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-Vick – Leonardo entraba en el baño mientras me duchaba

-No grites que me ha costado mucho dormirlas.

-Nos vamos – dijo guardando ropa en la maleta como la última vez.

-Donde?

-A aquella casita – me besó la frente.

-Y las niñas?

-Se quedan con Mary y Lucia.

-Es muy pequeña – dije mirándole sin entender esas prisas.

-Solo serán unos días, lo prometo.

En vez de dos días como la última vez, fue una semana. En esa semana todo fue como la vez anterior. Todas las veces que hicimos el amor fue con los ojos tapados y las manos atadas.

-Por fin – dije bajándome del coche adolorida – y mis hijas – le pregunté a Mary que estaba en la puerta.

-Durmiendo señora, aunque la pequeña se despertará en breve – asentí y me fui a mi habitación donde la encontré durmiendo igual que un angelito.

-Te eché de menos ricura – le dije cuando abrió los ojos y me miró – ven con mami – la cogí en brazos pero ella esta vez me rechazó el pecho.

-Que pasa? – me preguntó Leo cuando entré en la cocina pidiendo un biberón.

-La niña me ha rechazado, no quiere el pecho.

-Señora, lo mejor para esos casos es un saca leches, así ella seguirá bebiendo leche materna y a usted no le dará una infección.

-Eso haremos – miré a Leo que estaba sentado en la mesa con el móvil en la mano.

Cuando entré en la habitación para dormir a la pequeña Leo venía detrás, estaba como ausente.

-Leo, hemos utilizado protección?

-Qué? – preguntó como si no supiera de lo que estaba hablando.

-Que si te has puesto un condón estos días – le hablé claro

-Ahh, no – se metió al baño y se duchó.

Por la mañana cuando me desperté la pequeña estaba con Leonardo en la cocina y la grande estaba fuera en la arena jugando.

-Lucia está con ella, no se va a meter al agua. – asentí.

-Me vas a decir por que no utilizamos protección? Puedo estar embarazada otra vez.

-No pasa nada. Un bebé más.

-Leonardo, una va a cumplir años de aquí a una semana y la otra no tiene ni dos meses.

-Victoria, tengo otras cosas en la cabeza. Por tener otro más no pasa nada.

Una semana después nos encontrábamos en el salón junto a Mary, Lucia, la mano derecha de Leonardo, cuyo nombre no sabía y nosotros dos, cantándole cumpleaños feliz a Victoria.

-Dónde va? – le pregunté a Leo cuando su mano derecha salió de la cocina corriendo.

-Marco? – asentí, por fin sabía su nombre – está enfermo.

-Y eso? – este levantó los hombros como si no lo supiera

-Tiene naúseas y mareos, de hecho ayer desayunando se desmayó.

-Que raro – dije extrañada- llamaré a un médico.

-No Victoria – saltó Leonardo – tú no te metas, quizás deba tomarse unas vacaciones y ya está.

Hija abandonada por la mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora