Capitulo 12

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Iba a ser mala y dejarlas esperando hasta el domingo, pero me compadeci y opte por subirlo antes jajaja

Espero les guste y recuerden darme sus opiniones, siempre son de ayuda!!...

Votito + comentario = escritora feliz... >.<

Saluditos!!!!

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 —Aquí es —murmuró cuando el ascensor se detuvo en su piso. Tiró de la mano de Camila, llevándola a paso apresurado hacia el interior de su oficina —. Firmaré unos documentos y nos iremos. ¿Te molestaría esperarme aquí?

 —No hay problema.

—Sí deseas tomar algo, en aquella esquina hay un minibar. Sírvete a tu antojo —le dejó un cálido beso en la coronilla de su cabeza y se fue antes de que ambos pudieran analizar ese simple gesto.

Salió de su oficina con la intención de apresurarse, necesitaba volver a su zona de confort, un lugar neutral para ambos, donde no sintiera la necesidad de resguardar sus sentimientos. Saludó a Kathy y se detuvo para preguntar por su amigo.

—¿Paul está esperándome en la sala de juntas?

—No, señor Broussard. El señor Felldini está en su oficina.

—Gracias, Kathy.

Acortó los pasos que lo distanciaban del despacho de Paul y entró sin siquiera llamar a la puerta. Su amigo dejó los papeles que estaba observando y le sonrió.

—Nunca habías sido tan puntual antes —miró su reloj y su sonrisa se ensanchó aún más —. Dijiste quince minutos y aquí estás, quince minutos después. ¿Inquieto por algo en particular? ¿O debería decir alguien en particular? ¿Con buenas piernas y un trasero de ensueño?

—Cállate, por el amor de Dios —susurró Dean, dándose cuenta de manera tardía que acababa de delatarse.

—¡Maldición! ¿No me digas que la trajiste aquí? —comenzó a ponerse de pie, pero Dean alcanzó su hombro y lo sentó nuevamente.

—¿Dónde están los documentos, Paul?

—¡Oh, vamos! Quiero verla, necesito saber si es tan caliente como lo parece. Ya sabes que en el club las luces las favorecen, además con varias cervezas encima hasta la mujer barbuda podría ser atractiva —la voz de Paul sonaba excitada en demasía y se encontró deseando borrar esa sonrisa libidinosa de su rostro.

—Sí, es jodidamente caliente, arriba y debajo del escenario. ¿Conforme?

—No puedes ser tan cruel, déjame conocerla. Prometo comportarme —gimió cómo un niño al que acababan de decirle que no podía abrir sus regalos en navidad.

—La conocerás está noche en la boda. Ahora dame esos malditos documentos —masculló borrando todo rastro de diversión de su cara.

—Eres un mal amigo —Paul negó con la cabeza, como si estuviera decepcionado y él se encogió de hombros —. Tienes que firmar aquí —señaló la cruz en varias hojas y cuando Dean hubo acabado cerró la carpeta que contenía los papeles.

—Nos vemos esta noche. Y por lo que más quieras, no vuelvas a llamarme a no ser que el edificio se esté incendiando —masculló Dean dirigiéndose a la puerta.

—Si ese fuera el caso, llamaría a los bomberos no a ti—replicó Paul divirtiéndose con la reacción de su amigo.

Pero debería haber sabido que Paul no era del tipo de personas que se quedaban conformes con una advertencia, siempre tenían que ir por el todo. Por lo que no le extrañó encontrarlo, «causalmente» detrás de él cuando volvió a su oficina por Camila. Se detuvo en la puerta, dándole una mirada colérica, pero ya era tarde. Ella comenzaba a levantarse y caminaba hacia ellos.

A cambio de un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora