𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕯𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊𝖎𝖘

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Me gustan los dramas.



Autora POV.


—S... Sí. 

Para Sirius esa respuesta fue motivo suficiente para que su lobo interior tomara ahora el control de su cuerpo. 

Volvió a besarlo ferozmente, mientras colaba una de sus manos por el interior de la camisa que tanto le molestaba ya que no podía apreciar el cuerpo entero de Remus, acarició su pecho y bajo su mano hacia su espalda, levantando su cuerpo para que chocara contra el suyo.

Sus labios habían dejado los de Remus para besar su mejilla, de esta al cuello y del cuello a su clavícula. Desde el primer momento en que vio al pequeño humano había fantaseado con morder y saborear todo su cuerpo, pero sobre todo la clavícula marcada que lo hacia tan sexy.

Remus gimió cuando sintió los dientes de Sirius clavarse suavemente en su cuello y luego en su clavícula. Estar tan cerca del lobo con sus cuerpos rozándose, sintiendo sus manos viajar por todo su cuerpo lo estaba volviendo loco. Le gustaba, no lo iba a negar, pero también le daba miedo de que cuando le quitara la camisa y viera su cuerpo Sirius se asqueara y lo rechazara.

Por eso no pudo evitar ponerse tenso cuando el mayor le subió la camiseta con la intención de quitársela.

—Es... Espera. —dijo entre jadeos.

El lobo de Sirius se detuvo al instante cuando sintió las manos de Remus sobre las suyas, empujándole hacia atrás para que no llegara a quitarle la camiseta. Sirius un poco asustado por haberle hecho daño las aparto rápidamente, pero no tardó en poner ambas manos en las mejillas de su Luna.

Remus ahora estaba sentado sobre la cama, con las manos cogiendo la camiseta y estirándola hacia abajo para taparse lo mas posible. No se atrevía a mirar a Sirius, tenía miedo de lo que pudiera pensar de él.

—Remus... —susurró. —¿Hice... Hice algo mal?

—¡No! —se sentía culpable al notar preocupación y tristeza en la voz del mayor. —No... Es solo que... Es que...

—Si no quieres hacerlo...

—Si quiero... pero tengo miedo a que... a que cuando veas mis cicatrices... tu ya no quieras. —una lágrima cayó de su ojo hasta los dedos de Sirius.

Las manos de Sirius dejaron las mejillas de Remus, provocándole un dolor en su pecho al tomar esa acción como rechazo pero no pasaron ni cinco segundos cuando el mentón del humano fue levantado por la mano del mayor, obligándolo a mirarle a los ojos.

Los ojos de Sirius estaban completamente dilatados, tenían un brillo que nunca había visto en él. Así como cuando un depredador acecha a su presa. Y a pesar de ese brillo seguían tan oscurecidos del placer desde el principio.

Atacó de nuevo sus labios aun sin cerrar sus ojos, cosa que hizo que Remus se sonrojara aún mas de lo que ya estaba. La mano que sujetaba su mentón ahora bajaba por su cuello, acariciando todas las marcas que le había hecho, marcándolo como suyo.

Y eso no era ni la mitad...

Volvió a pellizcar el pezón de Remus por encima de la camiseta, sacándole otro gemido, pues esta vez había apretado mas fuerte. 

Bajó y bajó hasta llegar a las manos temblorosas de placer de Remus, cortó el beso en el que no había dejado de mirarlo, pues no quería perderse ninguna reacción del menor.

𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖆𝖗𝖔𝖒𝖆 [Wσlfsταr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora