-Papá, pega a mamá – las caras de horror de Mary y de Lucia se notaban perfectamente pero aun así intentaban tranquilizar a Victoria.
-Victoria, papá no pega a mamá – le dije firme y notando como mi cuerpo se iba hacia delante. Leonardo había entrado en la cocina sin verme y gracias a que me enganchó de la cintura sino caigo de boca al suelo.
-Sii – siguió llorando – lo ví en el baño.
-Victoria, papá estaba – miré a Leonardo horrorizada, tenía miedo de lo que le iba a decir y más conforme estaba de enfadado ahora mismo – emmm – estaba en silencio pensándolo – encargando otro bebé. – respiré por fin.
-Noooo – ahora gritó enfadada con nosotros – no más helmanitos.
-Venga Victoria, olvídalo por que no tendrás más hermanitos – le dije tranquilizándola.
Ella, tan conforme, después de darle el peluche que perdió en el baño se fue de la cocina al salón.
-Joder Victoria – Leonardo estaba enfadado y se quedó callado al escuchar a Victoria
-Se pueden pedil bebés en la ducha? – se lo estaba preguntando a uno de los gorilas que no paró de reírse durante un rato, y mi hija, como no le contestó se lo preguntó a otro y así en menos de diez minutos todos sabían que papá y mamá estaban encargando un bebé en la ducha.
-Victoria, hay que decirles que a la habitación no se pasa sin llamar.
-Les va a dar igual – me reí – a mi me dio igual.
-Es que Cassandra también es ya mayor, en cuanto comience a andar y llegué a la manilla. Luego viene detrás el enano.
-Leonardo – Mary me interrumpió
-Mi marido y yo llegamos a tener relaciones hasta en el coche dentro del garaje y aun así esta – señaló a su hija que se estaba muriendo de la vergüenza – nos encontraba. Así que no se preocupe señor, cuando sepa lo que están haciendo y les de asco les aseguro que no los buscarán.
-Cuando pasará eso?
-Pues supongo que dentro de muchos años – las dos nos reímos.
-No puedo esperar unos años para follar contigo.
-Joder Leonardo – salí de la cocina y busqué a los pequeños que todavía estaban durmiendo.
Me senté en el sofá viendo a Victoria desayunar, bueno, más bien mancharse de los cupcakes que Mary le había dejado en el plato encima de la mesa.
-Ven – le miré sin entender nada – vamos, ven.
-Enserio? – le miré cuando entramos al garaje y nos metimos en el todoterreno que tenía los cristales tintados.
-Sí.
Estaba besándolo y desabrochándole los botones de la camisa. Tumbada en el asiento de al lado con él encima de mí, acariciándome los pechos cuando uno de los hombres entró y arrancó el coche.
-FUERA DEL COCHE – el grito de Leonardo y el salto que pegó el hombre me hicieron llorar de la risa – Esto es increíble. No puedo – se levantó y se abrochó los botones de la camisa
-Qué? – con lo por culo que había dado con follar esta mañana y ahora me dejaba a medias.
-Yo no puedo así. Lo siento.
Lo único que hizo fue cambiar de coche y yo ahora, más enfadada que él volví a la cocina a por un café.
-Señora, porque no se va a la empresa y le pide a la secretaria que no les molesten?
-No se me había ocurrido.Gracias Mary.
En el vestidor me puse lencería de encaje negra. Unos tacones negros y altos y un abrigo que me llegaba hasta por debajo de las rodillas. Me subí en la parte de atrás del todoterreno mientras los dos gorilas me llevaban a la empresa de mi marido, la misma donde nos conocimos.
-Soy Victoria Conte – le dije a la recepcionista, llevaba sin pasar por ahí desde antes de tener a Cassandra.
-Señora, avisaré a la secretaria de su marido – yo asentí y subí al ascensor.
-Buenas tardes señora, su marido la está esperando en el despacho – me habló la secretaria.
-Está solo? – negó y me comentó que estaba terminando una reunión con su abogado pero que entre.
Bastante tenía con sentirme tan mal cuando venía en el coche sabiendo que estaba desnuda, pero peor me sentí cuando tuve que saludar a este hombre que le agradecí que no estuvo mucho más tiempo y a los cinco minutos se fue.
-Sucede algo?
-Si cariño, que tengo mucho calor – le dije quitándome la gabardina
-Que cojones ....- se quedó sin palabras, bueno aprovechó el tiempo para tirarse encima de mí – joder, lo necesitábamos.
-Si, señor me marcho – me puse la gabardina otra vez.
-Que no pienses que he terminado contigo, has venido desnuda y no se me va a olvidar.
-Señor Conte – me acerqué a sus labios – quiero el mismo castigo que cuando bajé con el albornoz a la cocina.
-Este va a ser mucho peor, señora Conte.
-Lo espero encantada
Cerré la puerta detrás de mí y volví a casa con mis hijos.
DOS AÑOS DESPUÉS
-Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz – Leonardo entraba con la tarta en el salón donde tenía a toda mi familia menos a África.
-La tarta es de chocolate hija – habló mi padre que últimamente estaba tan feliz y tan contento.
-Joder que asco – salí corriendo al baño y vomité el zumo de naranja que me había tomado hace unas horas. Busqué unas toallitas en el armario del baño pero me encontré con la caja de compresas – No puede ser.
-Qué sucede? –
-Cariño, te lo juro que no hice nada, te juro que en ningún momento hice nada amor. Desde que te conocí fui fiel.
-Qué pasa Victoria?
-Créeme amor – comencé a llorar.
-Quieres dejar las putas compresas y decirme que cojones pasa?
-No recuerdo cuando fue la última vez que me bajó la regla. – su cara se desencajó.
-Te lo juro, solo estuve contigo desde el momento que nos conocímos.
-Victoria, soy estéril.
-Y a mi quien me ha preñado? El espíritu santo?
-Victoria, si me lo hubieses dicho.... Si me hubieses dicho que querías otro bebé.
-Que no coño – grité llamando la atención de todos los que se encontraban en el salón – que no quiero más niños.
-Entonces que ha pasado Victoria? Quién fue?
-Que no me he acostado con nadie joder, que solo me he acostado contigo.
-Quiero unas pruebas de paternidad en cuanto el niño esté fuera.
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Hija abandonada por la mafia.
RomanceVictoria, la niña que Ada y Massimo adoptaron. Victoria, la mujer que hoy recordaba su infancia con una sonrisa en la cara. Victoria, la mujer que comete un error. Un error que se llevará a su madre a tres metros bajo tierra. Un error que la aparta...