Capitulo 18: Tía Cleta

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Durante los próximos meses, Andrea intento aprender todo para ser una buena secretaria. Aunque cada día se sentía más extraña. Era como si hubieran dos mujeres en ella. No se sentía del todo convencida. Para colmo, recibieron una nueva visita en la casa. Era la tía Cleta. Una señora de lo más excéntrica y distinguida, que no solo parecía ser el vivo retrato de Samuel sino que además parecía tener el mismo gusto exagerado por el orden y la disciplina. - Quien es la chica que limpia en está casa?- preguntó, mientras pasaba el dedo por uno de los muebles y sacaba polvo. - Bueno, che! Tampoco vaya a ser tan exagerada! Es un poco de tierrita, no le hace mal a nadie- bromeo. - Pero... Como me hablas así?- preguntó impactada- Samuel, hijo como dejas que ésta chica me hable así? Quien es, otra mucama? Samuel la miro muy seriamente: - Si, bueno fue empleada en la casa, también fue niñera en el tiempo en que los chicos de Marga vivieron acá, pero ahora es mi secretaria personal. Trabaja conmigo en la empresa- le aclaro, y después agrego- y además es mi...- estaba por decirlo, cuando Andrea lo interrumpió, poniéndose delante de él y respondiendo muy segura: - Soy su NOVIA, entiende?, porque si no entiende se lo deletreo: ene, o, ve,i,a- dijo, novia-para luego agregar: - ay, que lindo cuando una hace las tareas con los chicos. Que ellos empiezan a aprender a leer y a escribir, vio? Yo estaba encantada cuando hacia eso con los chicos en mi tierra. Yo le enseñe a leer y escribir a todos mis hermanitos. - Y quien le preguntó?- dijo la señora, muy irascible. - Ay, pero que amargada, che! No se le puede decir nada- protesto Andrea. - De verdad es tu novia?- preguntó Cleta a su sobrino, completamente costernada- parece una fierecilla salvaje. - Ay, pero que lechuza!- protesto Andrea. - Y usted se comió un loro- increpo la mujer- siempre es así que habla y habla y en realidad no está diciendo nada? Samuel tuvo que aguantar echar una ligera carcajada al observar como las dos mujeres se peleaban. -Si siempre es asi- respondió él, divertido- es algo desordenada,charlatana, disparatada y está muy loca. Y yo la amo mucho por eso- confeso, echándole besos en el aire, mientras Andrea suspiraba de amor. - Ay mi amor, que pena que estés tan malito de la vista pero en fin, gustos son gustos- soltó sin ningún reparo. Luego lo palmeo y agrego- mejor voy a saludar a mi hermano Gustavo al despacho. Cuando se fue Samuel le pidió que le tuviera consideración y paciencia: - es una señora ya mayor- acoto, bajito. - Si. Lo sé- respondió ella, hablando de la misma manera- pero como que me quiso comer viva. - Te quiso agarrar del pescuezo- bromeó él. - con que no me cuelgue- agrego ella. Las semanas pasaban y tía Cleta volvía cada día más loca a Andrea con eso de que debía ser menos infantil y más una señorita distinguida. El fin de semana había llegado y  Andrea y Samuel irían a una cena benéfica como novios. El primer evento social en el que se presentarían como pareja. Pero Andrea no se sentía nada cómoda con ese vestido ni con las joyas y los zapatos de taco. Estaba por ir a bajar las escaleras en esos tacos, extrañando más que nunca sus zapatillas de corazones e imaginando todas las posibles maneras en las que podría tropezar y caer en esos escalones, cuando la escucho. - Mi vida, no te enojes con lo que te voy a decir, pero no creo que sea conveniente que vayas a esa fiesta con Andrea, van a estar las figuras más importantes e influenciables de nuestro circulo social y esa chica es tan torpe. No lo se, mi amor, pensarlo muy bien, creo que ella no esta preparada para ir de tu brazo. A Andrea le dolieron tanto sus palabras que salio corriendo a su cuarto y se puso a llorar como una chiquita. Samuel no le hizo el menor caso a Cleta, aunque sabia que era su consentido y el cariño que los unía era sincero, sabia bien de su carácter extravagante y peculiar y no le hacia el menor caso. Como Andrea no llegaba y se habían atrasado quince minutos, para él eso era más que suficiente, ya que consideraba la puntualidad como un don. Fue a buscarla y se sorprendió al encontrarla tan mal. - Que pasa, mi amor?- preguntó sorprendido, queriéndola mimar y poniéndola de pie, para luego secarle las lágrimas. - No se, Samuel pero creo que mejor no voy a la fiesta- dijo, con cara de angustia y agarrándose la panza- tengo unos retorcijones en el estómago que me están matando. No creo que sea buena idea que vaya. -Como que no vas a venir? Por supuesto que vas a venir! No estés así, si sabes que me muero por compartir esto con vos. Quiero que todos te conozcan, que sepan que sos mi novia- le confeso, lo más dulce- además, como no vas a venir después de que te vestiste así? Te viste en el espejo? Te ves hermosa! Sos una princesa. -Es que voy a hacer el ridículo, lo voy a dejar mal parado delante de todos- aseguró- y además, estás joyas no me gustan! Me parece horrible vestir estas joyas tan costosas- dijo, quitandosela- y estos zapatos me apretando y no me gustan. Nunca me gustaron los zapatos de taco, son muy molestos! No me siento yo...- Y sacatelos!- le sugirió Samuel- no querés ir en tacos, anda en zapatillas! Mira- le señalo quitándose los zapatos y el saco- yo tampoco voy a llevar esto. Andrea se quedo perpleja cuando vio lo que hacia. - Que le pasa se volvió loco?- preguntó. - No, mi amor! No estoy loco, estoy mas cuerdo que nunca. Es más- siguió diciendo, mientras abría el placard- ponete alguno de tus vestidos, el más colorido si querés. Vamos en zapatillas! Andrea pensaba que su príncipe había enloquecido, se puso su vestido preferido y las zapas. Y bajo las escaleras del brazo de Samuel lo mas contenta. - Que hace vestida así? Va a un carnaval- ironizó Cleta. - No voy con mi príncipe a nuestro baile. No me esperé hasta después de las doce y cuidado con comerse la carroza que es la calabaza- respondió, divertida. - En fin, tendremos que aguantar- trago saliva la mujer. Cuando llegaron al evento, Samuel no encontraba a Andrea por ningún lado y empezó a preocuparse. - donde se metio- preguntó, extrañado. - No es evidente, sobrino, esa chica es una maleducada!- comento, seria. Andrea le había pedido a Gigi que la acompañara, puesto que quería volver a vestirse. Samuel había pasado de todos, pensando solo en ella. Pero ella no podía dejar de pensar en Samuel. Quería dejar una buena impresión en un lugar que era importante para su novio. Se vistió con un vestido azul,muy elegante. Y también cambio su zapatillas por tacos. Al regresar a la fiesta, Samuel se sorprendió al verla: - Estás bellísima- la elogio. Ella intentaba ser muy amable y dulce, cada vez que Samuel le presentaba a algunos señores. Tía Cleta estaba sorprendidisima por la educación de Andrea. Cuando el metre quiso darle el honor a Andrea de dar un discurso para abrir el evento, alegando las dos mujeres que lo organizaban que Cleta Mendoza ya estaba demasiado anciana como para seguir siendo la anfitriona. Andrea no dudo en defenderla y de acusarlas de bichas y malas, puesto que la señora no era ningún trapo viejo que tenían que cambiar, que ella estaba esperando emocionada como cada año que la escuchacen. Para Cleta era muy importante sentirse valiosa en un lugar al que ella le había dado sus mejores años. Así que les hizo el menor caso y le entrego el micrófono a quien realmente correspondía. Cleta lo había escuchado todo y se emociono mucho por como la defendió. Después de dar el discurso, le dio las gracias enormemente a Andrea porque ella fue tan mala y sin embargo, Andrea había abogado por ella. - No es nada!- exclamo ella- a lo sumo serán cincuenta dolares nada mas- bromeo. - De verdad querida y yo que estaba convencida de que no tenias que venir. Te imaginas lo que hubiera sido? Esas dos cacatúas se hubieran salido con la suya y me hubieran dejado sin mi lugar de discursante. Sos un sol- aseguró- algo poquita, es verdad. Demasiado despistada y colorida pero, para decir verdad, ahora entiendo porque para Samuel sos tan especial y te quiere tanto - Y usted a la final también fue muy linda, porque su discurso fue divino. Le puedo decir tía y la puedo abrazar?- pregunto sin vueltas. La mujer asintió, dándole un gran abrazo. Estaba conmovida. - Desde este día voy a decir, Samuel, que siempre supe que te tenias que casar con ella, porque estoy convencida de que se van a casar. - Que siempre lo supiste- repregunto Samuel con una picara sonrisa. - Si ! Y mejor no me contra digas!

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