El viaje en auto había comenzado silencioso, y con la sensación de que el tiempo pasaba muy lentamente. Las pequeñas pláticas entre ellos no eran algo común, no al menos sin que terminarán peleando.
¿Qué tanto se empeñaron en odiarse? Ni siquiera una conversación de cosas triviales podían iniciar. En algún punto de sus vidas debieron llevarse bien; tal vez si intentaba hablar de las cosas que le gustaban a Francis, y algo tan simple como su día, podían evitar un conflicto.
En un cruce, mientras esperaban a que la luz diera el paso, sus ojos vieron de manera discreta a Francis que observaba la por la ventanilla tranquilo, con una sonrisa que denotaba lo relajado que estaba.
Era un buen momento para intentar entablar una conversación medianamente normal.
—Fran —intentó ignorar el tono agudo de su voz, causado por los nervios; aclaró su garganta y lo llamó una vez más cuando éste pareció escucharlo—, Francis.
—Oui? —cuestionó curioso—. ¿Qué pasa Arthur?
—Bueno, nada en realidad —Sonrió incomodó, ¿por qué era tan complicado?—. Pensaba... Ya sabes, ¿cómo estás? ¿Cómo ha estado tu semana?
Francis no respondió tras unos, muy largos, segundos de silencio para Arthur. Unos ojos azules lo examinaron, y el francés ladeo la cabeza, buscando algo sospechoso en palabras tan casuales, que jamás le dirigió Arthur.
—Bastante ocupado... —respondió con cautela—. Bon... ¿Gracias por preguntar? -Agregó aun ligeramente descolocado con ese intento, suponía, de conversación—. ¿Has estado bien, Arthur?
La pregunta de Francis era básicamente similar a la suya, pero sonaba a que estaba más bien preguntado su estado por esa conversación, y la súbita invitación.
—Sí, como siempre —contestó, algo avergonzado de verse acorralado ahora él con las preguntas—. Quiero decir, ¿has estado feliz? Supongo que ha sido estresante —intentó continuar la conversación, hasta que se dio cuenta que estaban a unos minutos del lugar que había conseguido reservación gracias a Feliciano, quien por alguna razón le tenía miedo.
Bajaron nuevamente en silencio, y vio con agrado como Francis apreciaba con disimulada fascinación el nombre del lugar.
—Tiene muy buenas críticas, hasta por mi gente que tiene el paladar más exigente —opinó el francés sin poder ocultar lo grato que era el lugar donde cenarían.
Entraron a la mesa que Arthur reservó con anticipación, cosa que le costó disimular cuando en la recepción confirmaron su nombre, y Francia se burló discretamente de lo avergonzado que estaba por eso.
—¿No lo planeaste, Angleterre? —agregó con una media sonrisa; Francis no se iba a burlar más, no cuando lo había invitado su rival de siempre, quien estaba siendo, lo que nunca había sido con él, agradable.
—Sólo, ya estaba la reservación y no vinieron esas personas, es todo —Se mordió la lengua cuando estuvo a punto de llamarlo "Rana".
Los dos se sentaron y recibieron las cartas del mesero, quien los dejo unos minutos para pudieran decidir lo que iban a ordenar.
Arthur no pudo evitar estudiar la expresión de Francia cuando este leía el menú: "¿Qué estará pensando?" "¿Aceptó mi invitación para burlarse de mí?" Eran los pensamientos de un muy ansioso Inglaterra, que sentía su cabeza ligera por los nervios.
—Y bien, ¿cuál es la razón de tu invitación sorpresa, cher? —La voz aterciopelada de Francis rompió el plácido silencio, y lo sacó de sus cavilaciones, casi quitándole el aliento—. ¿Cuáles son esas razones "no profesionales" por las que estamos cenando? —Arthur no tuvo certeza, pero creyó escuchar cierta expectativa, ¿anticipación?, en la voz del otro.
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Lost, In You [Hetalia] [UkFr]
FanfictionArthur era la persona menos honesta que podría existir, especialmente consigo mismo. Llevaba años peleando y buscando guerras contra Francis; siglos y siglos anunciando su odio, esforzándose en hacerlo evidente, una mentira en realidad. En realida...