Son las 11:03 de la mañana. Me levanto con la luz del sol que entra a raudales por la ventana de mi habitación y me visto. Soy muy sencillo en cuanto la ropa. Unos pantalones cortos y una sudadera. Listo. No sé dónde rayos están mis zapatillas, así que salgo de mi cuarto descalzo y voy a la cocina. Abro la alacena que está encima de la estufa y tomo la caja de cereales de Dana, mi prima de seis años. Cumpliré sesenta y seguiré comiendo esta maldita cosa llena de azúcar que pudre los dientes.
Tomo un tazón y pongo cereal en él, agarro una cuchara del fregadero y me siento sobre la mesada que está en medio de la cocina. Me encanta cuando mis tíos se van porque puedo hacer lo que se me de la gana en la casa. Andar descalzo, sentarme en la encimera, dejar la tabla del retrete arriba...
Miro por la ventana de la cocina hacia la playa, y no hay olas. Maldita sea, tenía muchas ganas de surfear después de lo de ayer.
Escucho el teléfono de la sala sonar. Bajo de la encimera y pongo el tazón a medio terminar en el fregadero. Tendré tiempo para lavarlo más tarde, o mejor dicho, tía Caroll tendrá tiempo para lavarlo más tarde.
Cuando llego a la sala, no veo el puto teléfono por ningún lado, y detesto el tono de llamada que tiene. Dana se lo había puesto cuando lo compraron y les puedo asegurar que es peor que el sonido de la alarma de un auto.
Al fin encuentro el puñetero teléfono debajo de un cojín y atiendo.
—¿Diga?
—Caleb, ¿Por qué demonios no atendías el teléfono ayer? Tu tía estuvo llamando toda la noche.
''Lo siento Scott, no podía atenderte porque estaba ocupado dando una fiesta sin tu permiso mientras un montón de chicos rompían la casa y mi amigo se drogaba en el baño''
Definitivamente no iba a decirle eso a mi tío.
—Eh... yo... Lo siento, estaba en casa de Dennis con los chicos.
Mi tío suspira cansado del otro lado del teléfono.
—Espero que con eso Caroll deje de fastidiarme, chico.
Me rió al imaginarme a mi tía caminado de un lado al otro por la habitación del hotel.
—¿Dónde está, por cierto?
—Se ha ido a hacer las compras. Ya sabes, comprar cosas la distrae.
Mi tía es lo que se dice, una compradora compulsiva. Cada cosa que ve y le gusta, debe tenerlo. Es por eso que mi casa esta llena de jarrones, esculturas y pinturas horribles. Tengo un puto museo de arte en mi sala. Del otro lado de la línea se escucha una vocecilla que le habla a mi tío.
—Papi, papi, papi ¿Es Cal?¿Me pasas? Di que sí, ¡di que sí!
—Dana, espera un poco... Pero estoy hablando... ¡Está bien, está bien! Aquí tienes.
El teléfono pasa de mi tío a mi pequeña prima.
—¡CALEB!
—¡DANA! —respondo con el mismo tono aniñado.
—Dile a mami y a papi que me lleven a casa, me estoy aburriendo mucho. No me dejan hacer nada —me dice mi prima haciendo pucheros.
—No creo poder hacer eso.
—¿Por qué?
—No sé si quiero tenerte tan pronto en casa.
—Tonto, me extrañas mucho.
—No, no lo hago.
—Que sí.
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Sea Sound © (Editando)
ComédiePlaya, olas y nada que hacer. Un verano perfecto. Pero no, no lo será hasta que Caleb se de cuenta de que su vida es más divertida cuando sale de su estado de confort para enfrentar la realidad del amor. Tabatha Collins, un dolor de cabeza... y de c...