave error. También me hizo entender que él necesitaba mi ayuda, que de mi lo único que se esperaba era que ocupara ese sitio en esas cenas y que debía hacerlo.

-Papá – gritó Max al entrar – papá

-Qué pasa hijo? – los dos nos levantamos de la mesa.

-Papá, la mató – comenzó a llorar igual que cuando era pequeño – la mató papá.

Max se fue conforme entró y después de esperar un par de horas a que volviera por que estaba preocupada, decidí volver a mi casa.

-Qué ha hecho tú hermano? – Leonardo estaba también nervioso.

-Qué pasa? – detrás de mi marido apareció Alba.

-Qué te ha pasado? Fue mi hermano – ella negó y comenzó a llorar.

-Fue él – se limpió las lágrimas – fue Iván.

-Venga – me senté en el sofá, a su lado – dime que ha pasado.

-Recuerdas la muchacha que os vendió Iván – nosotros asentimos recordando a esa hija de la gran puta – era la prometida de tu hermano. Se enamoraron en América, ella era modelo pero en un desfile unos hombres la secuestraron y luego se la vendieron a Iván para uno de los prostíbulos. Creo que Iván sabía quién era pero no lo dijo y os la envió a vosotros con la esperanza de que Max la reconociera.

-Lo mató por eso?

-No, Iván le dijo que se le escapó y que no volvió a saber nada de ella. Lo mató por que esta vez me reconoció a mí.

-Como terminaste con él?

-Me pasó lo mismo, solo que conmigo se obsesionó.Se casó conmigo a la fuerza, con un arma pegada a mi cabeza y desde ese día no paró de golpearme y violarme.

-Por qué no pediste ayuda?

-Tenía pensado hacerlo al día siguiente de visitarte, pero cuando te vi en la cena y supe que tú marido era también un mafioso lo dudé. Ayer tú hermano nos encontró mientras él me violaba y me golpeaba porque me negué a tener un bebé. Lo siento Victoria – volvió a llorar – no podía ver como uno de tus niños se casaría con el hijo de un monstruo.

-Shhhh – la abracé – no pienses en eso. Venga, te quedas a dormir esta noche – subí con ella arriba y le hice saber que Mary le subiría la cena.

Vi luz en mi habitación y entré.

-Sabes que si tú hermano se entera de que la he matado, quizás pida venganza?

-Mi hermano no debe enterarse nunca, si ese cerdo se lo escondió quizás fue para no inculparnos.

-Qué haremos ahora? – me abrazó por la espalda.

-Leonardo, si se lo decimos a mi hermano quizás nuestros hijos acaben en un orfanato. Me duele escondérselo, pero quiero ver crecer a nuestros pequeños.

Estaba tumbada en la cama soñando otra vez con el parto de Leo, las prisas que mi marido tenía por llegar al hospital y lo olvidadizo que pasó a ser en unos segundos, que por poco y me olvida hasta a mí en casa, ya que arrancó el coche sin siquiera llegar yo a él.

-Leonardo, déjame dormir, estoy agotada – intentaba quitarle la mano que tenía puesta en mi zona intima.

-No cariño,ya he hablado con la matrona y te han dado el alta.

Después de aquella sesión de sexo interrumpida por Victoria pasé a ducharme, pero mi soledad no duró mucho.

-Joder, no te puedes escaquear así.

-Que quieres que haga? Que me quede debajo de mi marido mientras Victoria decide entrar?

-No, quiero que aprendan que a la habitación no se entra sin llamar.

-Leonardo, son niños, yo lo hice más de una vez.

-No jodas – se sorprendió.

-Sí, y un día los tres nos enfadamos con papá porque le hacía daño a mamá cuando los pillamos en la ducha, igual que ahora mismo estamos tú y yo.

Me apoyó en la pared de la ducha y con mis piernas rodeando su cintura, entró de nuevo dentro.

-Despacio que me haces mucho daño – susurré entre gemido y gemido.

-AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH

-Joder, que pasa ahora? – Leonardo estaba ya de mal humor cuando salió otra vez sin terminar y vimos el peluche de Victoria en el baño.

Me vestí corriendo, sin tener en cuenta que mi pelo estaba chorreando agua todavía y bajé a la cocina donde el llanto de Victoria se escuchaba.

Hija abandonada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora