𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕯𝖎𝖊𝖟

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Sirius Black POV.

Estaba al otro lado del río, sentado en un árbol leyendo el mismo libro de la cafeteria. Estuve observándolo por varios minutos, la luz de la luna lo enfocaba solo a él. Sus mejillas y su nariz tenían un color rojizo por la baja temperatura; sus pequeñas y delgadas manos temblaban un poco de vez en cuando, sobre todo cuando cambiaba de pagina.

¿Cuanto rato llevaría ahí sentado?

Una ardilla bajaba del árbol y se puso en su hombro, pensé que se asustaría pero solo le sonrió. La misma sonrisa que me había cautivado en la cafetería, lo volvía a hacer por segunda vez. A pesar de no ser ninguna sonrisa forzada notaba en ella tristeza. Sentí una punzada en el corazón.

Estaba sufriendo.

Se quedó mirando el reflejo de la luna en el río y en un descuido mio pisé una rama cuando quise acercarme a él para verlo mejor. Levantó su cabeza hacia donde yo estaba y decidí salir lentamente, con la esperanza y el deseo de que no huyera. Para mi afortunada suerte él no se movió, tan solo se quedó mirándome seguramente sin saber que hacer. Sus ojos se abrieron por la sorpresa y su boca estaba entreabierta.

Me acerqué hasta el río, pasaron unos segundos y se volvió a sentar. Cogió el libro lentamente y continuó con su lectura. 

¿No me temía?

Tan solo verle me producía un sentimiento de felicidad y calma como nunca antes había sentido. Dios mio, no podía aguantar más. Tenía que acercarme a él, quería sentirlo, quería abrazarlo, quería que supiera que estaba aquí para él... Quería que me escogiera a mí y su irresistible aroma no me ayudaba.

Caminé por el río hasta llegar al otro lado, sabía que me había visto y había dejado el libro en el suelo cuando estaba en frente suya. Por tercera vez lo tenía delante mía y esta vez podía observarlo detenidamente.

Era, con todo el significado de la palabra, hermoso.

Acercó su mano hacia mi cabeza y esta vez no dude en dejarle hacer lo que quisiera. Terminé la poca distancia que separaba su mano de mí y al hacerlo cerró fuertemente sus ojos, aproveché la oportunidad y me acerqué mas de lo que ya estaba. Entonces volvió a abrir sus ojos lentamente.

Otra vez sentí esa electricidad por todo mi cuerpo cuando nuestras miradas conectaron. No quería que me temiera, yo nunca le haría daño así que me quedé quieto. Me miró con un sentimiento que no lograba descifrar. ¿Asombro? ¿Admiración? 

Empezó a acariciarme, sus manos a pesar de estar frías me daban el suficiente calor para no querer separarme nunca de él. Era la mejor sensación que había sentido nunca, incluso me podría derretir de lo bien que me sentía. Su aroma se intensificó y no pude evitar acercarme a su cuello, tan cerca que solo me di cuenta que lo había tumbado en el suelo cuando se rió.

Él tan puro y yo con pensamientos tan obscenos.

Sinceramente quería tenerlo debajo mía como ahora pero de otra forma... y en una cama.

Recordé que se asustó cuando hice lo mismo la primera vez y todos los pensamientos y deseos lujuriosos dejaron mi mente con miedo de volver a asustarlo. Me aparté de él y me tumbe a su lado. No quería irme de ahí y al parecer a él no le intimidaba mi presencia.

Pasaron los minutos y un sentimiento de angustia se apoderó en mi, levante la cabeza preocupado y me encontré a mi Luna escondiendo su cabeza en sus rodillas, temblando del frío y su aroma se había apagado. Su fragancia no tenía el mismo olor de antes, ahora estaba llena de tristeza y de miedo.

En un momento de desesperación lo único que se me ocurrió hacer fue querer abrazarlo. Me levanté y me volví a tumbar detrás de él, de esta forma él estaba totalmente rodeado por mi. Mi cola tapaba sus piernas y con mi cabeza le obligué a que se recostara en mi cuerpo. Me miró desconcertado pero un solo segundo bastó para que me abrazara con fuerza y empezara a llorar más fuerte que antes.

Mi corazón dolía, no me gustaba verlo de esta forma.

Quería hacer todo por él.

Después de una hora noté como su respiración se había regulado y poco a poco dejaba de abrazarme con tanta fuerza. Se había dormido. Sus ojos estaban un poco hinchados y alguna lágrima seguía cayendo por ellos, no pude evitarlo y decidí arriesgarme al volver a mi forma humana. Me alejé un poco de él y me destransformé, lo único que nos quedaba de ropa cuando cambiábamos de forma eran los pantalones. Digamos que la tecnología científica también avanzó con los hombres lobo.

Lo volví a abrazar entre mis brazos con la mayor delicadeza posible para evitar que se despertara y para mi felicidad él solo se acomodó mas a mí. Puso sus manos y su cabeza sobre mi pecho y se removió hasta encontrar una postura cómoda, con una mano le acaricié la mejilla y seguí con mi dedo una de sus cicatrices...

Era tan tierno.

Acerqué mi cabeza hacia la suya y le dí un beso en su frente, seguidamente lo abracé mas fuerte que antes y empecé a acariciarle el pelo. Parecía que le gustaba ya que cuando dejaba de hacerlo se formaba una mueca insatisfecha en su bello rostro.

Muchas preguntas surgían en mis pensamientos, sobre todo la historia de los Lupin... No podía dejar de pensar en que Remus estuviera sufriendo y siendo maltratado por el egoísmo de un amor no correspondido y un casamiento forzoso. Si era él su hijo... ¿Sabrá lo que les ocurrió a sus padres o también le mintieron sobre su pasado? Me negaba a pensar en que ese desgraciado de Fenrir estuviera descargando su ira y frustración en él. Solo eran suposiciones mías, pero si esa es la verdad me encargaré gustosamente de cambiarla.

— No voy a permitir que sufras más. —susurré.— Tan solo... elígeme a mí.


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Meh~ sentí flojillo este capitulo.

(Tengo ganas de escribir las escenas +18, pero he de avanzar la historia debidamente alv)

Espero que os haya gustado.

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𝕯𝖚𝖑𝖈𝖊 𝖆𝖗𝖔𝖒𝖆 [Wσlfsταr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora