- XVIII -

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Todo parecía ir como de costumbre, incluso la reunión había culminado sin contratiempos, los puntos habían sido claramente expuestos, incluyendo la marcha del carruaje que llevaría a Yuuri al castillo.

Nada parecía sospechoso, ningún atisbo de duda se reflejaba en esa estrellada noche.

Yuuri, apenas abría los ojos para encontrarse con a densa oscuridad, sus ojos estaban cubiertos con una gruesa tela, su cuerpos estaba sujeto a silla, cuerdas gruesa y raposas rodeaban su cuerpo limitándole sus movimientos, incluso lastimándole cuando realizaba movimientos.

Escuchar el sonido de un goteo constante hacía palpitar su cabeza, el efecto del somnífero usado para adormecerle tenía su cuerpo pesado, su boca apenas podía hilar palabras coherentes, pero su oído reconocía los lamentos del otro que se encontraba frente a él.

Yakov Nikiforov, se encontraba frente a él, o podía saber si se encontraba en sus mismas condiciones o si era un cómplice, aunque este último tenía más peso como sospecha.

Nuevamente fue adormecido, llevándose con ello la fuerte intuición de quien era el responsable de todo lo que acontecía.

A horas muy tempranas el azabache despertaba, la humedad a la que estaba expuesto claramente le indicaban que la salida del sol se encontraba cerca. Los ronquidos del mayor impedían dar certeza a los ruidos externos, esto evidentemente le incomodó. Así que a tientas pateo dónde provenía el ruido y este cayó fuertemente.

El estruendo confirmó que este no estaba atado, y que se encontraban en una especie de casa vacía en una zona boscosa.

El estruendo de la caída alerto al otro, quien entró a la habitación para reclamar por ello, su fuerte reclamo confirmó sus sospechas, oírlo de forma nítida le causó gracia, pero la duda de como saldría de esta, la borro de forma inmediata.

Charlton Lou, Ministro principal y mano derecha del rey, amenazaba a viva voz al Omega.

Por orden del Beta, Yakov, quita la venda que cubría la vista del menor, quien se quejaba a causa de la brusquedad con la que lo hacía.

-¿Pudiste descubrir muchas de mis actividades, pero no está Katsuki? –exclamó el chino.
-Charlton, no te dejes llevar –intercedía Yakov.

-Ths, ths, ths, -chasqueaba su lengua –se lo que hago cariño –besando su mejilla.

-¿Y con saberlo, te refieres a cavar tu tumba? –inquirió el Omega.

-Morir por segunda vez, parece gustarte Katsuki –respondió el Ministro.

-Se le agarra el gusto una vez lo pruebas, ¿no es así? –preguntó el menor a ambos.

-Siempre tan audaz, pero en estos momentos, eso no le ayudará –comienza a jugar con unas navajas que se encontraban en una mesa a la esquina de la habitación.

-No le haremos daño –habló el Alpha.

El otro le mira desconcertado -¿te atreves a cambiar nuestro trato?

-No hemos acordado esto Charl.

-Ahora eso es lo que menos importa, no desaprovechare la oportunidad de vengarme, este imbécil se atrevió a intentar a asesinarme, ¿lo sabías?

-No te atrevas a faltar a tu palabra –exclama Yakov.

-Lo sé, lo sé, aún no es momento, querido –le habla el Beta, acariciando sus nudillos para relajarle.

-Y tampoco lo es para sus gestos –mascullo el Omega.

-Yuuri Katsuki, solo has sido una muy molesta piedra en el zapato –expresaba mientras sacaba todo el aire de sus pulmones –no se en que pensaste cuando ordenaste traerlos a Hasetsu -hablaba al mayor.

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