Salí de la habitación y aunque Jade no lo notó mis manos estaban sudando, había visto mi diploma y aunque pareciese algo muy normal no lo era, eso conllevaba a que investigara como llegué a esa universidad y por ende mi familia.
Me senté en el sillón y suspiré. Entonces recordé que no había buscado nada para dormir, siempre dormía en ropa interior y en realidad con Leigh no tenía problemas, pero con Jade...
Podría ir a mi cuarto o al cuarto de Leigh. Opté por la segunda opción, la luz del cuarto donde ella dormía estaba encendida, y pasé, parecía hablar con Andre por teléfono así que busqué directamente en su closet y saqué unos shorts
-¿Puedo?- Pregunté
Ella asintió sin borrar esa sonrisa tonta de su rostro, la típica cuando hablaba con su novio, yo sonreí y salí. Fui a la sala, me quité mi camiseta, mi pantalón y me puse el short. Normalmente dormía con tops deportivos así que no tuve problema. Tomé la manta que estaba en el sillón y me acosté. Entonces la calidez volvió a mi cuerpo.
Duré un buen rato simplemente viendo el techo y pensando en mil cosas y ninguna a la vez, cuando el sueño iba llegando a mí una suave voz me interrumpió.
-¿Perrie?- Susurró
-¿Jade?- Pregunté soñolienta- Creí que dormías
-No puedo dormir- Se sentó en el suelo, al frente de mí
-¿Pasa algo?- Pregunté sentándome y dejando caer la sabana
-¿Te importaría dormir conmigo?- Cuestionó con voz dulce
Entonces en medio de la noche pude percibir esos ojos cafés, en ellos se veía una vulnerabilidad que yo nunca había visualizado en mi estudiante, opté por asentir, no supe por qué. Nos levantamos en silencio, yo llevé la manta y llegamos a mi cuarto.
-¿Quieres la parte de la pared o del frente?- Pregunté al ver que no nos poníamos de acuerdo
-Pase usted primero- Contestó bajito
Yo asentí, me acosté del otro lado y luego ella me siguió, instalándose a mi lado. Miré su perfil, se veía muy bella, su cabello dejando ver el lunar de su mejilla y sus labios carnosos.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué ahora se veía tan frágil?
-¿Le importaría abrazarme?- Preguntó nuevamente con esa voz tan dulce, se volteó y me miró, sus ojos bajaron a mi boca y volvieron nuevamente. Yo asentí. Entonces ella me dio la espalda y yo me pegué a la suya en una posición de cucharita.
Se sentía tan cálida pegada a mí, tan suave, tan pura. Olí su cabello y cerré los ojos extasiándome con el olor, pero me sentía en verdad intrigada por lo que le pasaba. Su mano busco la mía y la pasó sobre su cintura apretándonos más la una a la otra.
-¿Estás bien?- Pregunté pegada a su oído.
-No- Respondió con simpleza
-¿Quieres hablar sobre eso?- Debía ser cautelosa.
Ella desenlazó mis dedos y se volteó para verme, me quedaba algo baja y le tocaba levantar un poco la cabeza para verme, pero igual nuestros ojos se encontraban.
-Mis padres quieren que estudie algo que no quiero- Contestó, yo fruncí el ceño- No se ve como una proposición, más bien como una obligación- Susurró, nuevamente sus ojos bajaron a mis labios y volvió a verme.
Me causó algo de ternura la escena, estábamos ambas arropadas por una misma manta compartiendo un momento de intimidad. Entonces esa era su debilidad... sus padres.