Capitulo 7: Una esperanza en el amor

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Después de aquel almuerzo en el club donde Margarita y David se cruzaron con sus supuestas parejas, llamandolas "supuestas" por Freddy; David Beltran dejo de comportarse como un patán, y comenzó a interesarse más en su familia y en su esposa. Aquel día, Margarita recibió una visita a la mansión de su ex marido. -Necesito conversar contigo- le pidió- hay algo que necesito que sepas. Margarita no pudo evitar la curiosidad, y acepto escucharlo. Luego de recibirlo, y de la insistencia de Matías porque fueran a conversar a la sala de juegos, Margarita iba a saber por fin que es lo que tanto queria David. -Estoy esperando que me llame mi amigo del cole, quedamos en que me iba a pasar una tarea que me olvide escribir- dijo. -Para conversar tienen el chat- le sugirió su papá. -Pablo no tiene internet, su mamá no le deja usar la compu en la casa- insistió el chico. - Está bien- suspiro Margarita, para luego dirigirse a su marido- vamos a conversar a la sala de juegos- lo invito a pasar. Apenas entraron, los chicos cerraron la puerta, al grito de: - ¡Ahora! Los tres se pasaban la llave entre si, sin saber donde esconderla. Matias iba a tragarsela, asustados por los gritos de sus padres desde adentro. -¿Nos dejaron encerrados?- preguntaba Margarita, sorprendida, mientras que su marido les gritaba que iban a conocerlo cuando salga. Teresita le saco la llave a su hermano: -Tonto, ¡Dame acá! ¿Mira si te vas a tragar la llave? ¡Hombres!- se quejo. Timmy aseguro que sabia donde esconder la llave, y salio corriendo con ella. En eso estaban, cuando Andrea apareció: -¿Que hacen, mis soles?- quiso saber. Matias le contó lo que habían hecho y Andrea se agarro la cabeza. - ¡Abran la puerta ya mismo!- grito Margarita- Andrea, ¿es usted? Gracias a Dios, Por favor, ayudenos. Los chicos nos dejaron encerrados, dígales que le den la llave. Matias y Teresita le pedían por favor que se calle. Andrea los miro extrañada: -¿Que es lo que se supone que estamos haciendo?- pregunto, con un gesto de que no entendía nada.  Matias le respondió, bajito: -Es un plan de reconciliación- le contó. Teresita asintio: -Los mandamos al playroom, y luego les cerramos la puerta y escondimos la llave. Hasta que no se amiguen y vuelvan a ser nuestros padres no les vamos a abrir- advirtió. ¡Ay, mis amores!- exclamo Andrea, con ternura-que lindos que son. Me los comeria a besos, pero eso no se hace. Timmy regreso de la cocina en ese momento. -Por favor, chiquis- les explico ella, con paciencia- no pueden hacer eso, no se pueden meter en los temas de los grandes, y mucho menos tomar decisiones por ellos. - Solo queremos que hablen- respondió Teresita. -¡sI!- aseguro Tute- y hasta que no conversen, no les vamos a abrir. Andrea suspiro. - No les hagas caso- le pidió Margarita- son terribles esos mocosos, pero ya nos van a oír. Andrea, abrinos la puerta,- Los chicos le seguían pidiendo que no. - Timmy, ¿donde dejaste la llave?- quiso saber ella. Timmy le explico, desde de dar vueltas, que la había botado en el tacho. Justo en ese momento, Andrea escucho el camión de la basura pasar por la calle: -¡No!- grito- ¡La llave! Salio corriendo, dejando a Margarita y David pidiéndoles a los chicos que les abran. Luego, se cansaron, y se sentaron en la sala de juegos. - Son terribles esos enanos- protesto David. -Son unos tiernos- dijo Margarita, mirandolo, apenada. David le pidió que regresara con él. Eso era lo que venia a decirle. Le aseguro que está vez iba a hacer las cosas bien, y le pidió perdón por haberse equivocado. Mientras tanto, Andrea había salido a la calle, desesperada por evitar que el camión de la basura se llevara la llave, se echo de cabeza en el basural. Al pasar por ahi, Samuel, quien iba con otro señor de corbata, la observo extrañado, para luego notar, con asombro que era Andrea. - ¡La encontré!- grito, tomando la llave,  para luego pararse y alzar su vista al frente, topándose con la de Samuel. -¡Andrea Pacheco!- le llamo la atención, molesto-¿que está haciendo ahí adentro? Andrea sonreía todo el tiempo, y apena se quito un poco de basura encima, y salio del cubo disparada. -Estaba buscando esto- respondió, alzando el brazo y mostrándole la llave. Samuel se tomo la frente. - ¿Y ésta muchachita?- pregunto intrigado, quien la acompañaba. - Mucho gusto- se presento Andrea, estrechandole la mano- mi nombre es Andrea Pacheco Ocampo, para servirle a usted y a todos los corbatudos que nos miran asombrados. -Hola- le dio la mano- mi nombre es Arturo Gallardo, soy socio y amigo de Samuel. - Vamos adentro antes de que la mate- le dijo Samuel, al oído. - ¡Ay, no se enoje!- se quejo ella- pero a la final, una no puede ser amable con los invitados porque a usted todo lo que hago le parece mal. Él le iba a contestar pero nuevamente lo dejo con la palabra en la boca. Al ingresar a la mansión, Samuel se entero lo que estaba pasando. -¿Cuanto tiempo llevan ahí adentro?- quiso saber después de abrirle la puerta a su hermana y su cuñado.- No mucho- dijo Margarita. David había cambiado notablemente, se sentía feliz y les dio unos besos y abrazos a sus hijos, para luego despedirse de Samuel y Andrea, de manera alegre. - ¿Y a este que le paso?- se pregunto Samuel, -Parece que le falta una tuerca, o mejor dicho, la ferreteria completa- acoto Andrea. -Mire quien lo dice- le retruco Samuel. Margarita saludo a Arturo, y les pidió a los chicos que fueran a jugar. Luego, les contó a Andrea y Samuel que iba a darle otra oportunidad a David. Los dos la miraron extrañados.  - Entonces, ¿funciono el plan?- sonrio Andrea. -Así parece- observo Margarita- entre tus locas ideas y las de mis loquitos enanos, parece que pudimos escucharnos de verdad, después de tanto tiempo. Aunque....-aclaro, desenrollando un papel con una enorme lista- algo va a tener que aprender. Arturo, Andrea y Samuel la miraron sin comprender: -¿Que es eso?- quiso saber su hermano, extrañado. -Es la lista de las condiciones que va a tener que cumplir si quiere volver conmigo. Andrea no pudo evitar reírse, para luego abrazarla, - Así me gusta, patrona- le dijo, apunto de darle una palmada, pero deteniéndose- esa es la forma de hablarle a un hombre, que sepa, que respete. Samuel la miro sorprendido: -Mira quien habla, con lo educadita y respetuosa que es usted- le soltó. - ¡Ay, por favor! Ya tenia que salir el ogro. Es inaguantable- le recalco. - Y usted es una maleducada. -Patotero- le agrego. Arturo sonreía, viendolos, bien atento. - Samuelito, pero que bien te llevas con la niñera- le comento su amigo, divertido. - Es una rebelde sin causa-la definió. Andrea le iba a contestar pero Margarita se la llevo del brazo. Estaba ansiosa por contarle los detalles de la charla. - Te tiene loco, eh- comento Arturo. -¡¿Quien?!- exclamo Samuel, sorprendido por lo que habia dicho. -No te hagas- aseguro- vi como la miras. -¡Por favor! Estás loco- le negó- ni de chiste. Mi único tipo de mujer es Kathya, lo sabes muy bien. Ella es solo la niñera de mis sobrinos- aseguro. Arturo se encogió de hombros: -Está bien, si quieres inventarte eso, creetelo. Pero nunca te había visto reaccionar de esa manera con una chica. Y ella también te mira, eh. Samuel le cambio la conversación enseguida, preguntandole si se quedaría a cenar. Arturo acepto encantado la invitación. Diciéndole que pasaría a cenar con ellos por la noche, pero ahora tenia que ir por su esposa al medico. Samuel le pidió que la trajera a la cena. -¡Quiero ver como anda mi ahijadito!- dijo, entusiasmado. - Tu ahijadito mejor no puede estar, en la panza de su madre- respondió, riendo. A la noche, Arturo llego con Sofia del brazo, y los chicos recibieron a Sofía con abrazos. Estaba entrando en fecha de parto, casi por parir. Margarita y Andrea no dejaban de reírse por la lista enorme de deseos. Los chicos estaban muy curiosos, y no dejaban de hacer preguntas sobre el bebe y el embarazo. Sofia les respondía lo más didácticamente que podia, de manera muy simpatica. Aquella cena fue muy entretenida, hasta que Sofía entró en síntomas, y tuvieron que llevarla al hospital de improvisto. Arturo se había ido a buscar a su hijo mayor, Arturito, quien jugaba futbol, y salia de su entrenamiento en ese horario. Andrea y Samuel salieron corriendo a la clínica, con sofía en pleno trabajo de parto. En el auto, Andrea no dejaba de pedirle a Samuel a los gritos que fuera más deprisa. Samuel de defendia, objetando que no podia pasarse los semaforos. - ¡Ay, parece una piñata a punto de explotar!- gritaba, con cara espantada. -Andrea, por favor- le pedía Sofía, a su lado, en el asiento de atrás- no me estarias ayudando mucho. - Perdon, perdon...-se excuso ella- es que nunca me habia pasado algo asi y soy media bruta. Pero respire, respire, usted solo respire- le pedia besando su frente y dandole animos. Samuel la miro molesto desde el espejo retrovisor: -¡Puede calmarse!- la reto. - ¡Que desconsiderado, por favor!- se quejo- ¿como puede hablarle asi? No ve que es una mujer a punto de parir. Samuel suspiro: -Dios, dame paciencia- pidió- me va enloquecer. 

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