-Todo comienza cuando mi madre enferma, antes de eso éramos muy felices, mi padre era uno de los mejores hombres que había conocido, amable, honorable, entregado, perseverante- Jade la miraba con mucha intriga, por fin conocería todo de Perrie- Mi madre entonces muere y todo cambia.
-Lo siento, Perrie- Susurró Jade, la rubia solo la miró y siguió
-Ellie y yo tuvimos que ver la forma en la que cambió mi padre, se volvió soberbio, reservado, todo lo que antes no era, incluso físicamente cambió. Los padres de Ellie habían muerto meses antes, mi padre tuvo que cargar con dos muertes, nosotras éramos muy pequeñas como para entender bien aquella situación, pero siempre fui yo la que cargaba con mi hermana, me vi en la obligación de madurar muy rápido.
Perrie terminó la copa y la llenó de inmediato, necesitaba estar motivada de alguna forma para seguir hablando.
-Tras aquellas fatídicas noticias mi padre se obsesiona con la empresa, busca volverse cada vez más poderoso y cosas semejantes. Había ciertas condiciones que ahora te diré para mantener la empresa viva, una de ellas era que yo debía ser heredera.
Jade abrió los ojos extrañada
-Así es, me veía en la obligación de seguir el legado.
-¿Qué pasaba si no?
-Como ya te dije había ciertas condiciones, una de ellas es que si la empresa no era heredada automáticamente pasaba a manos del Estado, no seríamos más dueños, nos pagarían cierta cantidad, pero no sería ni la mitad de lo trabajado
-¿Cómo pactaron eso?
-Mi abuelo lo hizo, lo decía un contrato. El problema radicaba en que mi padre era un bastardo, pero él lo reconoció legalmente, una historia algo chistosa, pero ya quedó en el pasado, ambos están muertos- Perrie rio y tomó más vino, Jade se preocupaba de su llevada actitud estaba a punto de quitarle la botella, pero eso no saldría tan bien- Entonces yo debía liderar la empresa o todo se iba al carajo. Mi padre se obsesionó con que yo tomara el control de la empresa, era eso o alguien saldría lastimado
-¿A qué te refieres?- Preguntó Jade, entonces Camila se le vino a la mente
-¿Recuerdas la historia de Camila? Mi padre la internó en el hospital para obligarme que me hiciera cargo de la empresa, algo que fue complicado de manejar, pero lo logré
-¿Cómo lo hiciste?
-Ataqué con mi mejor arma, cuando pequeña, era una niña muy curiosa- Perrie rio, Jade estaba muy perturbada como para reaccionar a todo- Escuchaba detrás de las puertas y cosas así, notaba que muchos hombres iban a casa y duraban horas en el despacho de mi padre.
-Políticos...
-Muy inteligente, Thirlwall, así fue, eran políticos que ayudaban a mi padre a cambio de darle una buena promoción, le bajaban a los impuestos, había veces en los que ni siquiera pagaba y estaba bien porque sus amigos se encargaban de cubrir todo aquello sucio que él producía. Entonces aquella vez lo que pasó con Camila, me defendí con eso y otra cosa que te contaré luego
-Perrie esto es demasiado- Advirtió Jade tratando de quitarle la copa de su mano, ella se negó
-Si no lo hago ahora no lo haré nunca, Thirlwall- Advirtió
-Nunca fui feliz- Dijo sonriente mientras veía el atardecer, entonces la morena se cautivó con su figura, su cabello alborotado, la copa de vino en su mano, el atardecer que caía sobre ella, todo ella era una obra de arte. Jade no podía no sentirse conmovida, porque a pesar de todo
La amaba
Le costaba admitirlo
Pero la amaba tanto que dolía