Capítulo 1

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Coldplay Paradise.


1 año después.

Lunes por la mañana. El tráfico estaba terrible en el centro de Manhattan y hoy después de una temporada en el internado de Francia, regresaba a la nueva casa en Upper east side.

Haber estado sin ningún aparato electrónico había destrozado mi amistad con todos los compañeros que tenía antes de marcharme. Excepto por Skyler, mi mejor amiga que nunca dejó de escribirme. Aunque nunca le dije el verdadero motivo porque el que me fui.

Todo se normaliza y entramos a la gran manzana, pero cuando mis ojos comienzan a recorrer cada aparador de las tiendas, pido al chofer que se detenga y este me obedece. Me abren la puerta y salgo para admirar de cerca las letras doradas de Gucci, Cartier, Chanel, Dior, entre otras. Nunca fui una obsesionada por las compras, pero en Francia me habían privado de todo, incluso, nunca tuve comunicación con mi padre hasta que mandó por mi, pero no fue él.

Muchas cosas habían cambiado en este corto periodo —por lo que me habían informado— ahora él era el nuevo Vicepresidente de los Estados Unidos por lo que vivía en Washington. Mientras que yo, viviría en la que fue nuestra primer casa pero ahora totalmente remodelada.
Mi madre había fallecido cuando yo apenas tenia siete años y desde entonces, mi padre la había aborrecido por haberlo dejado, sí, solo a él. Ni siquiera le importé, y jamás volvió a abrazarme desde que ella se fue, simplemente me crié con niñeras que cada año cambiaban y no debía tomarles cariño, ni ellas a mi, pues eran despedidas. Nunca las volví a ver.

Camino unos metros más creando ruido con los tacones de mis zapatillas y respiro el fresco aire de la mañana. Extrañaba estar rodeada de tiendas, de luces que iluminaran las divinas prendas de todas las distintas marcas. La moda era lo mio, sabía que cada persona poseía un estilo diferente y fotografiar a las personas como diseñar, eran mis pasatiempos favoritos.

Sonrío cuando veo hacia "Versace" y recuerdo a mi dulce abuela, era de sus tiendas favoritos. Por eso, cada vez que entro al local, la siento a mi lado. Ella vivía en los Hamptons y en cada oportunidad que tenía, me iba de vacaciones es con ella, pero cuando falleció, una parte de mí se fue con ella. Era la única que me hacía sentir que valía o que podía ser feliz en medio del desastre en el que vivía.

—Señorita, debemos volver.—asiento en dirección al chofer y entro a la limusina.

Recorremos varios kilómetros más hasta que el vehículo se detiene a la orilla de la acera. Bajo y percato de que el barrio no había cambiado en lo absoluto, lo único diferente era mi hogar.

Al entrar, el olor a pintura fresca penetra mis fosas nasales y me mareo un poco, pero sin importarme, avanzo por un pasillo oscuro y doy con la puerta de la que fue mi habitación en el primer piso. La humedad es notoria y mis ojos recorren cada peluche y muñeca que se encuentra cubierta por varias capas de polvo en la repisa, encima del baúl, o en mi cama. La habitación esta oscura y decaía, no le habían dado mantenimiento pues seguía igual a cuando nos fuimos. Pero mis ojos se llenan de lágrimas al ver el caballo de madera que antes era blanco, ahora de color beige por la mugre y suciedad del espacio. Ver mis juguetes creaba un hueco en mi pecho al recordar al bebé que hicieron que abortara, dolía que jamás sabría su pudo haber sido una niña o niño. Nunca pude ver su rostro y si no se lo hubiera confesado aquella noche a mi padre, hoy estaría a mi lado.

Salgo del lugar y regreso a la entrada para subir las escaleras en círculo, la mucama me indica que mi habitación era la principal y suelto un jadeo al tocar la manija de la puerta.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora