Habian pasado tres meses desde que Andrea había llegado a la mansión Mendoza como niñera. Timmy había estado esforzándose mucho en todo ese tiempo para presentar su proyecto en el festival de Ciencias de la escuela. Andrea lo había ayudado, junto a sus hermanos, en todo lo que podía. Hasta que el día del festival estaba llegando, y Timmy comenzó a sentirse nervioso. -Me duele la panza- dijo, minutos antes de la cena- creo que voy a vomitar. Andrea se sobresalto, y Margarita quiso llamar al doctor enseguida. -Tranquila, seño- dijo ella- conozco una sopita mágica que va a hacer que se le pase el empacho enseguida. Nos la preparaba mi mamita en el pueblo de donde vengo y, créame, tiene poderes. Margarita la dejo hacer, preocupada. Más tarde, cuando Timmy estaba en la cama, el dolor de panza había pasado, pero ahora le había subido la temperatura.- ¡Ay, cielo santo!- exclamo Andrea, nerviosa- que no sea nada malo. Y, mañana es el festival de ciencias, que picardia. - ¡Está ardiendo en fiebre!- exclamo Margarita- ahora si voy a llamar al medico. Margarita salio disparada por el teléfono y Andrea la siguió. Samuel se quedo con su sobrino en el cuarto. -¿Así que tenes fiebre, eh?- le dijo, mirándolo de modo extraño, para luego agacharse y tomar el otro termómetro abajo de la cama- ¡pequeño diablillo! Ese cuento es viejo. Timmy sintió pena al ver como su tío lo había descubierto: -¡Por favor, tío, no le digas nada a mi mamá!- le pedía, con las manitos cerradas- me va a matar si se da cuenta que le mentí. Samuel se sentó a su lado: -¿Porque hiciste una cosa así? La mentira no es buena, lo sabes. Ya hemos hablado de eso, no conduce a nada bueno. -Si, se que la mentira es el arma de los cobardes- dijo el nene- una vez lo escuche al abuelo diciendo eso. Pero es que, ¡no quiero ir dar la presentación mañana! Samuel se paso la mano por su frente: -Sea como sea, no es bueno lo que hiciste. Preocupaste a tu mamá y a todos fingiéndote enfermo. Ademas, ¿que logras? Vas a poner triste a tu mamá cuando descubra que le mentiste. Las mentiras tienen patas cortas. -Si, ¡ pero como salvan!- aseguro, ante la mirada de reto de su tío. Samuel intento tomar aire: -A ver, travieso, y contame, ¿Porque no queres ir a la presentación del festival de ciencias? Con todo el esmero, todo el entusiasmo que lo estuviste esperando y trabajando. Andrea también está muy ilusionada por verte ahí. Ella te ayudo mucho, campeón. ¿Porque le vas a hacer una cosa así? Con lo disciplinado que sos, y lo inteligente que te podes ver en ese discurso. Vas a dejar muy contentos a la maestra y a todos cuando te escuchen, Y vos te vas a sentir muy bien contándoles todo lo que aprendiste en este tiempo. -Es que...- le confeso Timmy- me pone muy nervioso dar un discurso. El solo pensar que me tengo que parar ahí, enfrente de toda la escuela, y hablarles con un micrófono, me aterra. Samuel le sonrió tiernamente, y le acaricio la melena. -No sientas pena por eso, Timmy- le confió- es totalmente natural. A todos nos pasa, es parte de la vida. Se llama miedo, y es un poco molesto- aseguro- pero hay que aprender a sobrellevarlo, para hacernos fuertes. -¿Y como lo llevo?- quiso saber, contrariado- vos decís eso porque no hay nada que te salga mal. Sos un As en todo. - Naah, Timmy, ¿no me digas que te crees eso?- dijo, sonriendo, Samuel- yo me esfuerzo mucho por no transpirar cuando algún desafío se me presenta. Siento que los zapatos y la corbata me aprietan y me pongo muy nervioso. Pero, créeme, confía en mi, confía en vos. Pensa en algo lindo, y concéntrate solo en lo que querer decir y, te prometo, que todo va a salir bien. -¿Seguro lo decís?- se extraño, Timmy, su tío lo habia hecho sentir mejor. Él pensaba que los grandes no le tenían miedo a nada. -De verdad- dijo- todo es cuestión de actitud. Timmy abrazo a su tío y Andrea los observaba, emocionada, en la puerta. En ese momento, Margarita llego, sobresaltada, diciéndoles que el doctor venia enseguida. -Ya creo que no va a hacer falta- le comunico Samuel- ¿cierto, campeón? Timmy asintió. Margarita no entendía nada y Andrea se la llevo para contarle un poco. Tio Samuel- lo llamo el nene, antes de que este se fuera a su habitación- prométeme que mañana vas a estar ahí. -Te lo prometo- le aseguro. Al otro día, Andrea realizo sus quehaceres desde bien temprano, y después de darles de desayunar a los chicos, los despidió con el chófer que los llevaría a sus respectivos institutos escolares. Así se paso toda la mañana, cuando llego el mediodía, y descubrió con terror, que Timmy se había olvidado el pendrive de su presentación. En ese momento, sonó el teléfono de la casa, Andrea contesto, deprisa: -Mansión de la familia Mendoza- saludo- Del otro lado de la linea, una voz más que conocida, le respondió: -Hola, Andrea, soy Samuel- le dijo- necesito pedirte algo. -Pero Andrea lo interrumpió, apenas lo escucho, dando brincos, sobresaltada: - ¡Ay, que bueno que es usted, señor! Quiero pedirle que por favor, antes de ir al festival de Timmy, venga por mi.-¿Como dice?- pregunto, Samuel. -¡Si! Que pase por mi- le comento- es que Timmy se olvido el pendrive de su trabajo. Si le falta eso no va a poder realizar bien la presentación. Por favor, señor, venga a buscarlo, así se lo llevamos- Andrea, le pedía esto, porque también tenia ganas de ir a ver al pequeño polluelo. -Es que...- respondió Samuel, algo nervioso- justamente para eso llamaba. Necesito que busques a mi hermana, o a Emmanuel. Pediles que se acerquen a acompañar a Timmy. Yo no voy a poder ir, estoy rodeado de trabajo y se me hace imposible salir al mediodía. -¿¡Que!?- le grito en el teléfono- ¿Como que no va a ir? ¡Se lo prometió al chico! ¿No se acuerda? Samuel seguía diciendo lo mismo, hasta que logro colgar, dejándola con la palabra en la boca. -¡Ah no!- exclamo, furiosa- ¡Este si que no sabe quien es Andrea Pacheco Ocampo! Me va a escuchar- afirmo para, segundos después, llamar un taxi que la llevaría hasta la empresa. Al llegar al edificio Mendoza, creyó que se perdería de lo inmenso que era. -Corporación Mendoza- leyó en un cartel gigante. - ¿Y ahora como lo voy a encontrar acá adentro?- pensó. Después de seguir las indicaciones que le daba la gente que pasaba a su alrededor, toda aprisa, Andrea logro encontrar el piso donde estaba la oficina de Samuel. Al ver a su prima ahí, quiso que la tierra se la tragase. Afortunadamente, había otra secretaria ahi, y con ella le pidió por el señor Mendoza. -El hijo- le aclaro. Cuando Samuel la vio entrar por la puerta de su oficina, estaba más que asombrado. -¿Que hace, usted acá?- pregunto, sorprendido- ¿Que no le di una orden? Me hizo caso, me imagino. Hablo con alguien en la casa, con Giselle o Emmanuel. - No- respondió ella, muy seria- no hable con ninguno porque nadie está en la casa. Y porque usted le va a cumplir esa promesa a su sobrino. No puede dejarlo plantado. Samuel le señalo el escritorio: -Tengo un montón de trabajo, y una junta que se paso para el día de hoy, no es mi culpa si estoy atareado- se excuso. -¡Ay, por favor!- le grito Andrea- usted es un desconsiderado. ¿¡Acaso no tiene corazón!? Es un niño y lo está esperando. ¡Deje eso para después! Si después de todo es el dueño, ¿no? ¿Acaso como jefe no puede pensar un minuto, SOLO UN MINUTO- le remarco- en su familia? Samuel suspiro, y se paso las manos por la cara: -¡Por Dios, usted es insoportable! ¿Porque tiene que ser tan terca, eh? ¿Acaso no entiende una orden?- le recrimino. -Disculpe, señor, pero si esa orden es dejar a un niño desilusionado y decepcionado de su tío, no, no la entiendo- respondió. Samuel se rindió: -Está bien, vamos a ir. La voy a llevar, pero si Timmy se tarda mucho en dar su presentación, yo lo saludo y debo regresar, de todas formas- le advirtió. Andrea acepto, victoriosa, y salio de ahí con una sonrisa grandota. Mientras viajaban, el auto se descompuso. Y tuvieron que bajarse enseguida. Los celulares no tenían señal, la grúa se tardaría tres horas, como siempre, y Samuel estaba más que molesto. -Todo esto es por su culpa- le recrimino, entredientes. -¡Ay ya- se defendió ella- no es mi culpa que usted no le cargue nafta a su coche!- bromeo, haciendo que se ponga peor. -Mire- le dijo, acercandosele más de la cuenta- iba a seguir peleando...cuando Andrea detuvo sus pensamientos en una moto que estaba ahí parada, el dueño era un señor de la pensión que ella conocía. De pronto, se imagino a Samuel yendola a buscar a su palacio, y ella saliendo deprisa, ante el llamado de una empleada, a recibir a su novio con un beso. -Hoy te vas a fugar conmigo- le decía Samuel, con sus lentes oscuros y campera de cuero... -Señorita, ¡ANDREA!- la llamo Samuel, levantando su voz- ¿donde anda, eh? Tenemos que irnos, vamos a llegar tarde si no lo hacemos. Y por aquí no pasa ni siquiera un desdichado taxi- se quejo. -Espero- respondió ella, sonriendo- tengo una idea, y le señalo la moto. Samuel le dijo que no, que estaba loca. -¡Ni en mis pesadillas me voy a subir a esa cosa! Detesto las motos, no son para mi- le aseguro. -¡Ande, no sea malito!- le rogó Andrea- es la única manera de llegar a tiempo, con todo el trafico que hay va a ser imposible sino. Por favor. Samuel miro al cielo: -¿Como hace para convencerme?- pensó, molesto. Después que Andrea le pidiera a su antiguo vecino la moto, y este aceptara prestársela. Samuel y Andrea se dirigieron hasta el colegio del niño. - Tengame paciencia, no se andar en este monstruo- le advirtió. -No es un monstruo, es una moto- lo corrigió Andrea. -Es lo mismo-aseguro él. En el festival de Ciencias, llegaron justo a tiempo para escuchar el discurso de Timmy, Andrea le alcanzo su pendrive, y el chico estaba muy feliz de ver a su tío y a su niñera ahí. Al principio estaba muy nervioso, pero Andrea le un carozo, asegurandole que era un talismán poderoso, que iba a ayudarle en su discurso. Después de la presentación, todos lo aplaudieron y Timmy abrazo a su tío, contento. -Gracias, tío por venir- le dijo, emocionado- vos no sos como papá y mamá, vos si cumplís tus promesas. Andrea lo miro con ternura, para luego echarle una mirada a Samuel. -Gracias- le dijo, por lo bajo. Si no hubiera sido por ella, Samuel estaría en problemas, como David y Margarita lo estaban. Pasearon un rato por el festival, y cada vez que se cruzaban con una maestra, ésta los confundía como padres de Timmy. -Timoteo es un chico muy inteligente y aplicado- le aseguraba, una de sus maestras- un poco inquieto y respondón, pero muy buen alumno- lo felicito. Después, decidieron ir juntos a buscar a Teresita y Matías a la salida de su escuela, para irse a pasear un rato. Los chicos estaban muy contentos, y como siempre, Margarita acepto que los tengan, estaba muy encantada con la niñera de sus chicos. Al regresar a la mansión, ya había oscurecido y los chicos se fueron con su madre. Samuel se dejo caer en el sillón, estaba agotado. Andrea hizo lo mismo. - A la final, no era tan difícil, vio- le señalo- si pudo ser un buen tío. La pasamos lindo con los chiquis, y usted me demostró nuevamente que no es tan ogro. Samuel cerro los ojos, para luego abrirlos y mirarla, detenidamente: - Fue el mejor día de todos- le aseguro- me lo hubiera perdido si no hubieras insistido. -De nada- dijo, ella- igual no estoy muy a gusto de que me adule tanto, eh. No estoy acostumbrada a eso. Prefiero que me pelee. Samuel se rió: -Tengo que ver que paso con mi carro- recordó, mirando el celular- y pasar,otra vez, la junta. -¡Pero, sera posible, que no deje de mirar el celular ni un minuto! ¡Que terrible que es! A la final, una termina quejándose sola, pidiendo un poco de atención. Y después nos echan la culpa a nosotras- reclamo, comenzando a echarse un discurso entero. Samuel suspiro: -¡Santo cielo! ¿Usted nunca se escucha?- ironizo. -¿Y porque tendría que escucharme?- se extraño ella. -¡Porque nunca se calla!- protesto él. Andrea se levanto, molesta: -Con usted no se puede. ¡Siempre termina siendo un ogro!- aseguro, yéndose a su cuarto, molesta. Samuel pensó en ella, y sonrió solo de recordarla. -Andrea- dijo- que suerte que estés con nosotros.