Capítulo 29: Feliz cumpleaños a mi (Parte III)

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Durante semanas, he pensado las mil y un maneras de contarle a Paul la verdad. Algunas eran desastrosas, otras, no tanto. Tuve pesadillas en las que todo se iba al retrete. Pero pensé que solo eran pesadillas, no que se volverían realidad. Cuando escucho la voz de Paul, un frío helado me recorre la espalda. Abro los ojos y miro a Tay, que me devuelve la misma mirada asustada. Lentamente nos vamos separando, manteniendo la vista, y nos giramos para ver a Paul.

El rostro bronceado y divertido de mi amigo ha desaparecido, y en su lugar veo una hoja blanca de papel y ojos vacíos. Tiene la mano en la manija de la puerta, y nos observa callado. Pasan unos segundos en que ninguno se mueve, ni siquiera puedo respirar. Su mirada se clava en mis ojos y se me retuerce el pecho, porque puedo ver el odio que siente.

—Paul, espera, yo... —no puedo terminar por qué su cara se transforma por el enojo. Me toma por el pecho de la camisa y me saca de mi cuarto. En un segundo, paso de estar en el pasillo a caer de culo de vuelta en la sala. 

Intento levantarme, pero me arden los huesos por la caída. Cuando abro los ojos, todos a mi alrededor me miran sorprendidos, Dennis apaga la música y viene corriendo hacia mi. Miro al frente y veo a Paul caminando a grandes zancadas. Me levanto a duras penas y pongo mis manos delante.

—Déjame explicarte.

—¡¿Esplicarme qué imbécil?! ¡Besaste a mi hermana, no necesito que me cuentes los detalles!

Ni siquiera veo venir su puño contra mi rostro, solo lo siento cuando mi cara da media vuelta y tengo que sostenerme de un desconocido para no caer. El chico me mira con cara de asustado y me doy cuenta de que me corre sangre la nariz. 

—Ah, ¿Cómo estás Roy? No te reconocí.

—Bien, Cal, pero...

—¿Te veré este año en la escuela, no?

—Sí, sí, amigo, pero, te está sangrando toda la cara.

—Ah, eso no importa, ¿Cómo está tu familia?

No escucho lo que me dice porque siento que me jalan a un lado y de vuelta tengo el rostro furioso de Paul en frente. Comienzo a marearme por los golpes y la sangre, si no me tuviera agarrado por la camisa, de seguro me caería de nuevo.

—¿Cómo pudiste? Eres mi amigo —dice entre dientes y con la ira brillando en sus pupilas—. Me miraste a los ojos todo este tiempo y no dijiste nada, maldito.

—No quería que esto pasara, estábamos esperando el momento para decírtelo.

—¿Y qué creeías que pasaría? ¿Que te abrazaría y te daría la bienvenida a mi familia? ¡Lo único que quiero hacer ahora es golpearte!

—Ya lo hiciste —intento bromear pero solo lo altero más. 

—¡Ya basta! —Todos voltean a ver a Tay que entra corriendo a la sala—. ¡Suéltalo!

—¡Tú te callas, también estoy enojado contigo!

—¿Y a mi qué me importa? —dice cuando está frente de su hermano. No sé cómo hace para no huír como loca de él, nunca lo vi tan enojado.

—¿Por qué? —pregunta Paul, y aunque solo veo su nuca entiendo lo que dice.

—¿Por qué no? —replica ella.

—Porque... Tú... ¡Ustedes siempre se han odiado! —el tono de Paul es más confundido que enojado. Creo que todos en la casa están igual.

Tay respira hondo y sus manos se cierran en pequeños puños—Paul, siempre me ha gustado Caleb, desde que nos mudamos.

Sea Sound © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora