Remus POV
Dispuesto a superar otro día miserable de mi vida me levanté de la cama para escoger la ropa que me pondría para ir a la universidad. Decidí ponerme unos pantalones marrón grisáceo que disimulaban las raspaduras de la tela, una camisa a cuadros de color blanco, negro y marrón oscuro pero como la camisa estaba bastante desgastada me puse un sueter de color beige para que no se notara mucho. Me venía un poco grande, pero no le tomé importancia.
Antes de vestirme me dí una ducha rápida, cuando salí me miré al espejo por unos minutos. Mi abdomen tenia varios moratones debido a sus patadas; mis piernas y brazos tenían algunas cicatrices y cortes que todavía sangraban de los cristales de sus malditas botellas de alcohol; por ultimo mi cara tenia algún rasguño pequeño por la zona de las cejas, tenia el labio inferior partido por la mitad de un puñetazo reciente y en el ojo derecho por fin empezaba a desaparecer el moratón y apenas se notaba.
Harto de observar el mismo cuerpo de siempre cogí la caja donde guardaba vendas y medicinas, corte un trozo de gasa e hice un vendaje sobre los moratones del abdomen, lo único que podía agradecer es que todavía no me había roto ningún hueso. Me puse una tirita en el corte de la ceja, me removí un poco el pelo y como nuevo. Una vez vestido cogí la mochila e intentando no despertar a la "bestia" bajé las escaleras tratando de que la madera no crujiera, mi suerte me ayudó y logré salir sin tener que aguantar sus gritos sin sentido y golpes. No tenía coche ni moto ya que lo que ganaba en mi trabajo lo ahorraba para la promesa que le hice a mi madre...
En fin, tampoco me molestaba ya que la universidad estaba a tan solo hora y media caminando y el aire con su olor de tierra mojada acompañado de los primeros cantos de los pájaros que vivían por el bosque era muy agradable. Vivía en Gloucestershire ¿Difícil de pronunciar, verdad? Lo único que me gustaba de este pueblo era que a parte de que la población no era grande estaba rodeado por "El bosque de Dean", el único que me daba refugio cuando peor lo pasaba. Y era uno de los pocos que tenían universidad. Dejando los pensamientos a un lado me dirigí a esa prisión que necesitaba para conseguir un trabajo mejor que el de una cafetería. No discriminaba la profesión pero no me daba el suficiente salario para conseguir mi meta.
Una vez en clase me senté al final del todo como siempre. Pasaban los minutos y cada vez llegaba mas gente y ocupaban sus respectivos sitios, no sin antes mirarme y mostrar "preocupación" "miedo" o cualquier otro sentimiento cuando veían mi cara, odiaba eso.
De lejos pude ver a una rata traidora riéndose con un grupo de chicos y su "maravilloso" Tom Marvolo Riddle. Era Peter Pettigrew, desde pequeños habíamos sido buenos amigos y a pesar de la muerte de mi madre él no me miraba con lastima como la mayoría de las personas, cosa de la que estaba agradecido y además era bastante gracioso. Pero cuando entramos en la universidad Tom se acercó a nosotros con la intención de hacernos amigos ¿Quién sería tan estúpido de creer que el más popular de la universidad y del pueblo iba a querer ser amigo de dos don nadie? Uno gordete y bajito y el otro que aparecía con golpes al día siguiente. Sabiendo que lo que quería eran las respuestas de los exámenes y unos cuantos esclavos para hacer sus trabajos y recados se lo conté a la rata, pero solo por querer tener la popularidad que nunca tuvo, al día siguiente ya no me hablaba y así hasta el día de hoy. Pero como dice el dicho... malas ratas nunca mueren.
Las clases aburridas como siempre por fin terminaron, tenía la tarde libre ya que mi jefa me había dado unas pequeñas vacaciones... de un día. En verdad se lo agradecía, ella sabia por todo lo que pasaba y me ayudaba en muchas ocasiones. Dora, como yo la llamaba, era bastante amable y a pesar de tener que aguantar las criticas de los clientes por mi apariencia no me había echado. No teníamos una relación muy cercana, pero yo la consideraba una amiga de confianza, alguna vez me había llevado a casa con su coche ya que era muy de noche y no quería que nada me pasara, era un poco... protectora. Pero sus charlas sobre la naturaleza y especialmente las de lobos me fascinaban, sigo preguntándome por que se quedó en una cafetería en vez de trabajar en algo relacionado en lo que admiraba. Supongo que no todos pueden lograr sus sueños...
Eran alrededor de las siete y cuarto de la tarde y me desvié de mi ruta para llegar mas tarde a casa con la esperanza de que él no estuviera. Me detuve a mitad de la calle y miré al cielo para apreciar las estrellas que empezaban a notarse, hubiera seguido mirándolas pero un susurro que erizó toda mi piel hizo que volviera a la tierra y mirara por todos lados para encontrar al culpable, pero nada, no había nadie.
—Muy bien Remus... ya estas siendo otra vez un lunático —traté de calmarme con la poca gracia que tenía.— Habrá sido el viento.
Me quedé en silencio por unos minutos esperando a que mi pulso volviera a ser normal, a la derecha solo había carretera y bosque y a mi izquierda un muro interminable y un pequeño callejón. ¿Un callejón? Es la primera vez que me doy cuenta de su existencia... y eso que siempre hago el mismo paseo.
Curioso fui directo al callejón y al final se podían ver unas escaleras y una pequeña luz, miré la hora y tan solo eran las nueve.
—Un vistazo y te vas Remus... —hablarme en tercera persona me ayudaba a calmarme.— Total, si voy ahora aún seguirá en casa.
Me adentré en el callejón y subí por las escaleras, estas llevaban a una pequeña plaza que tenía un árbol enorme en el centro y la luz provenía de la única tienda que esta abierta a estas horas. ¿Debería ir? Mordí mis labios abriendo de nuevo el corte y me mal dije por hacerlo siempre que estaba nervioso, pero el miedo no me echó atrás.
Analicé la tienda por fuera, era una librería muy pequeña y por su estructura de madera y piedra podía deducir que era bastante vieja a pesar de que habían dos ventanas enormes al lado de la puerta dejando ver todo el interior e intentaban darle un toque moderno. Transmitía una sensación de seguridad... Bueno, ¿Qué no daría sensación de seguridad comparándolo con una carretera desolada y oscura? En la entrada de la tienda había una moto, parecida a un sidecar pero no le tomé importancia. Dentro de la librería habían dos personas conversando, estaban de espaldas así que pensé que eran una chica y un chico, pero al fijarme bien quién creía que era la chica era otro hombre.
Me reí por haberlo comparado con una mujer solo por que tenía el pelo largo, pero mi risa se acabó cuando volví a mirar a esas personas y ahora estaban mirándome a través del cristal. ¿Tan fuerte me había reído? No pude ver sus rostros pero las sombras que formaba la luz en sus cuerpos los había hecho ver mas grandes en sentido de fuerza y altura. Asustado salí corriendo de ahí, cuando salí del callejón miré otra vez hacia las escaleras y para suerte de mi pulso no me habían seguido.
—Creo que de verdad me volví paranoico. —sin más me dirigí a mi pesadilla.
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Aquí os dejo la segunda parte con un final muy prometedor para el próximo capitulo.
¡¡Si teneís un momento cliché favorito decidlo en los comentarios!! Siempre tendré un hueco para añadir escenas que os gusten.
Espero que os gusten como estoy añadiendo personajes, aunque ya dije que me centraría solo en la pareja principal.
Actualicé rápido por que me sentía inspirada, ahora vienen dos semanas de exámenes y no creo tener tiempo, pero intentaré publicar el tercero antes del 20 de diciembre.
¡¡Comentad y votad!!
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𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖆𝖗𝖔𝖒𝖆 [Wσlfsταr]
Hayran KurguRemus Lupin, un joven universitario desesperado por huir de la casa en la que lo maltratan. Sirius Black, un lider solitario que pensaba que la vida lo había maldecido y condenado a pasar la eternidad solo... hasta que lo conoce a él. ¿Puede surgir...