𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕿𝖗𝖊𝖈𝖊

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Remus Lupin POV.

Empecé a bajar las escaleras a pesar de que me había dicho que me quedara en la habitación. Escuché que estaban teniendo una conversación en la sala donde los vi por...

¿Segunda vez?

No debería de estar escuchando a escondidas, parecía una conversación privada por el tono serio de sus voces. Solo quería coger mis cosas e irme...

Sentí como mi corazón se encogía y dolía.

No... 

Debo de irme.

En frente mía había una silla con mi mochila, fui a cogerla pero su conversación me detuvo.

—¿Y como piensas decirselo?

—Yo... todavía no lo sé, James. No es algo que se pueda decir como si nada, tu lo sabes. —suspiró.

—Pero esto es diferente, y más peligroso sabiendo quién es su pa...

—Padrastro. —pronunció con desprecio.

Están hablando de...

—Tienes que decirselo. —volvió a insistir James.

—¿Y que le digo? Oh Remus, somos hombres lobo. Sí, si, los de los cuentos infantiles. Ah pero no te preocupes, no nos comemos abuelitas. Por cierto, tu eres mi Luna, un rollo lobuno ¿Sabes? En otro termino eres mi pareja destinada. La única persona con la que quiero pasar el resto de mi vida y saber que estas siendo abusado por alguien tan repugnante como la preparación de una poción multijugos y aun así no poder hacer nada para ayudarte hasta que me aceptes por que no quiero que me odies o me temas...

—¿Qué?

No entendía nada.

Ambos se giraron mirándome sorprendidos. Solo podía mantener mi mirada en Sirius.

—¿C-cómo...? —aclaré mi garganta.— ¿A que te refieres? 

—Pues ya estaría. —dijo el de gafas mientras nos dejaba solos en la sala.

—Remus, yo...

Se acercó a mí pero la duda me invadía y retrocedí un poco asustado. Al ver mi reacción se detuvo en seco y por su expresión parecía que iba a... ¿Llorar?

—¿T-tienes hambre? Prepararé algo y te contaré todo... Pero, p-por favor... —su voz parecía quebrarse poco a poco, y saber que había sido yo el culpable me dolía.— No me temas, no voy a hacerte nada. No te alejes... —susurró.

No dije nada, miré mi mochila y luego la puerta. Volví a mirarle... si me iba ahora, seguramente no me detendría, parecía asustado y su mirada estaba fija en el suelo.

Quería explicaciones, quería saber la verdad. Las respuestas que he anhelado desde la muerte de mi madre... y quizás él las sabía.

Suspiré.

—Tortitas con chocolate. 

Me dirigí hacia uno de los sillones que había en la sala y me senté, de reojo vi como en su cara había una sonrisa y parecía haberse relajado. Se dirigió a la cocina y yo solo podía observarle.

𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖆𝖗𝖔𝖒𝖆 [Wσlfsταr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora