¿Qué?
¿Qué? ¿Qué?
De nuevo... ¡¿QUÉ?!
—Perdona, creo que me he quedado sordo —digo mirando a Tabatha—. ¿Qué dijiste?
Pone los ojos en blanco y me mira —Que quiero me enseñes a surfear, tonto.
La miro atónito unos cinco segundos, y me parto de la risa. En serio, río tanto que tengo que sujetarme el estómago.
Debe de estar bromeando.
—No le encuentro el chiste, Caleb.
Dejo de reírme y la miro a los ojos —¿Es en serio?
—Sí —responde con simpleza.
Tabatha Collins, la niña más mimada que he conocido en toda mi vida, pidiéndome un favor.
Que alguien grabe esto.
—Bueno, perdona, pero francamente me sorprende que me pidas algo así —le digo de verdad—. Tú hermano sabe surfear...
—Tú le enseñaste. Te he visto, eres mejor que mi hermano... mejor que todos los chicos —me dice haciendo una mueca rara—. Además, Paul no tiene paciencia y puede resultar un fastidio.
Pues si, tiene razón. Yo les enseñe a todos a surfear, uno o dos años después de que aprendí a hacerlo y después que sus madres les dejaran. Es halagador que Tabatha piense que soy mejor que su hermano.
—Oh claro, porque yo no sería un fastidio para tí.
—No de hecho, no lo serás en absoluto.
—¿Por qué mierda piensas...
—Si no me enseñas, le digo a tus tíos lo de la fiesta de ayer —me interrumpe.
La miro con los ojos bien abiertos y la boca en una silenciosa "o". No puedo creerlo. Tabatha me está saboteando.
—Esto... esto es chantaje.
—Lo sé —me dice sonriendo con satisfacción.
Si mi tía se enterara de que hubo una fiesta en nuestra casa, aunque le explicara que yo no la organice, no sé de que sería capaz. La he visto varias veces enojada... y preferiría no recordarlo.
—¿Y por qué quieres aprender a surfear? —pregunto. Me parece extraño que después de ocho años de vernos hacerlo le entren ganas ahora.
—Pues.. no sé... mi padres nunca estuvieron de acuerdo en que lo haga, y ahora que se van de viaje cada dos por tres, podría hacerlo —dice, y me mira.
Siempre me han gustado los ojos verdes. Siento que se pueden ver todo a través de ellos, como que los ojos verdes son ventanas que dejan ver el interior de la persona. Es un color sincero.
Y ahora Tabatha esta siendo sincera conmigo, en la forma en que me habla.
—Pues, bien. Lo haré —todo sea por no tener la bronca de Caroll encima.
Tabatha me mirá sorprendida por un segundo, como si hubiera estado esperando una pelea hasta conseguir lo que desea.
—Bien. Mira, tengo algunas reglas...
—¿Reglas?
—Sí, ya sabes, sobre los días y todo eso.
—Se supone que el de las reglas tendría que ser yo, ya que seré tu tutor.
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Sea Sound © (Editando)
HumorPlaya, olas y nada que hacer. Un verano perfecto. Pero no, no lo será hasta que Caleb se de cuenta de que su vida es más divertida cuando sale de su estado de confort para enfrentar la realidad del amor. Tabatha Collins, un dolor de cabeza... y de c...