Me sentí la mujer más feliz del mundo cuando supe porque mi príncipe había mandado a traer a mamá gallina y los pollitos. El príncipe nos llevo a un parque de diversiones. Fuimos con todos los chiquis: Matias, Timmy, Tere, Diego, Tommy, Lucia y Maria. A esta altura ya estaba pensando oficialmente en poner un kinder. El príncipe se reía con mis ocurrencias, a esta altura yo no me enoje con él porque si había algo que sabia era precisamente eso. Nunca había sido la más cuerda que digamos. Fuimos a la montaña rusa, al trencito, a comer helados, al tren fantasma y hasta a las tacitas. Les dije que amaba a las tacitas? Siempre fueron mi juego preferido. Después del parque, fuimos a comer a un lugar súper canchero que me encanto que el príncipe nos llevara allí. Pedimos un sándwich gigante, literalmente, era un sándwich de jamón, lechuga, queso, tomate y huevo en una baguette enorme. Los chicos se la devoraron, entre los siete, esa comida que parecía para un batallón. Después el príncipe hizo algo que yo no podía creer. Se arrodillo delante mio y me pidió casamiento. Era un anillo hermoso que lleve durante los tres meses que duro preparar la boda. Una boda sencilla, intima y cálida porque así la había soñado y Samuel estuvo de acuerdo. Nos fuimos de luna de miel a una playa hermosa. Aún recuerdo ese día como si fuera ayer. Pasaron tres años de aquel acontecimiento y Samuel y yo estamos casados pero seguimos felices como novios. Una tarde, salimos por los ángeles a tomar un helado. Nos encontramos con Gigi , Freddy y su camioneta de helados. Ellos viven juntos en la pensión, junto a Blanquita y Freddy ya no es cadete sino que, al fin se decidió decirle la verdad a Gigi, ahora tienen su propio emprendimiento y están muy felices vendiendo helados por la ciudad. Margarita y David siguen juntos y contentos con los chiquis. Mi mamá se volvió a mi tierra con mis hermanitos, cada vez que puedo, los visitamos. Emma siguió con su banda y saco su titulo de administración. El también trabaja en la empresa de su padre, junto a Samuel y Luzmaria. Me decidi a confesarle a Samuel que quería tener siete hijos. Se enojo porque él solo quería tener dos y discutimos por eso. Buen, en realidad, yo fui la que lo pelee. Estaba muy feliz y todo el día anduve sonriendo. Él no entendia porque hasta que esa noche en nuestra recamara le confesé que lo amaba, él me preguntó cual era la novedad y que él me amaba mas. Empecé a tomarme en serio la idea de nombrarlo Ogro para siempre y hacerlo oficial. Luego le confesé que estaba embarazada y fue tanta su felicidad que festejaba como niño. Nos abrazamos y emocionamos juntos. Creo que por eso me dejo escribir el capítulo final de nuestra historia. Porque sabia empezaríamos una etapa nueva en nuestra vida y la viviríamos juntos peleando toda la vida, como siempre. Por los siglos y siglos sin dejar de ser ogro y princesa, príncipe y cenicienta, hasta el final. FIN