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Leo de la Iglesias, conocía algunos receptos que la vida le enseño durante su encierro, la vida ejercía una fuerza de atracción sobre el destino, pero este tenía más poder sobre las vidas de las personas.

Su encierro en esas cuatro paredes era totalmente injusto, pero salvar su vida era la única forma de cumplir dichas formalidades del tiempo.

El amor de su vida murió en manos de un traidor, Guang, un Beta algo obstinado, erala luz de su vida, lucho por sus ideales, y la atracción a primera vista marco para siempre su corazón. Sonreía recordando las palabras del pelinegro, El amor siempre encontrará su cauce una vez el destino cumpla su parte.

Amaba con todo su ser al dictador de tan cautelosas palabras, un experto guerrero que murió valientemente defendiendo su vida.

Sus ojos se abrieron a más no poder al ver al platinado junto al Omega que tanto había buscado, rio ante la ironía, que se le iba a hacer con el amor juvenil, ambos víctimas de la injusticia de la ambición desmedida.

Se inclinó ante el azabache, quien avergonzado por tal acto, pidió no hacerlo, nadie podía descubrir su paradero...

-Nos encontramos nuevamente General -habló el platinado.

-Que grata sorpresa su alteza -inclinando su cabeza a ambos en respeto.

-Gracias por no revelar mi identidad -expresa el Omega.

-Deberán ser cautelosos, las distracciones serán necesarias.

-Señor de la Iglesias, prometo hacer todo a mi alcance para dejarle en libertad -declaraba el Alpha.

-Conocer el corazón evita la corrupción. Comandante Nikiforov, mantenga su vista alerta, Comandante Katsuki, debe calmar su sed, confiar no le hará daño, es necesario si quiere cumplir con su propósito.

El azabache suspira en respuesta ante su declaración, ponerse a merced del Alpha aún le resultaba difícil, pero debía aprender, la vida así se lo ha demostrado desde la realización de esa promesa que el Alpha aún mantiene presente, pero que para sus ojos solo ha sido un acto infantil.

-Joven Yuuri, enterarme de la muerte de los ministros ha llegado a mis oídos, me alegra escuchar buenas noticias por su causa.

-Solo fue un acto de justicia, prometo ayudarle a salir de este lugar.

-Agradezco su visita, pero deben marcharse...

-Nos veremos muy pronto General -declara Viktor en su partida.

Alejándose del lugar, estos parten a Sur, donde no serán encontrados durante los días que necesitaban para alejarse y plantear nuevamente como alcanzar su objetivo.

Sihuan, una provincia ubicada a los extremos del reino, donde los retirados de la guerra se iban a formar sus caseríos junto a su familia, los grandes sembradíos daban vastas producciones de alimentos por lo que las zonas turísticas eran pocas, nadie visitaba esas tierras.

La noche llegó rápido, Altín y Giacometti llegaron acompañados con un rubio ostentoso, que para suerte del platinado estaba dormido en los brazos del moreno, el viaje le dejó cansado y el sueño pesado era una ventaja para los mayores.

Una vez dejado el rubio en la habitación junto al Omega mayor, los amigos conversan sobre sus asuntos...

-¿Querido Vik, ya tuvieron su luna de miel?

-Chris, no hablare de eso.

-¿Mojigato ahora no?

-Chris, respeta la privacidad del santo -habló con burla el kazajo.

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