¿Será posible...?/ Paulo Dybala & Cristian Pavón

Parte sin título 6

[Narra Paulo]

No puedo pegar un ojo, es que, Mira lo que tengo al lado. Si sigo así me voy a quedar Toda la noche despierto.

Cuando Cristian se durmió, de lo cual me di cuenta debido a su tranquilizada respiración, me di vuelta a observarlo, y solo eso, mirarlo fijamente dormido. Tengo ganas de abrazarlo por la espalda, pero no quiero, no quiero o no puedo mejor dicho, porque ganas me sobran. No se como consiguió esto en mí en... ¿Cuanto? Ni 24 horas. Igualmente, yo lo re seguía. Y, si, en aquella cafetería en la cual no me di cuenta quien era es porque se hizo un corte de pelo y se tiñó algunas mechas de rubio, lo vi parecido, pero no tanto, por eso no le di importancia. Pero cuando empezó a pronunciar su nombre, y sobre todo porque ya tenía sospechas, me dí cuenta de con quien estaba. A parte, teniendo en cuenta que es de River, sería raro que ande con una remera de su rival en un horario no laborable.

Ahora no se que hacer, siento que si no aprovecho esta oportunidad de acercarme a abrazarlo y cucharear, no la voy a volver a tener. Bueno, le hice caso a mi subconsciente y lo abracé, fuerte. Me apoyé en él. Cualquier cosa, si me pregunta porque dormimos así, le voy a decir que yo no era consciente de ello, que estaba dormido, o... Ser como soy, directo, decirle que lo abracé porque si no obtenía su calor, me moría de frío, que eramos cual esquimal en noche de invierno y fogata. Que necesitaba de su calor para vivir, que lo necesitaba a él para vivir. Pero, si le llego a decir eso, se va a cagar todo, porque si, voy a parecer alto violín.

La verdad, ya no me importa nada, ni la zorra de oriana que me metió los cuernos, ni la gente que dice cosas sin saber nada, ni los periodistas que para lo único que nacieron es para criticar a los jugadores y  no a los que deberían: El fútbol. No me importa nada, pero se que a él le importa un poco la opinión del otro. Si algo aprendí en la vida, es que me puede salir algo bien mil veces y nadie dice nada, hago algo mal, y todo el mundo me critica, porque la gente es así: Boluda. Boluda porque habla sin saber, boluda porque no entiende que los demás tenemos sentimientos, boluda por no saber tratar al otro como debería. "Pero esas cosas se aprenden" diría el tarado de turno, que seguro, para informarse, no leyó ni "los tres chanchitos". Vos no aprendes, vos sabes y lo sacas a flote cuando podes. Las cosas no se aprenden, las cosas se saben, se saben porque están ahí y, en el momento indicado, esa sabiduría, sale a flote. Pero esto no trata de un tema de información, esto trata de un tema de entendimiento, la gente es incapaz de entender y meterse en la cabeza que es mi orto y, con él, yo hago lo que quiera.

Sin darme cuenta, pero sabiendo porque, me quedé dormido, apoyandome en Cristian, cuando lo abracé sentí a lo que llaman "mariposas en el estomago" es una sensación única e inigualable, lo único que pido, que deseo, que quiero, es que él, en este momento, esté sintiendo exactamente la misma sensación de placer y conformidad que yo.

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Me desperté y no sabía que hora era, ni porque sentía un vacío enorme en el pecho. Las mariposas habían salido volando, y no sabía porque. En un momento, cuando me acuerdo como me dormí ayer, se me forma una reconfortante sonrisa, pero cuando descubro que aquella silueta en mi cama no estaba, la sonrisa se borra automáticamente. Siento un olorcito de la cocina que me encanta... ¿Que es? ¿Panqueques? Nah, eso es muy yanqui, mi vieja sabe que odio lo yanqui, eso es raro, si supuestamente soy un "chetito sin calle". Pero bueno, decido levantarme a ver que anda cocinando mi vieja, así como estaba, sin remera, ni peinarme, ni lavarme la cara, ni nada. Eso si, me lavé los dientes porque sino mi vieja me aborta, así con 24 añitos. Empiezo a bajar las escaleras medio atontado, ya que, según recuerdo, tomé un poco, tampoco es que me re empedé. Pero tomé como 7 vasos de fernet puro. Llegué a la puerta de la cocina.

-¿Que andas cocinando mam...?- pregunté entrando a la cocina. Pero corté la oración al ver que mi vieja no era la que estaba allí cocinando.- ¿Kichan?- dije yendo abrazarlo por la espalda, mientras seguía cocinando lo que, suponía, eran panqueques, y le di un besito en la mejilla.- Pensé que te habías ido.

-¿Por qué? ¿Querés que me vaya?- dijo haciendo ademán de dejar la cocina.

-No, nada que ver. Me encanta que te hayas quedado, nada más me pareció raro después de lo que pasó.- dije atrayéndolo de vuelta a la sartén.

-Si, ya se, es que... Tenía que agradecerte con algo.

-Un buen agradecimiento, de preferencia, hubiese sido un garche. Pero no entiendo porque el agradecimiento.- dije bajando un poco las manos de donde lo tenía abrazado hasta su cintura.

Él me pateó la rodilla con el pie, por mi ocurrencia.

-¿Como que porqué el agradecimiento? Por todo lo que hiciste por mí. Me curaste, me bañaste cuando no pude, te la jugaste contra un turro que me quería hacer el orto siendo vos un chetito, me acogiste...- nombraba todo por lo que me agradecía, pero lo último me hizo pensar otra de mis ocurrencias.

-Te acogí, cuando lo que me hubiese gustado hacer sería la palabra sin la "a".- él me dio otra patada en la rodilla.- Eu, para, tampoco me pegues, nada más soy directo.

-Calentón de mierda.- dijo dando vuelta un panqueque agarrando la sartén por el mango.

-Epa.- exclamé sorprendido, hasta que tuve otra ocurrencia.-Así me gustaría voltearte, igual que lo hiciste con ese panqueque.- le susurré al oído.

-pero, la puta madre, no se puede hacer algo sin que vos pienses mal.- dijo apagando el fuego y dándose la vuelta. Yo lo agarré por la cintura.

-Así que sabes cocinar. Mira, ese fuego apagalo todo lo que quieras, pero esto es fuego y pasión que nunca se apagarán.- dije acorralándolo con mis manos en la mesada contra una esquina de la isla de mi cocina en la que no había peligro de obtener quemaduras de segundo grado.

Y le dí alto chape, fue lento, sin intención de que fuese picante ni caliente. Al minuto de chape, Cristian volvió a envolver mi cuello con sus manos y yo a rodear con las mías su cintura, igual que antes, con la diferencia de que este tiene mucho más sentimiento, no solo por abstinencia labial(?). En un momento se empieza a subir a la mesada, yo lo ayudo ya que mis manos están en su cintura. Todo sin cortar el beso. Es algo de verdad hermoso e inexplicable con palabras. No se como lo sentirá él, pero yo lo siento así: Como una chispa que desenvuelve en miles de corrientes eléctricas por los labios, el estomago y el vientre. De verdad hermoso, así suelen describir un enamoramiento en las películas románticas...¿Será que estoy enamorado? ¿Será posible... Enamorarse tan rápido de alguien? Porque me parece increíble. Y a la vez satisfactorio. Me satisface saber que estoy enamorado y... Creer que el sentimiento es mutuo, porque, si me está chapando como lo hace es porque algo siente ¿No? Seguimos así un rato, bastante, dandonos caricias mutuas en las zonas donde nos teníamos agarrados y demostrando los sentimientos con algo que vale más que mil palabras: Un beso. En un momento abro un ojo para verlo, ver lo que hace, ver cada hermosa facción facial que tiene, ver todas sus expresiones mediante el beso, podría decir que sus expresiones son de duda, placer, felicidad y temor, temor de experimentar algo nuevo, algo desconocido. Vuelvo a cerrar ambos ojos y Siento la necesidad de ir un poco más allá sin hacer algo que lo asuste, ni que rompa ese lazo de ensoñación en los dos, le pido paso a sus labios para que mi lengua recorra cada sitio de su cavidad bucal, paso al cual accede. Recorro su boca con mi lengua, es simplemente inexplicable lo que siento en el momento, algo mágico podría decirse. Deseo que esto dure para siempre, pero existe algo necesario para la vida del ser humano, más necesario que ese beso cargado de sentimientos: Oxigeno. El maldito oxigeno.

Nos separamos de ese tan duradero y verdadero beso de amor y nos quedamos mirandonos a los ojos, tan cerca que sentía su agitada respiración contra la mía, sus labios totalmente rojos e hinchados, supongo que yo estaré igual. Nos separamos totalmente, yo dejo su cadera y él mi cuello. Se baja y me da un pico.

-¿Comemos?- me pregunta, esa seguridad en él me dio una emoción impresionante, porque, de acá, ayer, él fue el inseguro, por el que casi me clavan un cuchillo en la espalda. Yo siempre soy seguro de lo que siento y lo demuestro. pero en este momento tengo un shock por la emoción  y lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza.

~Continuará...~