Yakov Nikiforov, un hombre que reflejaba sus años de experiencia, astuto y con debilidades notables para su más cercanos, como sus hijos.
Amó perdidamente a Miriam Plisestky, quien le regalo los mejores años de su juventud y una descendencia. Para su mala suerte una complicación durante el parto la apartó de su lado, dejándolo en profunda tristeza. Sumido en su trabajo y el alcohol comenzó a desviar su corazón, haciéndole tomar malas decisiones.
Una vez alcanzado el puesto de rey por decisión del pueblo a causa de su cercanía con el rey, mantuvo su semblante serio, su corazón envanecido aún no olvidaba a su primer amor. Pero sin esperarlo, Lilia Baranovskaya logro colarse en su vida.
Su romance duró poco, una mujer extranjero de recio carácter era lo indicado para él, pero esta desapareció una noche de su vida dejándolo nuevamente solitario. Como si la vida le jugase una broma, esta regresó una tarde al castillo, con un pequeño en sus brazos, uno que luego de dejarlo a su cuidado con el conocimiento pleno del fruto de su amor, se marchó para jamás volver, asesinada en una misión.
Yuri Nikiforov, un pequeño de difícil trato resultó ser su viva imagen, un rebelde de actitud, un Omega de ideales propios, difícil de remover, y completamente opuesto a él. Causaba gracia el parecido, y aunque jamás congeniaran en su trato lo quería.
Pero sus temores jamás le abandonan, sus pesadillas se encargan de jamás hacerle olvidar el pecado de su pasado. Y el traer a los hermanos Kuronuma, Guardias especiales que maravillaron su visión por sus grandes habilidades, eran la viva imagen de lo que realmente jamás logró alcanzar.
El perdón de sus pecados.
Los recientes rumores de los miembros de la corte afirmaban cada día sus miedos, y estos comenzaron a representar una amenaza, una que necesitaba mantener bajo su sombra o ACABAR.
Estos pensamientos se vieron opacados por la alegría de saber que su hijo mayor, el heredero, se casaría.
Establecer la monarquía de su descendencia era su prioridad, por ello el empeño de unir a su hijo en matrimonio para mantenerlo en el poder, era su único propósito.
El gran día había llegado, los más influyentes del reino fueron invitados, miembros de la corte y el pueblo, admiraban la maravillosa iglesia donde estos contraerían matrimonio.
El Príncipe, había llegado junto a su prometido, todos admiraban su traje, compuesto por la seda fina y tejida con plata, y piedras preciosas, un sombrero alto cubría su cabeza, este debía revelar su rostro una vez recibiera a su Omega en el altar.
El novio, baja minutos después, sus vestiduras blancas tejidas en oro, un velo hecho de la más fina seda cubría su rostro, y hermosos adornos esculpidos en jade y zafiros realzaban su belleza. Su larga cabellera había sido adornada con las más hermosas flores, este brillaba ante todos, opacando la belleza de las doncellas y las invitadas que le miraban llegar al altar.
Este caminaba lento, una sonrisa brillante aceleraba el corazón del Alpha, que le recibió en el altar tomando sus manos. El sacerdote, sonreía ante la presencia de todos recibiéndoles con bendiciones.
Los anillos fueron puestos en su lugar, los votos declarados, las promesas establecidas y la aprobación del sacerdote ya había sido dictada.
Las palabras mágicas resonaron haciendo eco en el amplio espacio de la iglesia, "Ahora los declaro, Esposos, y que los dioses les acompañen", provocando el aplauso de todos los presentes.
La recepción fue realizada en los atrios del palacio, todo estaba bellamente arreglado, grandes guirnalda y rosas, mesas con agasajos, sirvientes al servicio de los invitados, todo acorde a los gustos de los ahora esposos, que entraban tomados de la mano siendo admirados por los invitados.
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Promesa
FanfictionSolo una pequeñas palabras convergieron en el pacto que uniría sus vidas más allá de las barreras, de la venganza y del propio dolor. Un amor que mitigo la sed de justicia por mano propia, convirtiéndola en la muestra perfecta de dos almas entrelaza...