Mi amada Perrie:
A diferencia de ti, escribo una carta mientras que estás despierta, porque no hay mejor forma que admirarte. Estás en este momento leyendo un libro en tu escritorio, hay luz, pero nunca te opacaría. Esa misma luz alumbra tus ojos azules y resalta aún más tu cabello rubio ¿Te he dicho cuan preciosa te ves sin maquillaje? Porque tus pecas saludan al mundo, aquellas marcas coloridas que adornan todo tu cuerpo.
Eres la mejor mujer del mundo, eres noble, pasional, seria, graciosa, increíblemente atenta y excelente persona. Nunca pensé que terminaríamos tan juntas, si lo hubiese sabido, nunca te hubiese dejado ir. Mi corazón se emociona cuando lo primero que veo al despertar son los cielos que llevas en tus ojos, los cuales me miran con amor y curiosidad, mi corazón se encoje y grita de alegría por ti, sabiendo que en ese mar es que me muero por nadar, que esa boca es la que muero por besar.
Tus miradas curiosas, tus sonrisas escondidas, todo es perfecto en proporción.
Cuantas aventuras nos esperan Pez, cuantos abrazos, cuantos lugares...
Pero en ti es el lugar que siempre quiero estar.
Eres el libro que quiero siempre leer, la historia que siempre quiero escribir y el cuerpo que siempre querré recorrer.
Mírame siempre como lo haces, porque de mí encontrarás el mismo amor.
Te amo, esposa mía.