A partir de aquel dia las cosas ya no fueron igual en la mansión Mendoza, con la llegada de los niños a la casa, todos se sentían más alegres. Una tarde, cuando recién llegaba de la oficina, Samuel decidió pasar a saludar a sus sobrinos en la sala de juegos. Estaba ansioso por saber si habían recibido su sorpresa. Al llegar a la puerta, el sorprendido fue él cuando descubrió a los chicos jugando con platos, palos y cajones de metal... un montón de cajones, usados como instrumentos. -¿¡Que hacen!?- pregunto, al entrar, tapandose los oidos por el ruido. Pero los chicos no lo escuchaban, seguían cada cual, con sus palos, dele golpearlos y cantar. -¡Andrea Pacheco!- grito, a todo pulmón, furioso. Ella se detuvo, apago la música de la radio y los chicos dejaron de tocar. -¿¡Que pasa, quien me llama!?. pregunto, para enseguida agregar- Ah! es el ogro. -¿Que significa todo esto?¿ que son todos estos cachivaches acá adentro? ¿y que hacen que no abren las cajas?- quiso saber, nervioso. - Tio, tranquilo- le pidió Matías, acercandosele, lo más tranquilo- te va a dar un ataque si seguis asi. - Si- acoto, Teresita- o te vas a poner viejo y arrugado como el abuelo- los tres se rieron. - Muy gracioso, eh- dijo, todo serio. Para luego, dirigirse a Andrea- ¿se da cuenta lo que causa? ¡Si estos chicos siguen asi, en una semana más se van a volver tres rebeldes sin causa!- observo. Andrea se cruzo de brazos: -Pero que exagerado que nos resulto. ¡Animese! Se que es un poquito complicado para usted porque, en su vida, debió haber sabido algo de rock. Eso no me quepa la menor duda- acoto. Cabe- la corrigió ante la mirada confundida de ella- ¡Que no se dice quepa se dice cabe!- le grito. -¡Bueno! No se enoje- le respondió ella, alterada- tampoco es para tanto. Solo estabamos jugando. Los chicos son chicos y todos los chicos quieren hacer ruido.. y si usted no entiende eso, entonces se puede ir... a... Él se puso todavía más serio y se acerco a ella: - ¿A donde me puedo ir?- le pregunto, mirándola fijamente. - ¡A freír espárragos!- completo ella, ante la risa de los chicos- ahí mismo. Samuel suspiro: -Yo no vine a retarlos ni a enojarme con ustedes- les aseguro- yo solo vine a ver si habían visto mi sorpresa. Pero veo que ni la notaron con tanto desorden. Porque las cajas siguen ahí, sin abrir.- señaló. Los cuatro voltearon a verlas: -¿Que cajas?- pregunto Andrea, para enseguida observarlas- ¡Ah, éstas cajas! Si las vimos, y los chicos enseguida quisieron abrirlas. Pero como son nuevas y están cerradas, supuse que era algo de los grandes. Y como nosotros no somos adultos sino niños, les pedí que las pasaramos de largos y jugaramos con nuestros instrumentos caseros. -¿Son tuyas, tío?- pregunto Matias, curioso- ¿Que son? Samuel iba a responderle, pero enseguida Andrea lo interrumpio, para sentarse encima de la caja y afirmar: -¿No es evidente lo que son, Tute?- le respondió- éstas cajas son un avión. Este es el asiento del piloto y la caja más pequeña es el volante, miren ustedes- dijo, para luego acotar, cambiando la voz- Aerolíneas internacionales, esperan que sus pasajeros sean tratados de los modos más cordiales, y que enseguida tomen sus asientos. Los tres niños corrieron y se sentaron en fila, detrás de ella. Andrea simulaba ser el ruido de un motor de avión. Samuel la miro extrañado: -¿Que hace?- le pregunto. -¿¡Ay, que voy a estar haciendo, un bizcochuelo!? - respondió, alzando la voz- estamos jugando que nos vamos de paseo, ¿no ve? Yo soy el avión y ellos mi tripulación, nos vamos de viaje por los aires. -Veni con nosotros, tío- lo invito Timmy. -No- les dijo él- yo solo estoy esperando, digo, quiero saber porque todavía siguen sin abrir las cajas. Los cuatro lo miraron, confundidos. - ¿Esas cajas son nuestras, tío?- quiso saber Teresita. -¡Claro, mi amor!- suspiro Samuel, al fin lo habian entendido- ¡Por eso las deje aqui! ¿Porque iba a ser sino? Son regalos para ustedes. -Bueno, bueno.. tranquilo, eh- le pidió Andrea- no se ponga nervioso que ya lo entendimos. Ademas, usted tuvo la culpa, lo hubiera dicho desde el principio. - ¡uFF!- suspiro Samuel, me va a volver loco,pensó. Los chicos corrieron enseguida a abrir sus regalos. Se sorprendieron, gratamente, cuando descubrieron que en su interior habían disfraces. - ¡ Guau, un disfraz de marciano como él que yo quería!- dijo Timmy. - Y uno de pirata, tambien- agrego Matias, entusiasmado. -Y aqui, uno de princesita- se emociono Tere- ¡Como los que más me gustan a mi! Andrea lo miro con una sonrisa de oreja a oreja: - Me sorprendió, señor- le dijo- debo reconocer que no esperaba un gesto tan bonito de su parte. Samuel se encogió de hombros: -¿Y porque iba a sorprenderle? Hacer felices a mis sobrinos es la mayor alegría que pudiera tener- le aseguro. - Pero, ¿Que es esto?- quiso saber, Teresita, extrañada- estos disfraces son enormes. Andrea los tomo, sorprendida: -Cierto, estos nos podría ir, perfectamente, a su tío y a mi- se rio. - A ver- tomo uno Samuel, sorprendido- no se que paso- dijo, sin entender- yo pedí específicamente que nos mandaran disfraces para niños. - Mejor- dedujo Timmy- asi ustedes dos pueden jugar con nosotros. - Si- le siguió Matías- ustedes pueden ser la reina y el rey. Yo soy el pirata malo que se lleva a su hija, la princesa, y Timmy, el valiente marciano que viene a rescatarla. - Pero yo no quiero que me rescate un marciano, yo quiero un principe- protesto Teresita- ademas, yo no quiero ser solo una princesa. Quiero ser una princesa guerrera- afirmo. Andrea estuvo de acuerdo con ella: -Eso me gusta más- río- pero por ahora juguemos asi, luego cambiamos de cuento y listo- le sugirió. Samuel la miro con preocupacion, y enseguida acoto: -¡No, por favor!- dijo, entre dientes, mirando a los niños por el costado- ¿no va a hacerme poner ese disfraz, de verdad, no? Andrea sonrió: -Señor, no sea pasmado. Estamos en la hora de juegos y usted tiene que participar- le animo- asi que, por favor, póngase su disfraz. Todos- dio la orden- a cambiarse. En unos minutos, ya estaban todos disfrazados. El único que no parecía estar muy divertido era Samuel. -¿Que es esto?- le pregunto, todo serio y contracturado. Andrea echo una carcajada, divertida. -¡Relájese, hombre!- le sugirió, dándole una palmada- ahora es un rey, ¿no ve su capa y su corona? Yo soy la reina, y tenemos esto que.... no se que es...- lo observaba, curiosa- ¡ah, un bartolo! Ya, recordé. Así se llamaba esta cosa. Samuel cerro los ojos: -Es un cetro, Andrea, esto se llama cetro. -Bueno, lo que sea- respondió ella- el bastoncito este del rey. - Empecemos a jugar- dio la señal, Matute. Entonces se pusieron a actuar, entreteniéndose mucho los chicos. Andrea no dejaba de mirar a Samuel, por alguna extraña razón que no entendía. No se había dado cuenta hasta entonces lo guapo que era. Solo cuando lo vio con los chicos, noto que no era tan ogro después de todo. Después de un momento, golpearon la puerta, era Candelaria que había ido a avisarle al señor que Don Gustavo había llegado y quería hablar con él, para luego informarle que su novia Kathya lo estaba esperando en la sala. Los chicos salieron corriendo, enseguida, ansiosos para mostrarle a su abuelo los regalos del tío Samuel. - Dile a Kathya que me espere un momento, Candelaria- le pidió- necesito comentarle algo a mi padre sobre la oficina, antes de salir. El señor Samuel se marcho al despacho, y Candela iba a decirle a Kathya, cuando Andrea la detuvo- Deja que yo le informo a la señorita- le pidió- tu, vete a descansar, seguro fue un dia agotador y todavía te espera la niña. Candelaria le agradecio el gesto, y se marcho a su cuarto. Andrea fue hasta la sala donde estaba su prima. Quería hablarle sobre lo que le había hecho a su madre, y advertirle que no iba a permitir que jugara con nadie de esa casa. Kathya se rio: -¡Que chistosa! Llevas una semana aquí y ya te crees parte de ésta familia. Ten cuidado como me hablas, porque pronto voy a ser la señora de ésta casa. Samuel no se me va a escapar- le aseguro. Andrea la miro, molesta. No podia creer como era su prima, eran tan distintas. - Si sigues haciendo sentir mal a mi tía le voy a decir al señor Samuel donde vives, y ademas, le voy a contar que tienes novio en la pensión- le advirtió, muy seria. Kathya, tomo asiento, muy tranquila: -Ay, por favor, chacha, ubicate. Tu solo eres una empleada más aquí. Y yo hago con mi vida lo que se me de la gana. Por lo otro, no te preocupes, Javo ni siquiera es mi novio, es apenas un amigo. Andrea suspiro, mientras se sentaba a su lado: -Kathya, no se porque me traes mala voluntad desde que llegue aqui, pero por favor, yo solo quiero llevar la fiesta en paz contigo. No es lindo que niegues tu identidad, tu vida. ¿Que tiene de malo la pensión para que Samuel no pueda ir a verte? Porque no le dices quien es tu mamacita con orgullo, mi tía Blanca se lo merece. Además, trabaja aquí, conoce a Samuel desde hace mucho tiempo, ¿que mejor que eso? En cuanto a Javier, no es solo tu amigo y lo sabes. Y no está bien que salgas con él y lo ilusiones, cuando tu intención con Samuel es seria. Kathya le echo una mirada sarcástica y la aplaudio, burlonamente: -¡ Bravo, primita! Casi te ganas el oscar. Que discurso más conmovedor- le soltó. - No se puede contigo- noto con tristeza- no cambias, Kathya. Y lo peor es que haces sentir mal a mi tía con tu comportamiento. Cuando Samuel llego a la sala, Andrea dio un brinco del sillón. -Amor, te estaba esperando- dijo su coqueta prima, recibiendolo con un largo beso. Andrea los miro seriamente, había algo de todo aquello que no le gustaba para nada, y no podia lograr descifrar lo que era. Sabia que no solamente era el proceder de Kathya lo que la incomodaba, sino también que el señor Samuel fuera él que estuviera con ella. Después de la cena, Andrea fue a cambiar y acostar a los niños. -En un ratito viene su mami a darle el beso de las buenas noches- les dijo, tapandolos dulcemente, y despidiéndose de ellos con un beso en la frente - hasta mañana, mis campeones- les dijo, mientras salia de la habitación. Antes de irse a su cuarto, se cruzo con Lupita. -Hola, mi amor, hoy no te vi en todo el dia, ¿donde estabas?- le pregunto, cariñosamente, a la niña. Lupita le mostró lo que llevaba en las manos, sin decir una palabra. Era el cetro. - ¡Ay, mi amor! ¿ Vos también querías jugar con nosotros, cierto?- le pregunto, abrazándola fuerte. Lupita asintió con la cabeza, casi no hablaba. -Está bien, chiquita- le propuso- vamos a hacer una cosa. Es aburridisimo que estés encerrada todo el dia en ese cuarto y que solo salgas un poco al jardín o para ir a la escuela. Voy a hablar con el patrón para convencerlo de que te deje andar por la casa. Asi tu mami se queda tranquila y no dice nada si te ve salir, ¿ trato echo? Lupita le regalo una sonrisa, y la abrazo entusiasmada. Andrea no sabia como, pero tenia que convencer primero al señor Gustavo, y luego dejar que este convenza a Candelaria. Estaba segura que los chicos estarian encantados de tener una nueva compañerita de juegos. -Buenas noches, Lupita- la saludo, tiernamente- mañana sera un nuevo dia.