Cuando el cielo cambió de rosa a naranja, y luego de naranja a violeta, salimos de la playa y entramos a mi casa. Había olvidado lo hermoso que es surfear de noche, no ves nada y lo único que escuchas es el sonido del agua chocando entre las olas. Y claro, los gritos y risas de los chicos cuando se caen. Lo que más me gusta es que en la noche, el cielo lleno de estrellas ilumina toda la playa, y el mar se ve cien veces más inmenso y hermoso que nunca.
Por eso ahora me encuentro afuera mirando el océano. Parece que no tiene final. Nunca me voy a cansar de hacer esto, pararme en el medio de la playa, solo, mirando el horizonte, la Luna sobre mi cabeza y respirar hondo el aire puro, lleno de vida. El sonido de la espuma cuando llega a mis pies y luego se deshace, los pequeños animales bajo la arena. En cualquier parte que veas, hay vida.
Me daba mucho miedo perder esto. La idea de que todo este mundo desaparezca, me aterraba. Pero ahora que ya no hay peligro, que mi casa seguirá siendo mi casa y no un edificio monótono me reconforta y me pone feliz.
Pensar en lo que va a pasar cuando todos se enteren de lo nuestro con Tay también me asusta mucho. Es como la marea, la veo subir de a poco, cada vez tomando más fuerza. Y cuando está en su punto máximo, donde más poder tiene... retrocede en un segundo y arrastra todo lo bueno con ella.
Detrás de mi puedo escuchar el sonido de más y más autos llegando y adolescentes enloquecidos entrando a la fiesta. Lo único bueno es que Dennis me dejó elegir la música de ''entrada'', así que durante una hora escucharé Coldplay en mis oídos.
Hablando de cosas que no quiero perder, ¿Dónde mierda está Tay? No me ha llamado ni la he visto en todo el santo día. No puedo enviarle un mensaje, es decir, debería hacerlo ella porque es mí cumpleaños, ¿No?
Estás razonando como una mujer. ''Ay, no, él debe llamarme a mí, no yo. Bla bla bla me encanta el color rosa bla bla bla''.
No generalices, estúpido. Así es el clan de las barbies, no todas las mujeres.
Tienes razón. Cuando tienes razón, tienes razón.
Gracias.
No hay por qué.
—¡Caleb! ¡Caleb! ¡Caleb! —escucho que gritan dentro. Sonrío y voy caminando a la casa. Ni bien doy un paso dentro, todos me abrazan y me tiran del pelo. Las chicas me dan un tierno beso en la mejilla, en cambio, mis compañeros se me tiran encima y me golpean, un manotazo en la espalda por cada año que llevo.
No sé cómo, salgo con vida debajo de todos los chicos.
—¡YEAAAAAAH YEAAAAH YEAAAAH! ¡QUE NO PARE LA FIESTA, DON'T STOP THE PARTY! —grita Dennis sobre la mesa con Pitbull de fondo. Todos saltan y mueven los brazos al compás de mi amigo. Tiene un silbato en la boca y unos anteojos fluorescentes.
Supongo que como esta es mi fiesta de cumpleaños, no puedo desaparecer como hago en la mayoría, así que voy a la cocina a beber algo. Mala idea. Intento pasar entre las parejas que se besan en cada rincón y llegar al refrigerador. Tomo una botella pequeña de cola y hago lo posible por salir.
Creo que toqué el trasero de alguien si querer.
—Amigo, ¿Una gaseosa? ¡Es tu cumpleaños, toma una cerveza! —me dice Paul pasando un brazo sobre mis hombros y con el otro se lleva a la boca una botella.
—Quiero recordar este día mañana, Paul.
—Qué aguafiestas —responde sacudiendo la cabeza—. ¿Por casualidad has visto a mi hermana? Hace un rato encontré a su séquito de descerebradas, pero no la veo por ningún lado.
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Sea Sound © (Editando)
HumorPlaya, olas y nada que hacer. Un verano perfecto. Pero no, no lo será hasta que Caleb se de cuenta de que su vida es más divertida cuando sale de su estado de confort para enfrentar la realidad del amor. Tabatha Collins, un dolor de cabeza... y de c...