¿Quién era ese maldito? La sangre me hervía entera y podría apostar que tenía las mejillas totalmente rojas de la rabia pura. Quería explicarle, quería tratar de enmendar mi error y ¿Qué pasa? Se besuquea con otro estúpido el frente mío, maldita.
¿Tendrán sexo?
Sacudí mi cabeza evitando pensar en ello
Son jóvenes, Perrie, tú también fuiste así, de hecho, lo eres.
Golpeé la pared del ascensor.
Estúpida Thirlwall, creía que estaba bien y aparece ella, en medio de un montón de gente y me hace explotar.
Pero yo comencé todo esto.
Salí del ascensor, abrí la puerta de mi auto y entre.
¿Lo amará? Suspiré recostándome al sillón. ¿Él la amará tanto como yo? No pude evitarlo y le pegué al vidrio y no sé cómo, pero se rompió. Entonces lo próximo que vi fue mi mano sangrar.
-Vida perra- Susurré
Entonces con mi mano libre encendí el auto y manejé como pude hasta llegar a un hospital. Saqué del maletero la maleta que llevaba con ropa y la entré a la clínica.
-Lo que faltaba- Susurré mientras entraba y me sentaba, pero al momento llegó una enfermera que me vio con terror.
-Vamos- Me indicó, yo la seguí y me llevó a una sala donde había varios médicos, me dejó en uno de los cubículos y me senté allí.
Traté de mover la mano, pero no pude.
-Dime que al menos pudiste romper lo que querías romper- Dijo la doctora en cuanto llegó, yo levanté mi vista y la miré y me sonrojé al instante. Era pelinegra, tenía la piel preciosa, y unos ojos negros brillantes, alta, delgada y la bata le quedaba extremadamente bien.
-¿Quién te asegura que quería romper algo?- Pregunté siguiéndole el juego.
-Porque tienes la mano rota, cariño- Dijo con gracia, se sentó al frente mío y con una pinza empezó a quitar con cuidado los trocitos de vidrio- ¿Cómo pasó?
-Me dio una rabieta en mi auto- Admití sin más
-¿Tiene seguro?- Cuestionó, negué con la cabez, pero ella no lo vio así que
-No, no lo tiene
-Qué lástima por tu auto, y qué lástima por este traje.
-Igual ya estaba manchado por otra cosa- Ella me miró y se rio
¿Quién era esta chica? Me gustaba mucho aquello agradable que transmitía. Gemí cuando apartó un trocito de vidrio, ella volvió a reír.
-Debiste prever que pasaría esto...
-Perrie- Me presenté
-Kendall- Me dijo sin levantar la cabeza. Duramos un momento en silencio, sentía como rápidamente apartaba los vidrios, parecían espinas que estaban en mi mano, y ella los apartaba con una agilidad impresionante.
Vi entonces que dejó los trozos de vidrio a un lado, yo me sorprendí porque eran muchos.
-Sí, todo eso- Dijo ella- Si te pareció doloroso eso, prepárate para lo peor- Dijo con gracia
-¿Qué?- Dije sin entender, entonces al instante sentí un ardor inmenso- ¡AY!- Grité, Kendall rio
-Soldado advertido no muere en guerra- Cuando cesó un poco el ardor ella empezó a frotar el algodón con delicadeza- Todo esto te pasa por estar haciendo rabietas
-No sabía que la doctora también te regañaba
-¿Cuántas veces has ido al doctor en tu vida?- Dijo incrédula
-No muchas, por fortuna- Apartó el algodón y yo vi mi mano herida ¿Por qué hice esa estupidez?
Sonó mi teléfono y contesté.
-¿Diga?
-Hello, Pez- Saludó Leigh, yo sonreí
-Hola hola, Lee ¿Todo bien?
-Sí ¿Tú? ¿Cómo terminó la charla?
-Estuvo bien, pero me encontré con cierta persona que no quería, y no, no digas su nombre, y bueno, ahora estoy en el hospital
-¡¿Qué?!- Se alteró la morena
-Estoy bien, tranquila, solo fue un rasguño- Miré a Kendall que torció los ojos, yo sonreí- Pero ya estoy siendo curada. Hablamos luego
-Está bien, cuídate mucho
-Adiós
Colgué el teléfono y como pude lo metí en mi bolsillo.
-¿Así que un rasguño?- Dijo ella volviéndose a sentar, tomó mi mano con cuidado y empezó a vendarla con habilidad.
-No me conviene que se entere que prácticamente me rompí la mano
-¿Tu novia?
-Mi mejor amiga- Le dije, ella asintió concentrada en amarrar la tela.
-Creo que ya está- Dijo levantándose- Debes cambiarte la venda, no seas descuidada con cosas así o te infectarás- Advirtió
-¿Algún medicamento que me recomiendes?- Cuestioné- Y de paso ¿Será que me puedo vestir aquí?
-Hay un baño al fondo- Indicó- Oye, y con cuidado.
Yo le sonreí y caminé hasta donde me había dicho. Me sentía raramente fresca, aquella actitud tan agradable me tenía cautivada, esta chica tenía algo. ¿Cuántos años tendrá? Entre al baño y me empecé a cambiar, saqué unos tennis y me los puse, junto con unos vaqueros y una camiseta blanca. Acomodé un poco mi cabello y salí.
Llegué al cubículo y Kendall estaba sentada revisando su teléfono, yo me quedé viéndola hasta que levantó la vista y me sonrió. Me pasó un papel y unas cajitas.
-Ahí está el nombre de los medicamentos, cada cuanto debes tomarlos y mi número por si se te presenta algún problema o algo así.
-Muchas gracias- Murmuré poniendo aquel papel en mi bolsillo.
Nos quedamos mirando ella habló primero.
-Cuídate mucho esa herida.
-Lo haré, hasta luego- Me despedí sonriente, ella se despidió con la mano.
Suspiré cuando salí de aquel pequeño lugar. Me gustaba esa chica.