Prólogo

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1 año antes.


Manhattan. El reino de la elite estadounidense, lugar donde el dinero y el poder te facilitan la vida colmando te de todo tipo de placeres.

Eran exactamente las dos de la madrugada cuando las fiestas parecían ir cada vez mejor, el alcohol comenzaba a apoderarse de los cuerpos amontonados en las pistas de baile, palcos y privados, creando estragos en todos ellos.
Esta celebración era la más importante, ya que los estudiantes de la NYU —e hijos de las familias más influyentes— festejaban su graduación.
La noción del tiempo parecía no importarle a nadie, excepto a una hermosa rubia que se encontraba al fondo del club privado donde hasta hace unas horas, había gritado y bailado de felicidad.

—¡Esto está cada vez mejor!, vuelve a bailar conmigo.—le ruega su mejor amiga.

—No tengo ánimos, Skyler. Se supone que Brayden ya debería estar aquí.—toma su celular y observa la hora.

—Seguro está follando por ahí.—grita por encima de la música.

—¡Basta, Sky!, sabes que él ha cambiado y...

—Eres muy ingenua, sabes que él sigue siendo el mismo, nada lo hará cambiar de parecer. Así es él.

—Te equivocas, Skyler. Ahora hay una razón para que lo haga.

Pronto la rubia se abrió paso entre sus compañeros y amigos que bailaban en la pista, no le importó escuchar los gritos de su amiga y salió del club. El frío aire de la madrugada erizó los bellos de su piel expuesta por el corto y ceñido vestido que llevaba puesto.
Caminó el resto de la avenida hasta que su cuerpo se detuvo frente a la figura de un hombre que llevaba de la cintura a una castaña, su ceño se frunció y decidió avanzar en aquella dirección para auxiliar a la chica. Cuando estuvo a solo unos pasos de ellos, la débil luz de una lámpara en el callejón, iluminó el cuerpo de su novio y su compañera de clase Ellie que se besaban con desespero. Sus ojos se llenaron de lágrimas y atrapó un sollozo con sus manos.

Aún incrédula, se atrevió a llamarlo deseando que no fuera él:
—¿Brayden?.

El moreno se separó bruscamente de la castaña y observó a la rubia con severo enojo.

—¿¡Qué demonios!?.—gruñó y se aproximó hacia ella, pero la rubia retrocedió sollozando y cruzó la calle con las lágrimas obstruyendo su visión.

Un sonido ensordecedor la hizo girar bruscamente para después asombrarse al encontrarse con un auto que acababa de frenar a unos centímetros de ella, la luz del vehículo reflejó todo su cuerpo y aún con la vista nublada, logró observar en los asientos traseros a hombre que miraba sin pudor su cuerpo entero, aquella penetrante mirada la cohibió completamente y trastabilló hasta que un par de brazos la rodearon.

—¡Señorita Walton!.—su chofer la mueve del centro de la calle y el auto retoma su camino.

Ella entra a limusina y cuando cierran su puerta, ve la figura de su ex novio aproximarse y el vehículo se pone en marcha rápidamente. Voltea hacia atrás y lo ve en medio de la calle tirando de su cabello.

En cuanto llega a su hogar, corre hacia la entrada y al cerrar las puertas, la luz de una cómoda de la sala se enciende.

—¿Por qué llegas a esta hora?.—la voz de su padre crea eco en el gran espacio y su cuerpo se tensa.

—Papá, sabías que hoy era mi graduación y...

—¿Quién te dejó salir de la casa?, ¿y sólo con el chofer?, ¿quién te crees que eres?.—la insulta y se levanta de golpe para acercarse a ella pero ve como su rostro se contrae y corre rumbo a las escaleras para llegar a su habitación.

Como puede, resiste llegar hasta su baño y comienza a devolver sobre el retrete, su padre recoge su cabello mientras soba su espalda y cuando recupera sus fuerzas, se levanta y mira a todos lados en busca de su explicación.

—¿Estás enferma?, deberíamos ir al hospital. No permitiré que te suceda algo más, tu madre nunca... —saca el celular de su saco y el cuerpo de la rubia comienza a temblar.

—¡Estoy embarazada!.—grita cortándolo, el celular cubierto por su mano comienza a tronar levemente y la mandíbula de si padre se aprieta con fuerza.—Es de...

—¡Eres una cualquiera!.—le grita y golpea su rostro. Pronto, la sangre comienza a correr por la comisura de sus labios y ella se aleja hacia un rincón de su baño.

—P-Papá, yo...

—No lo tendrás.—sentencia con severa furia en su voz y teclea en su celular. La rubia intenta acercarse a él pero lo único que logra es que su padre la tome con brusquedad de uno de sus brazos y la arroja hacia su cama.

Después de un momento, la puerta de su habitación se abre nuevamente y entra una de las mujeres del servicio con una taza. Aquél té que le ofrecieron tenía un aspecto para nada apetitoso, su color era verde oscuro y ella al beberlo tal y como se lo ordenaron, sintió como su estómago se revolvía, y al cabo de unas horas, intentó levantarse para regresar la taza cuando un dolor agudo en su vientre la hizo contraerse.

Corrió al baño bajo la atenta mirada de su padre que estaba en la entrada de su habitación, el dolor en su vientre no cedía y se dobló cayendo de rodillas al frío piso para después, ver como su ropa se teñía de rojo.

—¡Agh!.—gritó entre lágrimas y sollozos de dolor.—Papá, ¿qué me hicieron?.

Por su cabeza miles de ideas pasabas, mientras acariciaba si vientre en un intento banal por aliviar el dolor.

«Mi bebé», pensó y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No me vuelvas a llamar así.—avanzó hacia la puerta y se giró para llamar a la señora del servicio.—Cuando haya pasado el tiempo que dijiste, llamas al doctor. Después pides que preparen sus maletas, a primera hora se larga de aquí.

Y ambos salieron de la habitación dejando a la pequeña rubia de rodillas frente a la sangre y llorando por haber perdido a su bebé.

Porque sabía perfectamente que así había sido.

Pero a pocos metros de allí, exactamente afuera de la mansión, se encontraba estacionado el auto que había frenado frente a ella. Un expediente se extendió hacia las manos de la persona en el asiento trasero, y una gran sonrisa se extendió en su rostro al ver la foto de la chica. Su cuerpo se sacudió al reproducir en su mente imágenes de ella desnuda bajo su cuerpo, gimiendo su nombre. Aquella rubia poseía una belleza única. Y él la deseaba.

—Su nombre es Avery Walton, acaba de graduarse de Dalton School con las mejores calificaciones de su generación. Sus padres son...

—Sé quienes son.—interrumpe al chofer y una de las manos del rizado se hace puño, el cual aprieta con fuerza.—Y tengo una excelente idea.—bajó el vidrio de su puerta y observó unos cuantos minutos hacia las ventanas que estaban encendidas, para después indicar que se pudieran en marcha.

—Tengo un plan que elaborar.—y partieron hacia North Fork.













































































¡Hola!, al fin estoy de regreso con un muevo fanfic. Pero estaba vez de Harry Styles.
Espero que les guste mucho esta nueva historia, es la primera vez que haré un fanfic de él como protagonista, así que espero y me vaya bien.

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