𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕹𝖚𝖊𝖛𝖊

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No me pude resistir

Remus Lupin POV.

Cuando Dora me sacó de aquella situación tan vergonzosa me dirigí a la cocina a ayudarla, puse en una bandeja una taza de té y un cupcake. Me dirigí hacia la señora mayor que lo había ordenado, la mujer vestía todo de color rosa y cuando digo todo... es todo. Llevaba un lazito rosa oscuro en el pelo y en el centro había un botón con forma de gato.

Otra vez esta mujer...

— Aquí tiene lo que pidió. —le dejé la comida en la mesa e intenté huir de ahí lo mas rápido posible.

— Ni siquiera les dices a los clientes que disfruten de su comida. —dijo asqueada.— Además siempre estas con esas pintas de vagabundo. ¿Es que acaso tu familia no te educó lo suficiente? —apreté mis puños con fuerza y traté de no girarme y contestarle.— Con la edad que tienes y todavía dependes de tu padrastro. Qué poca vergüenza que tienen algunos.

— ¿Algún problema por aquí? —intervino Dora.

— Él es el problema. ¿No te dije que le quita el poco encanto que tiene esta cafetería y que lo despidieras? Solo con ver su patético rostro lleno de cicatrices hace que se me quiten las ganas de comer. ¿Y qué hay con su pelo tan despeinado? ¿Acaso no sabe caminar de otra forma que no sea cojeando? No es de extrañar que siempre esté buscando problemas, sin una madre...

— La única que debería de irse de aquí es usted. Si no puede comer su pedido sin tener que criticar a alguien antes para poder comer... —Dora le cortó la frase que iba a terminar la mujer, y antes de que Dora terminara su frase yo me adelante.

— Esta bien Dora. —le cogí de la mano y nos metimos en la cocina.— No voy a dejar que pierdas clientes por mi culpa. —fue a contestarme pero se lo impedí.— Son solo palabras, nada mas. Ademas no puedes contestarle de esa forma a alguien que viene todos los días y casi siempre te deja algo extra. 

Sobornos para que me despida 

— Esa mujer es odiosa. —dijo molesta. Yo solo me reí.— ¿Por qué no te vas a... a dar una vuelta?

— Qué rápido te libras de mí. —mi risa paró cuando me golpeó en el hombro.— Ay...

 —No quiero que estés aquí escuchando sus quejas insoportables y tampoco quiero que te sobre esfuerces... no hasta que no se te curen las heridas. Vete a donde sea que te vayas a hacer tiempo, sabes que la cafetería siempre estará abierta para ti aunque te niegues en venir.

Después de la mini charla que tuvimos me convenció para que me fuera, tampoco insistí mucho ya que me dolía todo el cuerpo y la cabeza me iba a estallar. Me dirigí a la puerta y miré por la ventana el cielo, estaba chispeando. 

— Remus, antes un chico dijo que te llevaras esto. —me dio un paraguas negro.

— ¿Quién...?

— El que te comía con la mirada y tu no parabas de verle los músculos. —me guiñó el ojo y yo solo pude sonrojarme a mas no poder.

— ¿Q-Qué? No e-estaba mirando sus m-músculos, a ver si, no, es que... —como no me calle voy a parecer mas idiota de lo que aparento.— Y él no me miraba de e-esa forma.

𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖆𝖗𝖔𝖒𝖆 [Wσlfsταr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora