Capítulo 20

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Perrie lo detalló de manera rápida, seguía siendo el mismo hombre que recordaba solo que ahora se veía desgastado

-Me doy cuenta que no trajiste a ninguno de tus idiotas a tu lado- Dijo al observar tras él

-Nunca los he necesitado para ver a mi hija- murmuró- ¿Puedo pasar?

-¿Dejar al demonio entrar a mi casa?- Cuestionó sarcástica, él como si no hubiese escuchado pasó

-Me interesa saber por qué no estás sorprendida con mi llegada, en otras circunstancias ya hubieses huido de mí, como siempre- Se sentó en el sillón, Perrie le siguió y se puso al frente de él

-Sabía que no faltaba tanto para que vinieras, recuérdalo, soy tu hija, Alexander

-Porque eres mi hija sé que estás dotada de la misma malicia de tu padre, el problema es que no lo usas en la gente que deberías, cariño- Sacó un cigarro, lo puso en su boca y lo encendió- En aspectos como esos te pareces a tu madre

Perrie sonrió con notable amargura por la manera en la cual se refería a su madre. Decidió contraatacar

-Sé muy bien a lo que vienes, papi- Esas palabras ganaron la total atención del mayor- Sé que tienes cáncer terminal- Le dijo mirando muy fijamente aquellos ojos que a pesar de que buscaban intimidar no lo conseguían frente a la joven- Sé muy bien que no durarás más de 3 años vivo.

-Debo felicitar entonces a tus amigas, veo que tu patético equipo de trabajo por fin hace algo productivo- Se inclinó más hacia delante señalándola con el cigarro- Pero supongo que sé bien tu decisión en esta última propuesta ¿No, Pez?- Miró para atrás y Perrie no cambió su gesto, sabía bien, en fin, ella siempre iba un paso más adelante.

-Qué triste que tus manipulaciones sean tan baratas y mediocres padre, nunca cambias la estrategia

-A eso se debe mi éxito, cariño- Le sonrió a la rubia- De igual manera sé por qué no te negarás

Perrie levantó una ceja curiosa

-Por una parte, el obvio enamoramiento que tienes por la chica esta, Thirlwall. Por otro lado, está el que sabes el poco tiempo que me queda de vida, serás libre, sin el amor, pero libre, en fin, y sumamente rica

-Creí que me conocías un poco más como para saber que el dinero no me interesa en lo mínimo

-El dinero cambia a la gente, pequeña- Alexander se levantó y Perrie hizo lo mismo, entonces se quedaron viendo por un minuto como si fuesen rivales y no padre e hija.

-¿Cuándo debo ir?

-Tienes 4 días, ni más ni menos

Alexander le ofreció su mano y la chica de ojos azules ni siquiera consideró el estrechársela

-¿Por qué te cuesta tanto venir a mi lado?- preguntó

-No me gusta caminar sobre basura, papi- Susurró Perrie

El hombre no dijo nada, solo caminó hasta la puerta

-Agradezco tanto que mi madre esté muerta- Entonces se volteó- No tendría que ver en la porquería en la que te has convertido

-No hables de ella

-Tú la referenciaste primero, y te aviso- Complementó- Hago esto más por su memoria que por ti.

Jade despertó gracias a unos rayos de sol que se colaban por la ventana, se estiró y se encontró con una camiseta grande sobre ella, la olió y supo que era de Perrie, la cual no estaba en la habitación.

-¿Pez?- La llamó.

La morena decidió salir en su búsqueda, pisó el piso frío y soltó un gemino muy bajito. Salió de la habitación con fin de sorprenderla y en la sala se encontró con un hombre que le parecía conocido, pero no recordaba de dónde. El desconocido la miró y le dio una sonrisa extraña, la cual hizo que se erizara.

Perrie maldecía por dentro que Jade hubiese despertado, lo que menos quería era que su dañado padre la viera.

-Buenos días- Dijo la morena ajena a todo lo que pasaba

-Buenos días, Jade- Dijo el hombre, la rubia gruñó por lo bajo

-¿Lo conozco?- Preguntó esta vez la menor

-Por fortuna no- Contestaron ambos Edwards

-Hasta luego, chicas- Se despidió el hombre y sin más desapareció de la casa

-¿Quién era?- Preguntó sin pudor la castaña

-No es alguien que te importe

-¿Por qué me tratas así ahora?- Los ojos de ambas se encontraron y la estudiante pudo ver un destello extraño en la mujer con la que había compartido una noche de pasión. Perrie al escuchar aquella queja soltó un suspiro y se acercó a Jade abrazándola

La menor se sorprendió por su tacto, pero no se negó a él, para ella había algo raro en aquella muestra de ¿Cariño?

-¿Sabes que todo sería menos raro si me explicaras qué pasa?- Susurró Jade acurrucada en el pecho de la rubia, sentía su corazón latir acompasado, como música para sus oídos.

-Todo sería mejor si no te explicara qué pasa- Murmuró Perrie antes de besarle la cabeza a la más pequeña.

Todo era demasiado nuevo para amabas, por una parte, estaba Jade, renegada para el amor, nueva en todas aquellas situaciones; en su contraste Perrie, experimentada, pero a la vez con un pasado que quisiera eliminar, perseguida por personas que solo buscaban hacerle daño y enamorada de quien no debía. Se sentía entra la espada en la pared al sentir la cercanía tan agradable de la más pequeña, era algo único, que no había sentido antes.

Porque si bien, Perrie había tenido parejas, Alex, Lauren y algo tuvo con Camila, pero nunca se había sentido de la manera tan inocente que se sentía con Jade, todo era tan perfecto en su compañía, era todo lo que sabía que no merecía, lo que se negaba a sentir.

-¿Salimos a desayunar?- Propuso Perrie sin soltar el abrazo

-Me parece estupendo

-¿Tus padres están en casa?

-Regresan mañana

-Entonces mañana se acaba el cuento de hadas

Jade entonces vio aquellos ojos azules, estaría loca, pero juraba que había visto tristeza en ellos. La rubia le acarició el rostro con suma delicadeza, y la besó. 

Aprendiz, Jerrie ThirlwardsWhere stories live. Discover now