Capítulo 4

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Revisé por enésima vez el armario sin saber qué ponerme, miré por encima de mi hombro el reloj, faltaban unos minutos para que la profesora llegara. Me puse unos pantalones negros, unas botas y una camiseta de los Guns. Con mis dedos alisté mi cabello y sonreí al verme.

Bajé las escaleras, solo faltaban un par de minutos para que llegara y sabía que era algo puntual. Me detuve al final de las escaleras cuando vi a mi padre y Danielle sentados en el sofá.

-Pensé que te habías ido, Papá

-No puedo dejar que alguien irrumpa en mi territorio sin antes haberle visto la cara- Bromeó- Solo quiero saber con quién estudiarás, nena.

Yo asentí, no quería que mi padre conociera a la mujer más hermosa y sexy que había conocido. El timbre sonó y mi padre fue a abrir, yo gruñí.

-Buenas tardes- Dijo ella algo confundida al encontrarse con una figura totalmente nueva

-Usted debe ser la tutora de mi hija- Me dijo

-Así es, Perrie Edwards- Le extendió la mano y mi padre se la recibió con total cortesía

Mi padre frunció el ceño al escuchar su apellido, pero no borró aquella sonrisa de su rostro

-Jhon Thirlwall- Correspondió- Mi esposa, Danielle- Mi madrastra le hizo una reverencia y Perrie se limitó a verla y volver la vista a mi padre- Ya nos íbamos, señorita Edwards, gracias por ayudar a mi hija.

Entonces se acercó, besó mi frente y desapareció del lugar dejándonos solas.

-Disculpe la intervención- Le dije indicándole que me siguiera al patio

-No se preocupe- Contestó

Entonces la vi y admiré la manera en la que vestía, unas zapatillas con jeans y una blusa muy casual rosada, su cabello recogido y mínimamente maquillada. Sacó unos libros de su bolso y yo me senté y le pedí que hiciera lo mismo, obedeció.

-¿Es aquel hombre su pareja?

Me dedicó una mirada.

Dios, esa seriedad tan sensual acabaría algún día conmigo.

-¿Perdón?- Cuestionó

-Solo soy alguien curiosa- Le sonreí

-La curiosidad mató al gato

-Esta gata moriría por saberlo todo- Dije

Ella simplemente me miró

-Comencemos

Edwards explicaba muy bien, durante la tutoría fui atenta a cada uno de los movimientos que hacía, pero a la vez a las palabras que pronunciaba.

-Así que la revolución francesa no fue tan pacífica como se pensaba- Dije

-Así es- Asintió- En ocasiones los cambios requieren violencia- Murmuró pasando la página de su libro.

Vimos unas fotografías de civiles muertos, todo por ir en contra de la monarquía y defender la república. Eran explicitas, muros sobre algunos, otros soldados apuntando.

-Todo eso fue necesario para poder lograr la libertad en Francia- En sus ojos se veía la pasión sobre lo que hablaba- Una polémica forma de libertad, pero libertad a fin y al cabo.

-He visto sus ojos brillar todo el rato que ha estado hablando- Dije aun hipnotizada en ese mar azul, ella me miró y sentí derretirme- ¿Por qué estudió historia?

Entonces perdí su mirada y la extrañé al instante, se aclaró la garganta y volvió a hojear el libro.

-Desde pequeña vi inclinación a los sucesos del pasado y ver su trascendencia en el futuro- Comentó- No esperaba ser profesora, de hecho, me bastaba con el conocimiento.

Entonces volvió esa actitud fría, yo quería seguir sacándole información.

-Usted me parece interesante- Murmuré

-¿Siempre tratas de saberlo todo de las personas?

-Usted es una excepción

Ella torció los ojos y volvió a su libro, me dediqué a su perfil, tan perfecto. Tan perfecta. Seguimos estudiando, pero no me pude guardar las dudas.

-¿Tiene hijos?

-No- Murmuró más rápido de lo que pensé

-¿Casada?

-No te interesa

-¿Color favorito?

-No te interesa

-Supondré que es el azul. ¿Plato preferido?

-No te interesa.

-¿Le gustan las chicas?

Entonces ella no respondió tan rápidamente, al contario, me miró con fijeza y sus ojos se oscurecieron

-No te interesa- Contestó por fin, cerró su libro, lo guardó y se levantó- Ya terminó la tutoría, nos vemos mañana

-La acompaño a la puerta- Me apresuré tras de ella.

Salí rápidamente de esa casa ¿Qué se creía ella buscando saber partes de mi vida?

-Leigh- Llamé su teléfono mientras abría la puerta del auto

-No me gusta ese tonito, Edwards

-En el bar, te doy 20

-Como mandes, princesa

Puse la música a todo volumen y precisamente sonaron los Guns, se me vino inmediatamente a la mente su camiseta blanca, su maldita camiseta blanca apretada. Sacudí mi cabeza apartando los pensamientos ¿Por qué le importaba tanto mi vida?

-¿Estás enojada?- Preguntó Leigh con cautela, puso su bolso en la barra- Dos martinis, cariño- Le dijo a la camarera- Dime qué pasa, Edwards.

-Esa niña...- Gruñí.

-¿La chica de la tutoría? ¿La de la falda caliente?

-Sí, esa... ¿Qué? - Me alteré

-Gracias, cariño- Le dijo a la chica del bar- Es solo molestando, relájate.

-Ella solo preguntaba y preguntaba ¡Me enojé!

-¿Qué te preguntó?- Cuestionó tomando un trago largo del Martini

Bebí de la copa que estaba al frente y entonces al notar mi silenció lo descubrió.

-No me digas que te pregunto qué si tú...- Comenzó con una sonrisa, me limité a asentir- ¿Qué le dijiste?

-¿Qué pretendías que le dijera? ¿Qué era bisexual? Ni loca, no es algo que le importe

-A mí me parece que sí le importa, Pez- Rió- O sea que esa niña tal vez le gustes

Me atraganté con la bebida.

-Y a mí me parece que te gusta- Sentí que iba a romper el vaso y por eso lo solté

-No digas estupideces.

Aprendiz, Jerrie ThirlwardsWhere stories live. Discover now