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Lauren se quedó a unos metros de distancia de Camila, viéndola con una sonrisa al notar que la más pequeña tomaba grandes bocanadas de aire y hacía unos movimientos muy raros con sus manos.

-¿Estás invocando al diablo o algo parecido? -le preguntó después de unos segundos sentándose a su lado. Camila dejó de hacer los raros ejercicios y la vió con su habitual cara tímida.

-Son... ejercicios para calmarme. -murmuró. Lauren la miró desconcertada.

-¿Te los recomendó algún psicólogo? -la latina hizo una mueca.

-Algo así. Había un profesor en la secundaria que tenía algunos conocimientos sobre la ansiedad y me dijo que hiciera esto cuando tuve un ataque en frente de todo el colegio. -en ningún momento vió a Lauren a los ojos. Sentía vergüenza de sí misma.

-¿Te pasa muy seguido? -ambas tenían su mirada en el piso.

-Todo el tiempo me dan pequeños ataques cuando estoy nerviosa, no pasan de tartamudez y mareos. -alzó los hombros. -Es muy raro que tenga alguno tan fuerte como el de hace un rato dónde me cueste respirar.

-Me asustaste. -admitió Lauren viéndola a los ojos.

-Lo siento. -Camila bajó la mirada avergonzada. Lauren llevó su dedo índice a la barbilla de la morena y alzó su rostro.

-No tienes que disculparte, no es tu culpa.

-A veces siento que sí lo es. -quitó el dedo de Lauren de su rostro y giró la cabeza quedando viendo al frente. A un árbol específicamente. -No entiendo qué es que tengo. Desde que tengo memoria siempre he sido así, tímida e insegura. Soy la única de mi familia que es así. -Lauren la veía atentamente, sintiendo un nudo en su estómago al notar que la voz de la latina se quebraba de a poco. -Mi hermanita es la niña más sociable que conozco, si conoce a alguien no deja de preguntarle cosas y pedirle que juegue con ella. Todos mis primos son iguales y de mis tíos ni hablar. Mi papá de vez en cuando hace presentaciones en bares y restaurantes cantando y mi madre da charlas a varios grupos de personas sobre temas variados. Yo no siquiera puedo pararme frente a más de diez personas y hablar sin tartamudar, la rara de la familia. -una lágrima se escapó de su ojo que Lauren se encargó de limpiar.

-No digas eso, Camila. -su voz era autoritaria pero sin dejar de ser dulce. -Eres perfecta tal y como eres. Ser raro no es nada malo, eres diferente y ser diferente es hermoso. Un mundo donde todos seamos iguales sería muy aburrido y tonto. Tal vez simplemente los escenarios o las conferencias no sean para ti pero eso está bien, puedes hacer otras cosas.

Camila sonrió y sin esperarlo se lanzó a los brazos de Lauren abrazándola fuertemente.

-Está bien ser diferente ¿de acuerdo? -le susurró Lauren al oido.

-De acuerdo. -al final, el tiempo se pasó volando entre conversación y conversación. Su profesor salió del aula y cuando las vió preguntó si todo estaba bien a lo que Camila asintió con una sonrisa. Sonrisa que se borró al ver a Brad caminando hacia ellas.

-¿Por qué no regresaste a la clase? -le preguntó a Lauren fríamente. Camila frunció el ceño al escucharlo, tal vez a alguien le vendría bien una nariz rota.

-Estaba con Camila. -le respondió suavemente.

-Sólo tenías que acompañarla un momento, no quedarte una hora aquí. -la morena empezó a molestarse, Brad la miró con asco al hablar.

-Camila no se sentía bien, no podía dejarla sola. -al parecer Lauren también estaba molesta, se levantó de la banca y se paró frente a su novio para enfrentarlo.

-Entiendo que sea rara y le den ataques idiotas frente a la gente pero si quieres seguir normal deberías pasar menos tiempo con ella. -golpe bajo. El cuerpo de Camila se tensó por completo, toda la rabia se apoderó de ella hacia el castaño. Se levantó y mirando el piso empezó a caminar ignorando la voz de Lauren pidiendo que se detuviera. La pelinegra hubiera ido detrás de Camila sí no hubiera sido por Brad que la tomó fuertemente del brazo.

No lograba identificar si lo que sentía era furia, tristeza o decepción. Lo único que sabía era que se sentía muy mal y quería irse cuánto antes a su casa. Al llegar a un pasillo chocó con alguien, Camila esperaba que lo que sea que estaba sintiendo desapareciera y volviera su timidez e inseguridad pero fue todo lo contrario. Sólo cerró los ojos y puños tratando de calmarse y no perder la cordura frente a todos.

-Camila, ¿qué pasa? -esa voz logró calmar su rabia. Lentamente abrió los ojos y los enfocó en las orbes color miel que tanta paz le transmitían. -¿Camila? -Sandra notó que la morena estaba teniendo un mini ataque de ansiedad así que sin dudarlo la abrazó. Al momento que rodeó a la más pequeña con sus brazos sintió como esta rompía en llanto. -Tranquila, todo está bien. Estoy contigo. -le susurró en el oído.

Por encima del hombro de Camila, Sandra vió a una pelinegra y una rubia acercándose preocupadas. Por instinto, dió varios pasos hacia atrás para proteger a su morena.

-Hola... ¿Sandra verdad? -preguntó la rubia. La castaña asintió con el ceño fruncido. -Ella es Lauren, sólo venimos a ver a Camila. -a Dinah se le partió el corazón al escuchar los sollozos de Camila.

-¿Le hicieron algo? -Sandra no daría su brazo a torcer hasta saber qué fue lo que pasó con Camila.

-No... bueno sí... osea nosotras no... -Lauren soltó un largo suspiro, el llanto de Camila hacia que se preocupara más y se pusiera nerviosa. -Un compañero le dijo cosas que no eran muy buenas y ella se fue. -la castaña abrazó más fuerte a Camila y esta sólo se acurrucó más en el pecho de su amiga.

-Cami... -la llamó suavemente. Camila movió su cabeza haciendo notar que la escuchaba. -¿Quieres que te acompañe a tu casa? -el rostro de Camila lentamente se fue descubriendo. A pesar de que tenía toda la cara roja y mojada, Dinah podía decir que se veía hermosa.

-Pero... tú tienes clases, puedo irme sola. -dijo Camila sin despegarse completamente de Sandra.

-Ya no. Al parecer el resto de mis maestros no vendrán, ya estaba por irme. -señaló su mochila a su espalda.

Camila lo pensó un momento. Volteó a ver a Dinah y Lauren, ambas le sonrieron dándole a entender que podía ir sin ningún problema. Volvió a girarse hacia Sandra y buscó refugio en el cuello de esta. La castaña volvió a preguntar si quería ir a casa y Camila respondió con un débil "sí". Le vendría bien descansar un rato.

-Vamos a tu salón por tus cosas y luego vamos a hablar con el director. -Sandra quizo separar a Camila de su cuerpo pero la más pequeña se aferró aún más.

-No quiero entrar, está Brad. -Sandra no sabía quién era ese chico pero los ojos de Camila le dijeron que le aterraba volver. La más alta miró a las otras chicas pidiéndoles ayuda. Dinah entendió el pedido y sonrió.

-No te preocupes, yo las traigo. -dijo y se fue rápidamente hacia su aula.

-Camila, siento mucho lo que te dijo Brad. -Lauren trató de acercarse pero de nuevo Camila se escondió en el pecho de Sandra. -Nada de lo que dijo es cierto. Recuerda que ser diferente está bien. -con su mano acarició el brazo de Camila.

-Aquí están tus cosas, Mila. -Dinah le extendió su mochila a la morena. Camila tuvo que separarse de Sandra para tomar sus pertenencias pero se quedó junto a ella con su habitual pose.

-Vamos, debemos ir con el director. -le dijo Sandra en su oído. Se separaron un poco para que Camila pudiera ponerse la mochila en su espalda.

-Cuídate, morena. Al rato hablamos. -se despidió Dinah.

-Te quiero Camila, no hagas caso a los comentarios malos sobre ti. -Lauren le dió un abrazo. -Ser diferente está bien. -repitió en su oído. Camila asintió levemente logrando que Lauren sonriera.

Sandra murmuró un "vamos" y Lauren tuvo que soltar a la latina. La castaña pasó un brazo por los hombros de la más pequeña y empezó a caminar, recordó algo y tuvo que volverse hacia Dinah y Lauren.

-¿Pueden avisarle a Nick? Se pondrá como loco si no ve a Camila en el colegio. -Dinah asintió riendo al recordar lo sobreprotector que era el ojiazul con Camila.

-Claro, no te preocupes. -Sandra y Camila volvieron a retomar su camino mientras Dinah y Lauren las veían.

Cuando desaparecieron por un pasillo Dinah se giró hacia Lauren.

-¿Qué diablos le dijo ese idiota a Camila? -le preguntó.

-Después te explico, ahora debo aclararle algo. -Lauren se fue hacia su aula mientras Dinah la seguía de cerca. Ambas tenían claro que debían hablar con Brad pero sólo Dinah pensaba en técnicas para torturarlo.

Me enamoré de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora