Capítulo 2

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FethisSelena Gomez.


Recibo un mensaje de Sky con lo que me faltaba por saber y todo estaba perfectamente calculado.

Llego al gran edificio con cristales grises en el centro de Manhattan, y rápidamente un aire de hostilidad me golpea por parte de todos los trabajadores. Este lugar siempre lo había odiado, no solamente por el genio que manejaban ni por los atisbos de superioridad que poseyeran, sino porque los soportaría hasta que ellos mismos presentaran su renuncia. Era mi obligación estar aquí, —según mi padre— y continuar creando abundancias para el futuro.
Pero todo había dado un giro inesperado, pues después de que mi padre fuera electo vicepresidente de los Estados Unidos de América, la empresa se había ido a pique, y urgentemente necesitaba alguien al frente ya que mi padre había dejado todo como si nada. Esa era mi principal razón para haber regresado.

—Bienvenida señorita, los socios la esperan en la sala de juntas.—le agradezco a la secretaria que —supongo— me habían asignado, y cambio la dirección hacia un largo y angosto pasillo que daba a unas grandes puertas de madera con el nombre de la empresa grabado en ellas.

Entré y todos los caballeros se pusieron de pie al vernos a mí y a mi secretaria, unos me miraban con superioridad, otros con desconfianza y algunos con alevosía. Era seguro que mas de uno deseaba mi fracaso, pero no les daría ese gusto.

Intenté colocarme en el papel frío, severo y cortante que caracterizaba a mi padre, él siempre fue un hombre duro en el trabajo pero amoroso en el hogar, eso hasta que cambió por completo. Llegando a desconocer lo.

—Seré breve.—comencé, con voz firme.—me interesa muy poco la importancia de cada uno de ustedes en esta empresa. Mi empresa. Están aquí para aportar lo necesario para hacerla nuevamente lo que era, no para dejarla caer y pisotear lo que queda de ésta. Así que espero mucho de todos, mi padre ya no está al mando pero será como si lo estuviera, no toleraré conspiración alguna en mi contra, porque no dudaré en tomar las medidas correspondientes, y no es una amenaza, es una orden caballeros, porque sé que hay más personas y con mejores capacidades de las que poseen todos ustedes juntos, así que a trabajar.—ordené y el resultado me hizo sentir orgulloza. Todos afirmaron y algunos me fulminaron con sus venenosas miradas, pero me importaba una mierda, haría todo lo posible por recuperar lo que alguna vez le dio felicidad a mi padre.

Solo esperaba que se sintiera orgulloso de mí esta vez.

Tan pronto como puedo, abandono la sala de juntas y soy escoltada a la que será mi oficina. En el camino, mi secretaria me narra las actividades para el día de hoy y el resto de la semana. Después le agradezco por recordarlos, tenía una conferencia mañana a primera hora, y con mi padre.

En cuanto las dos puertas de madera se abren, revelan la espaciosa y gran oficina que manejaré. Con un escritorio de media luna, echo todo en cuarzo de color jade, con un una Macbook sobre él, libros, porta lápices con marcadores, plumas, una lampara. Detrás, una silla de piel en color beige. Las paredes eran blancas y las sillas al frente también beige. Los sillones junto a la maquina de café, eran del color de mi escritorio, había dos grandes estantes de madera vacíos con porta retratos nuevos, los cuadros que había adquirido en Francia, y un gran candelabro de cristal con diseño de diamantes en él, que colgaba del centro del techo.

—Vaya.—susurré y mi secretaria sonrió.

—Me alegra que le guste, señorita Walton. Hoy por ser el primer día solo tendrá que firmar los papales que dejé sobre su escritorio, si sedes otra cosa solo llame me. -señala el teléfono con forma de labios de cristal transparentes que estaba al lado de la lámpara.—me contacta con el número uno.—se retira y me deja sola.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora