Bien, aquí estamos. Parece mentira que hayan pasado tres meses desde la última fiesta que se hizo en mi casa.
Tres meses desde que todo empezó.
Me levanto de la cama, me estiro y bostezo. El sol entra por la ventana e ilumina todo mi hermoso cuarto... repleto de basura y ropa sin lavar. Tomo del suelo lo que parece limpio, o que no tenga demasiado olor a sudor, y me lo pongo. Es decir, me pongo una sudadera, pantalones cortos y mis chanclas.
Debería estar súper feliz porque es mi cumpleaños. Dieciséis años no se cumplen todos los días, ¿Verdad? Aunque esa frase me parece tonta. A ver, no se puede cumplir nunca todos los días una cantidad de años que ya cumpliste, ¿No es cierto?
Estás aprendiendo, mi pequeño saltamontes.
Apareciste, qué emoción.
¿Lo ves? Hasta empleas bien el sarcasmo.
Sacudo la cabeza renegando con el estúpido de mi subconsciente y salgo de mi habitación. El silencio me asusta, porque son las diez de la mañana en un sábado, se supone que deberían estar todos despiertos, molestándome.
Entro a la sala y cuando enciendó la luz, veo globos colgando de todas partes y un cartel enorme que dice ''¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CAL!'' En amarillo y naranja. Sonrío cuando mis tíos y Dana salen gritando sorpresa de atrás de los sillones. Dana viene corriendo hacía mi y la levanto en el aire, mientras la hago girar.
—¡Feliz cumpleaños, Caleb!
—Muchas gracias, Dana —respondo dándole un beso en la frente.
—Feliz cumpleaños —saludan Caroll y Scott y mi tía me da un abrazo, que parece más un intento de arrancarme los intestinos.
—Gracias... Caroll —trato de decir casi sin aire. Mi tía me suelta y Scott me da unas palmadas en el hombro.
—Bien, no creas que no sabemos que no harán una fiesta —Abro la boca para decirle la primera excusa que se me venga a la mente, pero no se me ocurré ni mierda—. No te hagas el tonto, conozco a tus amigos desde hace mucho, no soy estúpido. Dana quiere quedarse a dormir en la casa de tus abuelos, así que, ya sabes, debemos ir con ella...
Los que tienen hermanos pequeños o primos entenderán, o tal vez les haya pasado a ustedes mismos. Cuando proponen una pijamada, Dana es la primera en levantar la mano para quedarse a dormir en la casa de alguna de sus amigas, pero en medio de la noche le llega el miedo y llama a mis tíos para que la rescaten de los monstruos en el armario.
Recuerdo una vez en la casa de una de sus compañeras de la escuela, estaba tan asustada que mi tía tuvo que ir a verla a las dos de la mañana. Pero, adivinen, Dana no quería irse, así que Caroll durmió en el sillón hasta el otro día.
—Genial, tendré la casa para mi solo este fin de semana —digo sonriendo—. Hey, ¿Puede quedarse Lana? Digo, si viene a la fiesta será muy tarde para que vuelva sola...
Scott suspira y rueda los ojos—-De acuerdo, pero por favor, no tiren la casa por la ventana. Contrólense.
—Sí, sí, no me des un sermón, tengo dieciséis, ¿Recuerdas?
—Diecises años, pero a veces pareces de diez.
¿Alguna vez te dije que le tengo un enorme aprecio a tu tío?
—Los abuelos van a llamarte en algún momento del día, así que, no hagas lo mismo que conmigo y responde, ¿Entendido? —me dice Caroll amenazándome con un dedo.
—Sí, señor —respondo haciendo un saludo militar. Comienzo a caminar como soldado mientras Dana se ríe.
—A eso me refiero con lo de diez años —Scott frunce la boca tratando de no sonreír—. Nos vemos mañana... si es que mi casa sigue en píe.
ESTÁS LEYENDO
Sea Sound © (Editando)
HumorPlaya, olas y nada que hacer. Un verano perfecto. Pero no, no lo será hasta que Caleb se de cuenta de que su vida es más divertida cuando sale de su estado de confort para enfrentar la realidad del amor. Tabatha Collins, un dolor de cabeza... y de c...