Cuando escuchó el llamado de su vuelo Perrie suspiró, tomó su maleta con fuerza y se levantó más pesada de lo que alguna vez se sintió. Iba a empezar a caminar cuando una mano la tomó fuerte por la muñeca, se volteó con el ceño fruncido, se encontró entonces con unos ojos chocolates tristes y relajó el gesto. Se le acongojó el corazón verla ahí, su pequeña estaba allí tomándola y con la mirada pidiéndole que no se fuera.
-Quisiera en verdad que me explicara la estupidez que está haciendo- Murmuró Jade sin soltarle la muñeca, al contrario, como estaba temblando apretaba más.
-No es algo que te importe, Jade- Dio Perrie en voz baja
-¿Por qué se va así de la nada?- Cuestionó nuevamente, rogando para que las lágrimas no salieran traicionándola
Perrie casi pudo oír la forma en la que su corazón se desgarraba, cerró los ojos con fuerza y acomodó su gesto a uno serio e implacable.
-Me han ofrecido una mejor oferta, Jade- Murmuró
-No me mienta- Le interrumpió- ¿Hice algo?
-No has hecho nada, Thirlwall
Jade casi se suelta a llorar por la frialdad de sus palabras. Perrie se contenía para que su voz se mantuviera fuerte y no se rompiera por el dolor en su garganta por cada frase que soltaba. A pesar de todo, la estudiante veía en esos ojos azules que tanto había admirado un semblante triste, una oscuridad que no habitaba en ellos cuando estaba con ella.
-Perrie, yo...- Tartamudeó Jade, cabizbaja; la rubia sabiendo lo que diría la interrumpiría o sino se pondría en evidencia.
En ese momento volvieron a llamar a su vuelo. La mayor observó cómo menos gente se iba embarcando al avión.
-Fue buen sexo- Dijo con frialdad, Jade se estremeció y sus palabras se quedaron a la mitad, levantó la vista y la observó, imponente, seria, tan fría como un tempano de hielo y dura como un diamante en bruto- Es una lástima que te hayas enamorado de mí, Thirlwall, porque fuiste tan insignificante como Camila.
Jade no pudo contenerse y le dio una bofetada y se echó a llorar.
-Eres una estúpida, Perrie, una maldita cobarde ¡Te odio! - Le gritó
Perrie por dentro se rompió, sentía el ardor en su mejilla y creyó perder el equilibrio. Maldecía a su padre, a toda aquella maldad y cobardía que habitaba en ella.
-Hasta nunca, Jade- Tomó con más fuerza su maleta y empezó a caminar, la castaña corrió tras ella y la abrazó.
- ¿Por qué me haces esto? - Susurró en su espalda, Perrie soltó una lagrima- Dímelo – Pidió entre lagrimas
-Ya era hora de que aterrizaras, Jade- Dijo Perrie, apartó la lagrima que iba cayendo y empezó a caminar dejando a la morena sola.
-Veo que le criticas mucho a tu padre- La rubia se detuvo y la vio de reojo- Y aunque no lo conozco, creo que eres hasta peor que él.