Amor Inesperado

Capítulo 4

The light is coming — Ariana Grande.

Cuando por fin logro recuperar el aliento, trago duro y reto su mirada.

—Buenas noches, señor Mikhailov.

Sus grandes y brillantes ojos continúan escrutando mi rostro y cada una de sus facciones. Su respiración choca en mi rostro debido a la cercanía y al reaccionar, noto mi mano entre la suya para después, dejar un casto beso en el dorso de ésta.

—No soy tan viejo. Mi nombre es Harold, pero puedes decirme Harry.—aún con mi mano entre la suya, susurra:—Krasivyy [hermosa].

Mis mejillas se sonrojan y espero que no lo note porque sería demasiado incómodo, así que decido investigar el motivo de su presencia.

—Pensé que a los hombres como usted, no les interesaban estos sitios.

—¿Hombres como yo?, para nada.

—Entonces...¿me está siguendo?, es halagador pero algo psicópata de su parte, ¿no lo cree?.—

—Una bella dama no puede estar a la vista de los demás. Sobretodo si te trata de usted.

—¿De mí?, ¿a caso tengo algo que me hace ser más especial que el resto de las mujeres?.—cuestiono.

—Usted, señorita Walton. Para nada es como el  resto. Me atrevería a decir que es única.—dice, con una nueva intensidad en el tono de su voz.

—¿A sí?.

—No sabe cuanto.—responde con un tono igual al mio y decido hacerle caso a Sky. Había accedido a vernir para divertirme. Y lo haría.

—Demuestre lo.—el tono que utilizo para retarlo, hace que se remueva en su lugar y lleve una de sus manos a rascar su barbilla.

—Me encantaría.—susurra cerca de mi oído.—pero lo dejaremos para otra ocasión.  Necesito arreglar unos pendientes de mi club.—besa la comisura de mis labios y su olor embriagador hace que mis piernas tiemblen en cuanto se aleja de mí.

Dijo...¿su club?.

—¿Quién es ese hombre?.—enseguida siento a Sky a mi lado.

—Harol Mikhailov, el hombre que compró mi retrato.—susurro débilmente y a pesar de la fuerte música, ella logra escucharme perfectamente porque abre los ojos sorprendida.

Tras varios tragos de Vodka, Whisky y un par de distintos cócteles, mi cuerpo se sentía totalmente relajo, no había parado de bailar y cantar todas las canciones que sonaban a lo largo de la noche. Pero el alcohol no había sido el remedio más efectivo para hacerme olvidar la esencia —qe se había penetrado en mí— de aquél Ruso.

Le doy el último trago a mi Martini seco antes de marcharme a la pista una vez más, pero cuando volteo y miro hacia el segundo piso del club, jadeo por la impresión al ver que el rizado, llevaba de la mano a una mujer alta, castaña y con un excelente cuerpo, por una puerta que después fue custodiada.

En ese momento fue inevitable que me sintiera una estúpida. Me había ofrecido horas atrás a ese hombre que me rechazó para ahora, pasearse orgulloso de la mano con aquella mujer, sin importar que lo viera.
Algo dentro de mí se estrujó y mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas sin que emitiera algún sonido.

Mi vida era un completo desastre. Todo era muy diferente a como lo había planeado antes de la graduación. Pero lo cierto era que yo ya no era para nada aquella mujer a la que habían herido. Pero este hombre me hacía darme cuenta de que una parte de mí no había cambiado. Y necesitaba hacerlo. Con urgencia.