Capítulo 7

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Quería matarlo. Jimin nunca había sentido tantas ganas de maldecir a alguien en toda su vida. E iba a hacerlo. Justamente en ese momento iba a gritarle a ese tipo todos los improperios que se sabía, si es posible se iba a inventar a algunos en ese momento. Quería gritarle hasta de lo que se iba a morir, pero antes de que pudiera abrir su boca para decir algo, el sujeto se le adelantó robándole la palabra.

- Yo sé que de seguro tienes mucho que decirme, al igual de que tienes muchas preguntas que hacerme, pero preferiría hablar en otro lugar y no en medio de la acera, así que, si pudieras seguirme, prometo responder las preguntas que pueda. – dijo con una actitud relajada, la diversión todavía bailando en sus ojos.

Jimin bufó y lo miró mal.

No es que tuviera muchas opciones, la verdad. A pesar de que las ganas de ahorcar a ese hombre no se han ido, el verdaderamente necesita algunas respuestas, y no conseguirá nada si asesina al sujeto, además de que hay muchos testigos y no quiere ir a la cárcel. Con un suspiro resignado asiente, y decide seguirlo.

Caminan en silencio, Jimin unos pasos atrás del chico de la tiendo, y es ahí donde se percata que su cabello ya no es rosado, si no castaño. Sus ropas ya no eran tan extravagantes y llamativas como las que portaba el día anterior. Vestía unos jeans claros, con unas vans de color blanco y una camiseta azul manga larga. En verdad que se le hacia muy extraño mirarlo como una persona común y corriente.

Aunque estoy seguro que dé común y corriente no tiene nada. Pensó con algo de amargura.

Se alejaron bastante de la plaza. Jimin no sabe muy bien cuanto caminaron, porque paso todo el camino en silencio, pensando en todas las preguntas que quería hacerle.

- Hemos llegado – dice el chico señalando un apartamento. Había una fila de apartamentos iguales, y el que el chico señalaba era el último de todos ellos. No era la gran cosa (por fuera al menos). Era un apartamento mediano de color rojo con puerta y ventanas blancas. Por la presencia de cortinas no podía ver nada de adentro. Mientras más se acercaban, vio como en el centro de la puerta había una figura de un koala durmiendo sobre una especie de oveja (no sabe muy bien si es una oveja). Lo sorprendente es el cariño con el que esa oveja mira al koala, y como el koala lo abrazaba de vuelta, como si nunca quisiera dejarlo ir.

Es extraño que un simple dibujo raro pueda transmitir tantas cosas, pero tiene un tipo de encanto, que hace que una diminuta sonrisa se plante en su rostro, sin saber muy bien porque, aunque tiene que admitirlo, la imagen es adorable.

- Por favor pasa – le dije el chico, abriendo la puerta para él.

Jimin pasa con cautela, mirando todo a su alrededor. Ya no se sorprendió al darse cuenta que el apartamento era más grande de lo que se veía por fuera. Era una mezcla entre común y extravagante. En sí no había nada especial o que no haya visto antes, pero todo estaba de una forma tan... peculiar, que hacía que no pudiera apartar la mirada de todo cuanto había a su alrededor. Las paredes tenían diferentes gamas de colores, no sabías donde terminaba uno y empezaba otro. Cualquiera pensaría que golpearía la vista, pero no eran colores fuertes, eran una gama de colores suaves y pastel, hasta podría decirse que era relajante el mirarlos. Delante de él, pasando por la amplia sala y cocina, había un pasillo largo con muchas puertas, que se perdía hasta un punto en donde los ojos de Jimin no lograban ver, pero notó que las dos primeras puertas tenían figuritas, la primera tenía la misma figura de a fuera, pero la segunda tenía solo una, era un conejito rosado, eso fue lo único que pudo notar antes de dirigir su mirada a otro lado. La sala estaba muy bien equipada, tres sillones grandes de color rojo con rayas blancas y orillas doradas, una alfombra de color rosado con pigmentos plateados, una pantalla plana gigante. Jimin nunca había visto una televisión tan grande, debía de ser increíble ver películas ahí. Y en el centro de la alfombra una mesita bellísima. Era de un color café oscuro combinado con café claro, en medio se extendía un vidrio tan claro que parecía un espejo. Tenía diseños que no podía ponerle formas, pero hipnotizaban a cualquiera intentando descifrarlos. Eran como retazos de diferentes dibujos, pero todos se unían para formar algo abstracto, muy llamativo.

Lector Nocturno (YM/VH/NJ) (Nocturnos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora