Apenas llegar al hospital, Sofia ingreso a la sala de parto. Andrea estaba muy nerviosa, no podía contenerse, y daba vueltas de un lado al otro. - ¿Que le pasa? Quédese quieta que me está poniendo nervioso a mi- le pedía Samuel, luego de tomar asiento y de verla paseando de un lado al otro. - ¡Ay, se da cuenta! ¡Usted es una piedra, tiene una roca en el estomago! ¿como puede estar así de tranquilo? -protestó. Samuel suspiro: -Por favor, me está poniendo nervioso, deje de decir disparates y siéntese. -Uff- protesto Andrea- no es justo que sea así conmigo. En ese momento llego Arturo, a quien le permitieron pasar para ver nacer a su hijo. El pequeño Arturito estaba con ellos. -Hola- la saludo a Andrea, simpaticamente- vos debes ser la nana de Matías y Timmy, ¿cierto? Andrea asintió: - ¡Que lindo chico! Y, ademas es adivino. ¿Como sabias quien era?- pregunto, con una sonrisa de oreja a oreja. -Es que Timmy me dijo que su nana era una chica muy linda, la chica más linda de todas, por eso supe que eras vos. Andrea se emociono tanto que lanzo un grito: -¡Ay, pero no lo puedo creer! ¡Que piropeador! Tan chiquito y tan galante- comento, alegre, para luego dirigirse a Samuel: -Ya ve, tendría que aprender usted que no se le escapa un cumplido ni de casualidad. Solo recalca mis defectos todo el tiempo- le reclamo. -Como me gustaría tener tapones en las orejas- respondió Samuel, pasándose la mano por la cara, entre preocupación y enfado. - !Ay, pero no se preocupe, yo le presto mis auriculares, ¿quiere?- bromeo Andrea, pero se llamo al silencio ante la mirada seria que le echo Samuel. Al rato, los familiares de Sofía y Arturo fueron llegando. Y, más tarde, pudieron conocer al pequeño Francisco, el benjamín de los Gallardo. -¡ Es un angelito!- observo Andrea, emocionada- ¡que ternurita! Tan pequeñito, tan perfecto. ¡Que maravillosa es la vida! -Por supuesto, mi ahijadito es maravillosamente perfecto- resalto Samuel- y el padrino está embobado por eso. - Cierto que usted sera el padrino, y bueno, pobre chico, algún defecto tenia que tener- retruco Andrea, ante la mirada enfadada de Samuel. Sofia y Arturo le pidieron a Andrea que fuera la madrina de su hijo, Samuel no sabia porque le estaban pidiendo algo así cuando acababan de conocerla. Pero ellos estaban muy seguros que no habría mejor madrina mágica para su hijito. - Jamas voy a olvidar como me cuidaste- le dijo Sofia- y de que manera se acurruco en tus brazos Francisquito apenas lo cargaste. Sentí esa conexión entre los dos, y creo que entiendo porque aún no había elegido madrina. Las cosas suceden por algo, no habrá mejor madrina para él que tu. Andrea le agradeció el cumplido y se sintió feliz por ser la madrina de Francisco. De regreso a la mansión, en el auto, Andrea no dejaba de sonreír. -Se la ve muy contenta- dijo Samuel, sin dejar de manejar- se ve que usted y Francisquito hicieron buenas migas. - Si, acertó- respondió Andrea- estoy feliz por todo. Por la llegada del bebe de Arturo y Sofía, por ser su madrina, porque usted sea el padrino. Por estar en la mansión Mendoza cuidando a los chiquis, por haberlos conocido a todos ustedes. No se, es como que hubiese sido tocada por una varita. Así, mire- le señalo,mientras Samuel la observaba- ¡Pim!- dijo- y toda la magia comenzó a cumplirse. -De verdad que usted es una persona tan particular- quiso expresarse- es... no se... es...tan- ella lo interrumpió: -¡Ay que va a decir, a ver! Que soy maleducada, desubicada, alterada, insoportable...- especial- logro decir Samuel. Ella se le quedo mirando, nunca la espera de un semáforo había sido más certera. - ¿Y eso es bueno o malo? Samuel la veía fijo, parecía estar hechizado, no podía quitar sus ojos de su mirada. Hasta que pronto, volteo la vista: - Andrea Pacheco, eso es algo bueno- respondió secamente-¿porque cree que lo diría sino? Usted es una excelente niñera para mis sobrinos, y yo estoy muy contento que este en la casa, por ellos, lógico. Usted les hizo muy bien desde que llego a cuidarlos. Andrea miro hacia adelante, con cierta pena: -Ah, claro- dijo- ¿porque iba a ser yo especial para usted sino? Samuel puso música, no tenia ganas de seguir conversando. Andrea empezó a tararear la canción y, segundos después, ya cantaba en voz alta, gritando en los agudos, y moviendo las manos. Samuel la observaba pero está vez no la retaba. Se estaba acostumbrando a su comportamiento infantil. De repente, Andrea golpeo sin querer la guantera con sus manos y ésta se abrió. Andrea pudo notar una simpática cajita, y por ser tan curiosa, la tomo enseguida para ver la sortija que traía adentro: - A ver, esto- dijo, ante la mirada de Samuel, quien quiso sacársela de la mano pero no llego a tiempo. Andrea vio que era un anillo de compromiso. -¿Se va a casar?- pregunto, sin tapujos. - Deje eso ahí, ¡Porque tiene que ser tan impertinente! ¿Quien le dio autorización de revisar mis cosas?- protesto, molesto. -Supongo que ese anillo debe ser para Kathya, Que afortunada es. Debe sentirse muy feliz- comento, cuando estaban llegando y Samuel detuvo su coche. Andrea se bajo deprisa, ni siquiera escucho lo que Samuel le decía. Entro corriendo a la casa, para luego marcharse a su cuarto. Se lanzo sobre la cama, y se echo a llorar. En ese momento, Lupita entro a la habitación, y sin decir una palabra, se acerco a ella y, al verla triste, paso su manito pequeña sobre su mejilla, secandole las lagrimas. -¿Porque lloras?- le pregunto, con su tierna vocecita- No me gusta que llores, Andy- dijo. Andrea la abrazo fuerte. - ¡Ay, chiquita, hablaste!- observo, sonriendo entre sus lagrimas- me pone tan contenta que quieras hablar. Candelaria entro al cuarto, segundos después, y viendo a Andrea tan mal, no la dejo tranquila hasta que ella le tuvo que confesar lo que le había pasado. - Parece que no te sorprende- le dijo, a su compañera. - Claro que no- respondió Candelaria- hace tiempo que me di cuenta que estás enamorada del patrón Samuel. Hace cinco meses que estás aquí, compartimos cuarto, y prácticamente nos contamos todo. Cada vez que hablas de él, los ojos te brillan. Es inevitable no notarlo. Andrea se seco las lagrimas. -Pero no tiene sentido lo que siento- aseguro- el señor Samuel jamas se fijaria en alguien como yo. Él está enamorado de Kathya. Llegue a pensar que no era asi, que lo de ellos no iba en serio, pero veo que me equivoque por completo- se lamento. Candelaria la tomo de la mano, y le echo un poco de ánimos a su amiga: - El joven Samuel seria un tonto si se compromete con Kathya y no se fija en alguien como tu. Ella nunca va a sentir lo que tu sientes. Esa chica no es de confiar. Es capaz de ser mala hasta con su mamá, ¿de que no sera capaz?- observo. Lupita le acariciaba el cabello, Andrea sabia que hacia eso cuando quería peinarla, asi que le alcanzo el cepillo del cajón, y pudo sonreír un poco: - Samuel no sabe como es Kathya realmente, no la conoce pero- se encogió de hombros- no se si sea algo relevante eso para él. - ¿Como no va a ser importante?- le confirmo Candelaria- el señor Samuel detesta las mentiras y, ademas, adoro a Blanquita. ¿Te imaginas lo que va a ser para él cuando se entere que Kathya la desprecio de esa forma? Andrea suspiro: -No se, quizas la comprenda y sigan juntos. De todas maneras, es mejor que deje de pensar en él. Si se va a casar con Kathya no está bien que yo siga con estos sentimientos aquí metidos- Andrea llevo su mano al pecho. Candelaria meneo la cabeza: -Ay, Andrea, como si eso se pudiera elegir- le soltó. Al otro día, Samuel recibió la visita de su amigo Flavio, y ambos fueron a sentarse un rato en el sillón del playroom para conversar y recordar antiguos momentos. -Así que te casas- dijo Flavio, mientras tomaba unos caramelos del frasco sobre la pequeña mesa- nunca pensé que te colgarias la soga al cuello tan pronto. Esa tal Kathya debe ser una mujer muy astuta. - Creo que no es nada pronto, todo lo contrario, me espere demasiado. Es más, tu también deberías estar pensando en casarte- respondió Samuel. -¿Yo, casarme?- se rio Flavio- estás loco, hermano. Jamas cometería semejante tonteria. Samuel lo miro, extrañado: - ¿Y entonces, Irina? ¿ ella quien es? Crei que aquello iba muy en serio- observo, contrariado. - Irina y yo tenemos algo que, no se si llamarlo muy en serio como dices, pero que, nos divierte mucho y nos hace bien. La pasamos lindo, salimos de vez en cuando, no nos ponemos condiciones y somos leales, ¿para que complicarla más?- aseguro. - ¡Que moderno!- le soltó Samuel, irónico- No te tenia tan liberal, me has dejado mudo. Flavio se puso de pie, y paseo un poco por la sala de juegos, ese sitio lo llenaba de recuerdos. - Samuel, ¿para que apresuras las cosas? ¡Si la soltería es un regalo! ¿ O no te acuerdas la cantidad de travesuras que encierra este lugar?- le recordó. Samuel sonrió: - Alguna que otra noviecita de Arturo, y tus tantas chicas, si. Porque yo, apenas si tenia tiempo para noviazgos absurdos. Yo era un chico aplicado, todo un estudioso. - ¡Un amargado come libros, querras decir!- bromo Flavio, ante la mirada de sorpresa de este- pero no te hagas el modesto que bien que tenias lo tuyo. Te encargabas de ocultarnos la chica, y nunca era la que nosotros pensábamos. Con Arturo nunca le acertabamos, porque siempre te gustaba la menos pensada- recordó, divertido- y con eso del pobrecito que nunca te miraban, siempre te las ligabas. - Viejas tacticas factibles- afirmo Samuel, estirandose en el sillón- pero que ya no me funcionan. En ese momento, Andrea ingreso al sitio, y se presento enseguida a Flavio. -Mucho gusto- le dijo, sorprendida cuando este tomaba su mano y la besaba- mi nombre es Andrea Pacheco Ocampo, para servirle a usted y a todos los galanes con rulitos. Flavio se rio: -¡Pero que chica tan simpatica- acoto. Andrea le regalo una sonrisa: -Y eso que estoy sin desayunar, imagineme con la panza llena. Flavio echo una carcajada: -¿Y dígame, preciosa mujer, usted de casualidad no se habra escapado del cielo? Digo, porque es un ángel. Andrea lo miro sorprendida y Samuel le echo una mirada que queria comerselo. - ¡Eh, no te pases!- le advirtió. - Solo estoy siendo amable- aseguro. -Te conozco- insistió Samuel. - ¡Ay, pero no es para tanto, hombre!- exclamo Andrea- si su amigo me cayo muy bien. Al parecer fue mutuo- le sonrió. Samuel se puso de pie, molesto: -¿Que quiere?- pregunto, serio- que yo sepa ningun chico anda por aca, ¿o si? Es más, los tres están en el colegio. -¡Que grosero!- se quejo Andrea- yo solo vine a preguntarles si necesitaban algo. No se, tal vez querían una chocolatada con galletitas. O quizás jugar con la playstation- Flavio la miro encantado: -¡Que divina!- la halago- seria genial que pasaramos un rato como un par de auténticos niños, ¿ no es asi, tomatito? Andrea lo miro, sorprendida. -¿Tomatito?- recalco. - Eh, nadie- aseguro Samuel- haceme acordar que te mate- le aclaro a Flavio por lo bajo. - ¡Que tierno! ¿No me diga que ese era su apodo de chico? A mi me decian cosas peores, como loro parlanchín, escoba, jirafa- comenzó a recordar, nombrando todos sus sobrenombres. -Lo de loro parlanchín se lo creo- observo Samuel. Flavio se encogió de hombros, divertido: -Se ponía rojo como un tomate cada vez que algo le molestaba y lo enojaba. Y eso era muy seguido- le contó. - Yo tambien le creo que deberian decirselo muy seguido entonces- agrego Andrea. Samuel y Andrea no dejaban de mirarse, hasta que Flavio tuvo que echar una palmada para que reaccionasen. Porque ninguno de los dos le respondian. Andrea le dijo que si lo estaba escuchando y este le pidió que trajera la playstation en serio, quería echar unos partidos y recordar viejos tiempos.