- XVII -

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Los días parecían ser interminables, el encierro y estar postrado en una inmensa cama le hicieron notar su soledad y la verdadera preocupación que su hijo demostraba, no en palabras sino en sus actos, cuidarle no era tarea fácil, y había que ser muy cabeza dura para no darse cuenta de aquello.

Reflexionar no era su fuerte, pero entendía que la vida demostraba para con él gran misericordia, deseo morir, intentando en dos ocasiones quitarse la vida, acciones que fueron impedidas por el platinado.

Enterarse que el Omega era quien preparaba sus comidas y se mantenía al pendiente de su estado a pesar de los malos tratos, removieron los muy cerrados sentimientos que guardaba en su interior, la culpa y el remordimiento comenzaron a cambiar su modo de ver las cosas, comprender que sus actos traen consecuencias puestas a las imaginadas le confrontó.

Se sentía arrepentido, aunque eso en realidad no fuera suficiente para devolver lo que le arrebató a personas inocentes, su propia ambición le llevó a convertirse en un hombre de viles actos, que aun en lo que le queda de vida jamás sería capaz de pagar.

Caminar por los pasillos y verse solitario le hicieron ver que el poder jamás trajo de vuelta a aquellos que amo, y que los había perdido a causa de su egoísmo, incluyendo al Omega de rubia cabellera, quien le recordaba cada día que aunque fuera Alpha y dominara un reino, jamás tendría control sobre él.

Lagrimas comenzaron a descender por sus mejillas, el hombre duro que por años había sido ahora se desmoronaba.

Escuchar a su hijo acerca de hallar una salida legal en cuanto a los asuntos de fraude y traición, le hicieron sentir impotente, aun a pesar de todo, este procuraba librarle de los nefastos tratos de la corte y el exilio.

No pudiendo soportar aquello, este se acerca al platinado, que se encontraba junto a Otabek, negociando posibles acuerdos de libertad para el rey.

El rey Nikiforov, quien nunca se inclina ante nadie y que jamás ha dado su brazo a torcer, ahora estaba arrodillado ante su hijo, y Yuuri, quien se encontraba firmando los acuerdos de restitución.

Los ruegos y suplicas por el perdón de sus pecados salían incesantemente de su boca, reconociendo sus errores se postro delante del Omega, quien sorprendido por su acto, se encontraba inmóvil ante él.

El azabache no salía de su asombro, sus ojos ardían a causa de retener sus lágrimas, de modo inesperado, lo que menos había esperado sucedió, Viktor comprendía su reacción, y no tardó en acunarle entre sus brazos-

El temblor del llanto no se hizo esperar, Jiuk, quien llegaba de traer los contratos de la zona Sur, vio la escena, ver a su hermano llorando jamás había sido su fuerte, y desenfundando su espada amenazó al Mayor, quien se encontraba sujetando las orillas del traje del más bajo.

El platinado detuvo a tiempo sus intenciones, notando largos segundos después lo que realmente acontecía en la sala de reuniones del castillo, el rey a causa de su estado fue ubicado en uno de los sillones, donde luego de haberse calmado, explicó que la consecución de la corona se daría sin ningún impedimento.

El corazón de Yakov Nikiforov, había sido librado de la pesada carga del pasado, pero con los días latentes preocupaciones no tardaron en alterar sus nervios, cartas anónimas seguían apareciendo, las amenazas en su contra aún estaban presentes.

Todos estaban ocupados, la corona iba a ser concedida y los ajetreos constantes copaban sus agendas.

Viktor, enterado de lo sucedido en las ciudades del reino, procuro mantener el orden, las amenazas habían sido regadas por todos los lugares preocupando a los ciudadanos.

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