Capítulo 1: Fiesta en casa

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Estoy afuera de mi casa, o mejor dicho cabaña, observando las olas romperse a lo lejos. No hay nada que me tranquilice más que el sonido del mar y el aroma a playa. Ya son las seis de la tarde, y el cielo tiene ese degradé de colores entre el rosa y el naranja tan hipnótico. Me encanta cuando está así, me recuerda el día que aprendí a bucear con Scott.

Debería agarrar a Daisy en este mismo momento y meterme en las olas, acostarme sobre ella y mirar el cielo hasta que se ponga violeta y las primeras estrellas salgan al firmamento, pero no puedo porque el idiota de mi amigo Dennis invitó a la mitad del colegio a mi casa para celebrar el fin de curso.

¿Cómo pasó esto? No tengo idea. Lo único que sé es que tengo a cien chicos corriendo por toda mi casa, saltando y bailando. Ah, también hay algunos en el techo besuqueándose con sus novias. Entre ellos está Dennis que me saluda con la mano, y yo le muestro el dedo medio. En realidad ya me acostumbré a que las fiestas se hagan en mi casa, es la más grande de todas las cabañas de este lado de la playa. Del otro lado son mucho más grandes, pero ya saben, ese es el lado rico, donde viven los chicos que andan en autos lujosos y tienen las mejores tablas.

Nunca nos invitarían a sus casas ni de coña, pero ellos vienen a todas nuestras fiestas. No me molesta, los entiendo. Sus padres no les dejan hacer nada y cuando pueden venir aquí a emborracharse y drogarse, pues lo hacen. De hecho, uno de mis amigos vive en la zona rica, se llama Paul. Se mudó cuando tenía nueve años desde Canadá con sus padres y su hermana, y desde ese momento se convirtió en mi mejor amigo . No sé que haría sin él, es como mi cable a tierra. No se parece en nada a los demás chicos ricos, y sobre todo, no se parece en nada a su hermana.

Adoro a Paul, pero Tabatha es mi jodido dolor de cabeza. Esa niña ha sido mi rival en todo desde el primer día de clases en segundo grado, hace ocho años. A veces gana ella, otras gano yo, el marcador está bastante parejo por ahora. Tabatha, al igual que todas sus amiguitas insoportables, se creé mejor que todos por tener dinero y porque le va bien en la escuela.

Apesto en el colegio, no hay un solo año que no tenga que rendir exámenes en vacaciones para no repetir de curso. Pero no es por que tenga problemas para estudiar o de concentración, simplemente no hago una mierda en las tareas. Me la paso todo el día nadando, y solo estudio lo justo y necesario para los exámenes. ¿Qué les puedo decir? Ña vagancia es una de mis cualidades.

Esa es una de las razones por la que tía Caroll me prohibió hacer fiestas hasta que pase las pruebas, pero se fue de la playa hace dos días con mi tío para resolver unos trámites de los que no tengo ni puta idea de que tratan. Y bueno pues, Dennis no iba a perderse la oportunidad de joder mi vida un poco mas, y organizó la fiesta.

Escucho el sonido de algo haciéndose añicos contra el suelo, y se que algún idiota borracho rompió uno de los jarrones de mi tía. Entro a mi casa corriendo y, como dije, veo el jarrón de Caroll destrozado en mil partes.

—El idiota que hizo esto que agarre una escoba y lo junte, y mañana quiero un jarrón igual a ese en la puerta de mi casa —levanto la mirada y veo a cada uno de los me rodean directo a los ojos. Un grupo de seis chicos se miran entre ellos y salen disparados a la cocina. Lo irónico de todo esto es que a penas conozco a esos chicos, ni siquiera son de mi mismo curso.

Me doy la vuelta y hago mi camino hacia la puerta, de vuelta a la playa. Hay tanta gente que tengo que empujar algunos para pasar, y una chica me empuja de vuelta hacia atrás.

—Ugh, ten cuidado por donde vas, idiota —bajo la mirada y ahí esta, la chica mas odiosa del mundo.

—Por si tus neuronas no funcionan bien, te recuerdo que esta es mi casa, cara de sapo. Si quieres que no te pasen por encima, ponte unos zancos en los pies y así podré verte.

Sea Sound © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora