Capitulo 16: Una secretaria diferente

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-Es mi vida, mi amor, mi novia, mi todo- la definió una vez más Samuel, ante los ojos de todos, en el comedor de la mansión Mendoza. -¿Que decis, hijo? Samuel suspiro y se paso las manos por la cara. Andrea no pudo evitar lanzar una suave carcajada.-Ahí vamos otra vez. Papá,digo lo que siento. No me preguntes si es lo que conviene, porque no lo se.. Tampoco me preguntes que va a pasar después, porque tampoco lo se. Solo puedo decir lo que me dicta el corazón y eso es mi amor por Andrea. -¿Estás enamorado de la niñera de tus sobrinos?- pregunto, extrañado Don Gustavo. -¡Bingo, papá! Por fin entendiste- bromeo Gigi. -A ver, Samuel, es que todavia no entiendo, hace dos días estabas por casarte con la prima de Andrea, la hija de Blanquita, una de mis secretarias, Kathya- le recordó, sorprendido. - Bueno, papá, a veces las cosas cambian de un dia para el otro. ¡Es más! A veces de un segundo para el otro, y sino preguntale al dolar- siguió bromeando Emmanuel. - ¿Pero, como, ustedes ni siquiera están sorprendidos? Todo lo que hacen es hacer bromas. ¿Acaso soy el unico que no lo había notado?- se pregunto, el jefe de la familia Mendoza. - Para que vamos a decir que no tenes razon, Pá. Si dijiste justo la realidad- agrego Luz Maria. -¿Hasta vos lo sabias?- dijo, perplejo- ahora si me dejaron atónito. Los chicos se rieron. - ¡Es una gran noticia, papá!- exclamo Margarita, sonriente- a mi me han dejado de lo más contenta. Sobre todo ahora que las cosas no podrían ir mejor entre David y yo. Íbamos a pedirle a Andrea que se venga a nuestra casa, para que sea su nana y siga estando cerca de ellos. Pero creo que lo que menos quiere Andrea es separarse de Samuel- observo, mientras acariciaba la barbilla de su esposo. David le dio un beso discreto. Mientras los chicos los felicitaban de lo más contentos. -¡Ahora sos nuestra tía!- festejo Teresita. - ¡Si, nada podría ser mejor! Nuestros papás se reconciliaron, vos y el tío Samuel son novios- dijo Matute- falta que Santa me traiga la bici que quiero para navidad y listo. Todos se rieron. - ¿De verdad vas a ser nuestra tía, Andre?- siguió diciendo Timmy- porque si es asi vas a tener que venir a visitarnos muy seguido a nuestra casa. Andrea los abrazo y miro a Timmy con dulzura, para aclararle por lo bajo: -Pensaba hacerlo de todas formas- casi susurro- me van a tener de visita muy seguido. Nos comemos un rico pastel con el te de las cinco y chusmeamos de lo lindo con su mami. Margarita se rio. -Seras bienvenida siempre- le aseguro. - Bueno, cuñadita- bromeo Emma, dándole graciosamente el brazo- en caso de que se casen, saben que pienso ser el padrino. -Afortunada de mi que vos me entregues en el altar, Emma- respondió Andrea, para luego tomar asiento en la gran mesa familiar, al lado de Samuel. - ¡Ay, de verdad, no puedo creerlo! ¡Necesito que me pellizquen- acoto, para luego quejarse- ¡auch! ¿Pero que hace? Lo miro toda seria, ante su pellizco. - ¿No querias que te pellizque?- pregunto, riendose- Los chicos se siguieron riendo. -¡Ah! ¡Pero ahora el ogro hasta hace chistes! ¿Que paso en está casa?- se quejo, preparada para pelearlo, cuando él la beso. Samuel le pidió a Gigi que le pase la sopa, para servirle, muy gentilmente a Andrea. - ¿¡Pero que hace!?- protesto ella, nuevamente- ¿Acaso no sabe que esa es mi tarea? -Quiero consentir a mi novia- le dijo Samuel, con ternura- hoy él que se encarga de los deberes domésticos soy yo. - ¡Ah, que vivo! Eso lo dice porque quedan apenas tres o cuatro horas para que termine el dia- protesto. Los chicos volvieron a echar carcajadas. -Nunca cambien- les pidió Luz Maria. - Si se ven tan lindos juntos, le ponen alegría a esta casa- los elogio Margarita. Luego Don Gustavo comento en la mesa que se sentía preocupado porque no solo había que compensar la ida de Kathya en la empresa. También se había ido otra secretaria más, y una tercera había pedido licencia por embarazo. - ¡Ah, pero no se preocupe! Yo puedo hacerle de secretaria encantada a su hijo- se ofreció enseguida Andrea. - ¿En serio?- pregunto, sorprendido, Samuel. -Claro, ¿acaso no confias en mi?- se quejo. -Claro que confio en vos, mi amor. Eso ni que se diga, siempre. Pero.... mira que ser secretaria de un Mendoza no es algo fácil que digamos, eh. Te lo advierto, nada más. -Sobre todo si ese Mendoza es mi hermanito mayor- agrego Gigi- esto va aca, no aquello es para alla- señalo, irónica- la persona más insoportablemente ordenada que conozco. -Disculpe, señorita Gisselle- se defendio Samuel- pero ser ordenado, prolijo y rígido no es algo insoportable, es una virtud. - Si pero eso no quita que tus virtudes sean pesaditas, hermanito- le reboto. - ¡Ay, Dios! Que lindo es ver a los hermanos peleando. Dios bendiga a los hermanos peleando porque esa es ley primera. Porque si no se pelean los devoran los de afuera- dijo Andrea. - Es al revés, Andrea- le aclaro Timmy, divertido- eso hasta yo lo se. - ¿Como que al revés?- pregunto, extrañada- ¿usted sabia eso que es al reves? Samuel echo una carcajada. -¡Ay, que linda que sos, mi amor!- dijo, para luego mirar a Don Gustavo, y se puso serio, pidiendo disculpas. -Entonces no se diga más- informo Don Gustavo- desde mañana, Andrea va a reemplazar aunque sea por unos dias a tu secretaria. Y de paso, vamos como le va. - Eso de tenerte todo el dia para mi, me está gustando mucho- le dijo, al oído. - Si pero no se haga el vivo, porque vamos exclusivamente, ¡A trabajar!- le aclaro- ademas, nada de ser tan perfeccionista y rígido conmigo. ¡Le aviso! Con un poquito, mire, asi... ya tengo bastante. Samuel le sonrió: -No soy tan ogro, Gigi exagera- casi la convencio.- Está bien-Andrea se encogió de hombros- en su defensa diré que en la excelencia está el buen gusto. - Claro- agrego él- y el alumno hace al maestro. -¿Y eso que tiene que ver?- pregunto Andrea, confusa. -No se- respondió Samuel- pero sonaba bien y quería decirlo- río. Al otro dia, Andrea y Samuel desayunaron juntos y se fueron a la oficina. Él no podia creer ver a Andrea vestida de esa manera, y tan callada y seria. -¿Que le pasa?- pregunto, una vez adentro de la empresa- mire que el único ogro acá adentro soy yo- -Lo se- respondió ella- lo que pasa que necesito meterme en el papel. Me veo rara vestida de está manera. Diga la verdad, ¿No me veo extraña?-Digo como que me falta color, brillo. Es como mucho gris, muy, no se... estructurado- noto. -Estás hermosa- aseguro Samuel- de cualquier forma no dejas de ser mi Andrea. - Entonces- dijo, mirando para ambos lados- ¿que tengo que hacer? Samuel le sonrio: -Mira, ahí está Edith, ella es la secretaria más antigua de papá. Ya hable con ella y le pedi que te diera todas las indicaciones. No te preocupes, va a salirte todo muy bien. Cualquier cosa que no entiendas, volves a hablar con ella. Es muy paciente y practica. - ¿Paciente? ¿Practica?- repitio Andrea- le falto agregar ordenada y estoy en el horno. Samuel echo una carcajada y la beso. -¿Que hace?- se puso nerviosa ella- ¿no se da cuenta que estamos en horario de trabajo? -Mi amor, ¡Tranquila!- le pidió, rodeándola con sus brazos por la cintura, debajo del saco de Andrea- va a salir todo bien, no te preocupes. Vos solo confia en vos misma. Se lo dijiste tantas veces en estos meses a los chicos, que me parece imposible que no pudieras adquirirlo para vos. -Es cierto- dijo Andrea, mirando al cielo- le di muchos consejos a los chiquis para darle seguridad, haciéndome la canchera, pero... ¡Esto es diferente! Usted lo sabe!  -Tranquila, mi amor- le susurro al oído- yo te cuido. Andrea le regalo una sonrisa encantadora. - ¡Ay, lo adoro! ¿Sabe? Siempre me hace sentir segura. -Que bien- respondió Samuel, para luego preguntar- pero... aclarame algo, ¿Pensas seguir sin tutearme durante mucho tiempo más? Digo, como ya somos novios, nos podemos tratar de tu ahora, con confianza. -Mmmm.... si, es verdad- dijo ella, reflexiva- pero igual podemos seguir tratandonos asi un poco más. Digo, a mi me gusta, ¿ a usted no? -A mi me gusta todo lo que a vos te guste- le aseguro él. - Que lindo- dijo, ante los muchos besos de saludo que él le daba- pero bueno vaya a trabajar de una vez, y déjeme a mi con Edith, sino se nos pasa la mañana y no aprendi nada. Después no se queje de la falta de eficacia- Samuel le sonrió, gratamente. Y luego se despidió con un beso, y con otro, y con otro. -¡Ay ya vayase!- le pidió- mire que sino voy a ser yo la que no lo suelte más. 











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